El nomadismo intercontinental no es nada nuevo, el propio Paul Rivet (Los orígenes del hombre americano), auxiliado con las versiones de historiografía atlántica, décadas atrás dejó entrever la inmigración en América procedente de Australia y Melanesia, sumada a la posibilidad de inmigrantes que viajaron por el Estrecho de Bering (Beringia) y nos sembrarían siberianos del noreste rusoasiático.
Bien, lo nuevo de esta hipótesis migratoria transcontinental es su acogida y adopción por las clases sociales gobernantes de los países y gentes estabilizadas y sedentarias desde hace varios milenios. Como sabemos, la migración hacia otros países y continentes hasta ahora ha regido sólo para los “pendejos”: damnificados de guerras burguesas, de catástrofes, de problemáticas de la pobreza, desempleo doméstico, etc.
La causa de ese retorno al nomadismo de amplio radio asumible por la gente de mejor posición económica y más aristocrática del planeta clasista, pudiera ser el agotamiento del modelo desarrollista industrial apuntalado hasta ahora sólo por la tasa de ganancia, de tal manera que si está cae por debajo de la mínima rentabilidad burguesa, el modo capitalista se extinguiría, así nada más, según la ortodoxa versión marxiana.
Estamos pensando en otra causa del nomadismo burgués ya no referida a la desaparición del capitalismo ni mucho menos, como tal, sino a la mudanza de los integrantes de las clases burguesas y reales del Viejo Mundo, y su nueva adecuación del uso del espacio hidráulico, mineromotañoso, su Fauna y su Flora, en términos transcontinentales, más allá de la “primitiva” y tradicional extracción de materias primas y energéticos y su correspondiente trasiego hacia los países pioneros del capitalismo mundial, y de la conquista de mercados para sus manufacturas originarias.
Se trataría, pues, de una nueva forma de imperialismo porque no tan sencillamente la invariabilidad de sus nacionalidades, de sus patrias y de su sedentarismo elitista ha estado perdiendo sentido económico. Los burgueses y su modo de producción han operado tan desenfrena e irracionalmente que ha terminado socavando su propia tumba bajo sus dorados pies. Sus territorios ya no gozan de la fertilidad que les acompañó durante su pujante y explosivo desarrollo industrial propias de las Revoluciones I y II que requirió la ampliación de mercados foráneos para su gigantesca producción de bienes de consumo y de medios de producción.
Es obvio que sus minas y manás endógenas están agotadas, sus tierras desfertilizadas, sus montañas erosionadas y contaminadas con polución radiactiva de larga duración. Digamos que el capitalismo tradicional, el Imperialismo que conocemos por ahora, ha tocado fondo dentro de los territorios y continentes desde donde se inició la carrera burgocapitalista desde hace ya sus buenas 5 centurias. Su preciosa Obra plástica de Arte que por vía turística les ha garantizado tantos dólares americanos ya está derruida, opaca, irreconocible.[i]
Tampoco las desérticas y exhaustas tierras “santas” de las “antiguas” civilizaciones norafricanas y del Cercano y Medio Oriente ofrecen mucha hospitalidad vegetal. Los mismos europeos han dado cuenta de buena parte de su fauna, etc.
Efectivamente, se acaba el encanto de Europa y parte de los EE UU. Fidel Castro parece tener razón, y conste que no se trata de noticias agoreras ni de alarmas inoportunas.
Los asomos beliconucleares en el Medio Oriente y sus alrededores geoeconómicos; el derrame petrolero “ex profeso” que se acrecienta cada segundo en el Golfo Norteño americano, mediáticamente denunciado como producto de negligencia y avaricia capitalistas; la negativa de inmigraciones de pobres de África y Suramérica hacia la infatuada y aristocrática Europa; las curiosas y subrepticias libertades para el pregón y vociferamiento socialistoide, y la libre mediática anticapitalista y procomunista de la pendeja izquierda de África, de América del Sur y de muchos correligionarios jadaicomusulmanes; la inocultable y descarada expansión militar por mar y tierra de EE UU en estratégicos puntos continentales, todas esos fenómenos sociales de palpitante vigencia pudiéramos verlos como otra megaestrategia imperialista de los países de Europa, de Asia, de Suráfrica, Australia y de América del Norte, como prolegómenos de una Tercera revolución Industrial Burguesa.
La oferta petrolera de los países no americanos y norteamericanos está acotada en cantidad y en precio por barril. Su coste resulta cada día mayor e irrentable para la sana marcha de la industria capitalista imperial del mundo. La carencia de agua potable, los altos índices salariales que reina en todos esos países ya ultraindustrializados, con salarios que en buena parte pudieron gozar con cargo al trasiego de plusvalor americano; la sobrepoblación maltusiana que los ha conducido a la esterilización precoz de sus mujeres, al matrimonio monofilial, a la utilización de países como Costa Rica donde garantizarles un poco de sosiego moderno a sus jubilados, etc., todo esos datos pueden perfectamente mezclarse para dibujar lo que sería la nueva arquitectura imperialista con un continente Suramericano repoblado con trueque demográfico entre europeos que vendrán y suramericanos que se irán, mediante el mayor “paquete chileno” que están procesando desde los mismos años de Segunda Posguerra Mundial.
Lo han hecho sostenidamente con Parques naturales declarados Patrimonio Histórico de la Humanidad (eufemismo de patrimonio de los Imperialistas, gracias a diligencias de la ONU); lo han planeado e implementado con sus investigaciones de espías científicos residenciados en América y cuyo último representante fue el afamado agente Jacques Cousteau. Lo supieron y bocetearon desde que lanzaron sus primeras dosis atómicas mortales sobre las indefensas islas niponas. Lo seguirán haciendo con ayuda de líderes ingenuos que junto a los principales nobelados y agentes de DD HH se abocarán para revertir las prohibiciones de inmigrantes a Europa, para impedir que Israel siga masacrando gentes, para impedir que el “Imperialismo” sea una amenaza para el mundo y mil ingenuidades adicionales a las que nos tienen acostumbraos. Dejamos estas advertencias a quienes gustan de las premoniciones.
[i] Alertamos a los nuevos ricos para no comparar obras de Arte que muy probablemente los anticuarios y demás corredores de Arte les ofrecerán en remates o subastas. La promoción de un Dudamel, teniendo Europa tantos directores y músicos de primera, pretende abrirles las puertas a los millares de virtuosas e instrumentistas que ven mermado su mercado nacional. Ya los vemos viniendo a residenciarse en la Venezuela celestina que siempre ha sido para con todos los visitantes y tartufos que por acá se han acercado con fines non sancta.
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