Negaciones de un carmonista firmante


Doctor Danilo Anderson, le aclaro que nunca he visto ni he mantenido relación alguna con ese tal Pedro Carmona. Su nombre no me suena. Creo que ese señor debe ser un invento, porque no conozco a nadie con ese apodo que haya vivido en Venezuela. Por lo tanto, apreciado doctor Anderson, cuando me pregunta por ese fulano de tal Carmona, desconozco a quién se refiere. ¿Pedro Carmona? No me suena. Por mi madre, que ese nombre no le suena a nadie de la oposición.

Tengo que decir y lo digo, amigo Anderson, porque a partir de este momento usted es mi amigo. Yo ser amiguito suyo. Quien jamás será mi amigo es ese desconocido Carmona, que usted tanto mienta. A partir de ahora, somos verdaderos panas burdas. ¿Verdad que sí, Danilo? Dígame, doctor Anderson, ¿a qué dedica el tiempo libre y cuándo se enamoró del poder el nombrado Carmona?

Usted, doctor Anderson, me ha preguntado si formaba parte del gabinete del susodicho Carmona. ¡Zape! Me estoy enterando que iba a ser ministro. Primera noticia. Debe ser que alguien tomó mi nombre de la guía telefónica y lo anotó en la agenda del aludido Carmona, sólo para mal ponerme con la justicia. Recuerde que uno tiene muchos enemigos gratuitos. No hallo más explicación que esa, para que me señalen como ministro del gobierno del zutano Carmona.

¿Por qué no cambiamos de tema y nos olvidamos de Carmona? Desconozco por qué alega que el día del golpe de Estado me reuní secretamente con ese señor. Bola baja, doctor Anderson. Ya le dije que no conozco ni quiero conocer al apreciado doctor Carmona.

Me interroga sobre mi presencia el día 12 de abril en el Palacio de Miraflores. Sospechaba que me haría esa pregunta, porque chismosos es lo que sobra en este país. Aquí a uno lo venden por cualquier cosa. Resulta y acontece, que ese día caminaba distraídamente cerca de Miraflores, cuando un grupo de opositores me empujó, y dando traspiés llegué hasta el Salón Ayacucho. Como todos mis amigos firmaban el acta constitutiva del gobierno transitorio de Carmona, mecánicamente suscribí su decreto. Pero yo no sabía que Carmona iba a hacer lo que hizo. ¿Me puedo ir tranquilo si le informo quién fue el que ordenó bajar el cuadro de Bolívar? ¿Le cuento el brollo?

¿Que si firmé el decreto de Carmona? Ya le dije que lo hice obligado. Un desconocido me amenazó que debía firmar, sino me hacían lo mismo que a Rodríguez Chacín y a Tarek William. Sentí mucho miedo y no me quedó otra alternativa que colocar mi rúbrica. Lo juro, que me engañaron. El viejo Carmona nos embaucó, y por su culpa ahora todos estamos enredados.

Amiguito Danilo, esa persona que aparece en primera fila dando gritos y aplaudiendo, no soy yo. Debe ser que grabaron la autojuramentación de ese tal Carmona encima de una cinta que había sido usada para firmar alguna fiesta. Por eso aparezco saltando, como si apoyara al Carmona ese. Bueno, sí gritaba y saltaba de alegría, pero no ¡griiiitaaaaba y saaaltaaaaaba! como usted dice.

¿Carmona? ¿Golpe de Estado? ¿Disolución de todos los poderes públicos? ¿Fuerte Tiuna? ¿Firma? Ignoro de qué me habla. ¿Me puedo ir? ¡Que estoy imputado por formar parte del gabinete de Carmona! Amigo Danilo, no se juegue de esa manera. Recuerde que soy hipertenso como Carlos Fernández y Carlos Ortega.

Yo no estuve en Miraflores. No conozco a Carmona. Me engatusaron y clonaron mi firma. Es más, yo no existo, y quien está hablando con usted no soy yo. Carmona tampoco existe y su gobierno fue un invento de los Círculos Bolivarianos. Doctor Anderson, usted no me puede poner preso, porque la firma que aparece apoyando el decreto dictatorial de Carmona se me escapó de la mano...

Periodista vchavezlopez@hotmail.com


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Vidal Chávez López


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