¡La ciencia ha muerto! ¡vivan las humanidades!

Ur gruñe y Urg lo interpreta y corre. El descubrimiento científico del lenguaje funda la civilización.

Urg toma una piedra y responde. La invención de la herramienta inaugura la tecnología.


La pedrada arranca chispas. El hallazgo científico del fuego origina cuanto tenemos y destruimos.


Gurg colecta un grano y en vez de comerlo lo entierra. La invención científica de la agricultura alimenta a todos los humanos hasta hoy vivientes.


Ggurrg marca en barro las cantidades de grano que roba. La técnica de la escritura genera las simultáneas ciencias de la Matemática, la Política y la Explotación.


Kefruleh traza moles de piedra que miden el curso de los astros que anuncian la inundación, y líneas imaginarias que restablecen los linderos después de ella.


La geometría posibilita la propiedad sobre las tierras y sobre los infelices que las habitan.El hombre es el único animal que se crea a sí mismo creando.


Un grupo confisca la tierra y la verdad y deja a otro el trabajo y la creencia. La división científica entre funciones genera la división tecnológica entre castas.


Extirpando a un ser humano todas sus funciones salvo la obediencia se fabrica científicamente el esclavo, según Hitler el más perfecto instrumento de la civilización. El hombre es el único animal capaz de destruirse a sí mismo impidiéndose crear.


La creación de esclavos perfectos requiere la tecnología de la guerra entre clases o países, que a su vez implica la perfecta destrucción interna de la civilización que la emprende.


Pues toda teoría nace pretendiendo ser imagen y semejanza del mundo y concluye pretendiendo que el mundo sea a su imagen y semejanza. La explotación impuesta escinde a los seres entre trabajadores y parásitos y a las mentes entre científicas y humanísticas.
Para mantener el dominio sobre sociedades y seres escindidos se pretende que nada es más diferente que trabajo, filosofía y ciencia exacta.Por el contrario, nada se parece más a una sociedad que la imagen intelectual de ella que intenta hacerla irreconocible.


En edades de esclavos que hacen todo el trabajo, las máquinas son sólo juguetes; en épocas de maquinismo, los trabajadores son juguetes de las máquinas para quienes hacen todo el trabajo.


En épocas de patriarcado padecemos dioses patriarcales; en tiempos de ciencia objetiva positivista desarrollamos una narrativa, una pintura, una escultura, una fotografía realistas.


En edades de expansión colonial aprendemos el lenguaje de los astros que orientan nuestras naves y las dimensiones de la Tierra que pretendemos devorar.


En tiempos de guerras imperiales desarrollamos el cálculo infinitesimal que mide las parábolas de los proyectiles y el cronómetro que permite calcular la posición de las flotas invasoras.


En temporadas de empiriocriticismo subjetivista inventamos una plástica, una música, una novelística impresionista en la cual la realidad es inaprensible y la percepción de ella modificada infinitamente por las variaciones de la sensación y del recuerdo.


En épocas de teocracia absolutista se proscribe como delito la investigación empírica; en tiempos de industrialismo cientificista se penaliza como depravación inútil la indagación subjetiva sobre la totalidad humana.


En temporadas de Renacimiento algunos hombres intentan recuperar la espléndida integralidad de las posibilidades; en edades de Tecnodecadencia todos los hombres son separados en piezas condenadas a agotarse en funciones especializadas en mecanismos sin sentido.


El hombre resulta de la máquina social así como la máquina social resulta de la maquinaria industrial que la destruye.
Entonces se descubre que el hemisferio izquierdo del cerebro se ocupa del habla, la escritura, la numeración, la matemática y el método en forma secuencial lineal mediante la lógica y el análisis. Y que el hemisferio derecho se ocupa de las funciones no verbales, los sentimientos, las imágenes, los colores, la música, los sonidos, la memoria visual, la orientación espacial, los sueños y el arte, mediante la simultaneidad visual, la intuición y la síntesis.


Se verifica que los sujetos cuyo hemisferio derecho ha quedado separado del izquierdo reconocen colores pero no pueden nombrarlos, entienden instrucciones pero no pueden ejecutarlas.


Así como humanistas analfabetos aspiran a expresar el mundo sin conocerlo, científicos iletrados pretenden medirlo sin saber para qué.La coexistencia de Ciencias y Humanidades no es una aberración: corresponde a las dos funciones primordiales e inseparables de la mente.


Newton ve caer una manzana y sintetiza la mecánica del orbe en la Ley de la Gravitación Universal. Mendelejev sueña con un cuadro de proporciones maravillosas y desarrolla la Tabla Periódica, columna vertebral de la Química. Kekulé sueña con una serpiente que se muerde la cola y descubre la estructura del anillo bencénico, base de la química orgánica. Sin fantasía no hay Ciencia, ni hipótesis sin ensueño, ni demostración sin inspiración.


Leonardo afirma que sin números no hay Ciencia y pinta La Gioconda. Poe demuestra que se puede desarrollar un poema como un teorema, y escribe “El Cuervo”. Julio Verne descubre en La caza del meteoro la equivalencia entre masa y energía antes de que el joven Einstein la explique en un seminario en Suiza. Sin Razón no hay invención, ni creación sin conocimiento, ni verdad sin método.
Quienes confiscaron el mundo separando Razón de Intuición quieren ahora destruirlo escindiendo Ciencia y Técnica.Así, la alienación que comienza arrebatando al trabajador el control sobre el fruto de su trabajo culmina expoliando al creador el dominio sobre el uso de su creación.


Darwin demuestra el Origen de las Especies mediante la selección natural del más apto, para que después los racistas lo falsifiquen imaginando razas superiores con derecho a ejercer el colonialismo y el exterminio sobre las supuestamente inferiores.


Pasteur entrega desinteresadamente al mundo su descubrimiento sobre el origen microbiano de algunas enfermedades, sin saber que la CIA lo va a utilizar para desarrollar armas bacterianas con ántrax.


María Curie, quien jamás mató ni una hormiga, muere de cáncer para darnos el descubrimiento de la radioactividad, y ahí viene Truman y aniquila doscientos mil seres para demostrarnos que el conocimiento puede matar.Ciencia y Técnica sin Humanidades carecen de objeto pero Humanidades sin Ciencia ni Técnica carecen de Sujeto.


El Sueño de la Razón produce monstruos; mas la Razón sólo duerme cuando abdica del Sueño de comprender y dominar plenamente sus criaturas.


Monstruo es el destello de la creación separado del fulgor que lo enciende.


El Monstruo sólo deviene tal porque Víctor Frankenstein lo abandona.


No martiricemos a Prometeo por el fuego, sino al criminal que lo expropia para el incendio.


La escisión entre creadores y técnicos garantiza que mientras más elevada la invención, más bajo el uso al cual se la destina. Para ser humanos y humanitarios recuperemos el control íntegro y unificado sobre Razón e Intuición, Cuerpo e Intelecto, Ciencia y Técnica.


No es demasiado pedir ahora que transponemos el umbral de la creación de cuerpos y de mentes que nos superan, de la inmortalidad y de la omnipotencia.


Ni Ciencia ni Humanidades pueden vivir o morir por separado porque no son más que una sola y única cosa: la inabarcable mente humana.


Entonces viene Roberto Hernández Montoya y escribe un libro alarmantemente sabroso sobre temas tan divinos y hay que leérselo porque si no se está perdiendo el placer de los placeres que es el del pensamiento.

brittoluis@gmail.com

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Luis Britto García

Escritor, historiador, ensayista y dramaturgo. http://luisbrittogarcia.blogspot.com

 brittoluis@gmail.com

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