Salvedad hecha de los banqueros, de los comerciantes al menudeo e intermediaros medios, de los mendicantes, pensionados del S.S.O, jubilados en general, becarios varios; de los asalariados endógenos y de los pertenecientes a la nómina burocrática nacional, estadal y estatal no diplomática y municipal, salvedad hecha de estos receptores de renta, el bolívar fuerte nos parece tan debilitado que ni vale la pena expresarlo en dólares porque sencillamente da vergüenza ajena.
Si usted va por las principales calles de Venezuela, podrá observar que frecuentemente hay moneditas cobrizas y plateadas arrojadas al suelo sin que casi nadie se moleste en recogerlas. Y no sólo porque resultaron intraficables, sino porque de hecho no sirven para demandar nada y mucho menos dólares. A tal punto ha llegado su deterioro como dinero nacional. Y conste que este poder de compra es el verdadero termómetro del poder económico de un país; todo lo demás es bizantinería de la buena.
Pongamos algunas referencias que permitan comparaciones cuantitativas en el tiempo de las revalorizaciones que en serie que ha sufrido la moneda de EE UU:
Años Bs. /$
1961 4,30
1983 Devaluaciones no oficiales, según la oferta-demanda.
1986 “Viernes Negro” revaluacionista; la oferta-demanda sigue gobernando con un Control de cambio y régimen de dólares preferenciales.
2003 1.600,00 La regulación de demanda-oferta sólo rige para el mercado sumergido, “negro” o paralelo. También se le llama mercado del dólar permuta, o según algún eufemismo así manejado por el Estado.
2004 1.900,00
2005 2.150,00
2007 BsF.2,15 Un maquillaje o artilugio monetario para disimular el hundimiento de una moneda cuyo poder adquisitivo es tan bajo que reventó la capacidad digital de computadoras, cajeros automáticos, contabilidad, etc.
2009 4.300,00 Una megarrevalorización rasante del dólar que duplicó el volumen acumulado de todas las devaluaciones anteriores aplicadas al bolívar.
Este fenómeno de revaluaciones del dólar en serie y en tan corto tiempo resulta obviamente curioso bajo una Administración que de viva voz se declara bolivariana y cultora como ninguna otra de la personalidad de Simón Bolívar, nombre epónimo de la moneda nacional.
Actualmente nos encontramos ante una oficina de control y Administración cambiaria, y de un Banco Central que paralela y duopólicamente comercian la exclusiva de la divisa que nos ocupa. Ambos organismos proveedores de dólares parecieran no apetecer para nada la moneda nacional. Nos hallamos así ante un Estado que lanza una oferta billonaria en circulante pero que es incapaz de demandar suficientemente a su propia moneda, digamos que no lo hace en la cantidad que sus portadores la vienen ofreciendo. Tal es la paradoja de una moneda emitida por un Estado que luego se muestra excesivamente precavido y hasta despreciativo para demandarla.
marmac@cantv.net