(De Cómo el Socialismo Encarece los Precios)

A Mayor Capital, Mayor Oferta y Menores Precios

En las sociedades sostenidas a punta de capital criollo o extranjero, los conatos y asomos socialistas mediante prescripciones constitucionales, declaraciones políticas y legales, las reiteradas amenazas de expropiaciones, el cierre de empresas, los controles indiscriminados de pecios y del circulante nacional e internacional, en suma, toda señal de intervencionismo abierto, es una toma de medidas gubernamentales que por bien intencionadas que fueren, provocan emigraciones de capital.

Es que, por naturaleza propia, el capital sólo vive en medio de la más amplia libertad comercial. La destrucción y reemplazo de formas feudales tuvieron como causa las restricciones productivas y comerciales que reinaban durante el Medioevo. Dentro del modo burgués actual, las únicas injerencias estales permitidas son las dirigidas al combate de actuaciones extracapitalistas como el acaparamiento o escasez inducida, la especulación inducida o control de oferta con asociaciones mono y paramopólicas.

Bien, las emigraciones o fugas de capital obviamente constriñen la producción doméstica, baja la oferta y luego terminan encareciéndose los precios que deben satisfacer los consumidores intermedios y finales. Un PIB bajo es un indicador inequívoco de baja productividad laboral, de escaso capital en funciones o una combinación de ambas variables.

En el caso de la Economía Venezolana, por razones políticas, más que económicas, Cadivi (Comisión de Administración de Divisas) busca redistribuir y regular el flujo y destino del capital en divisas fuertes, pero contradictoriamente lo mantiene ocioso en la medida que no satisfaga oportunamente ni en cantidad suficiente la demanda de dólares de todo el parque productivo. Una Cadivi que así funcione obviamente pierde su razón de ser por estar convertida en un organismo contraproducente.

Determinar cuáles sean las causas de la baja oferta de capital oportuno por parte del gobierno es irrelevante porque estamos hablando de los perversos y desacertados efectos de los controles intervencionistas que atentan claramente contra la oferta productiva y el empleo nacional que determinaría la baja de precios, la satisfacción oportuna de bienes, y la paz, tranquilidad y confianza que, a manera de dinámica endógena, aceleradora y autónoma, generaría más capital que podría incrementar expansiva e intensivamente la oferta en cuestión. No hay vías alternas.

Como el capital emigra en búsqueda de mejores condiciones garantizadoras de mayores y seguras ganancias, tanto de una lugar a otro dentro del mismo país como de este hacia el exterior, estos faltantes de capital en funciones (para la contrata de asalariados y compra de insumos) son los que finalmente pretende el gobierno suplir mediante caudales de dinero inorgánico que expeditamente le han facilitado las devaluaciones el bolívar sin mayores consideraciones ni consultas populares.

Tales devaluaciones incrementan el volumen de circulante en moneda nacional que simula un incremento en la demanda que consecuencialmente provoca alzas de precio. Estas, sumadas a la baja oferta derivada del poco capital en funciones, achicado por la deficiente intervención de Cadivi y la atmósfera de inseguridad y ausencia de libertad comercial que psicológica y de hecho se respira a nivel nacional, esas devaluaciones, decimos, están causando más daño que beneficio en términos macroeconómicos, aunque un sector de la sociedad haya mejorado su ingesta familiar, ya que lo viene haciendo al elevado precio de una reducción creciente del PIB. Estas reacciones económicas en sí mismas alejan la posibilidad que las medidas populares se sostengan por mucho tiempo.

El dinero inorgánico fabricado con las devaluaciones busca regular el mercado por la vía monetarista. Es por eso que la inflación es generada desde los mismos entes gubernamentales que mal podrían suavizarla, frenarla y mucho menos eliminarla porque el control de circulante de dólares, los bajos estímulos a la capitalización y el incremento de dinero feble son los mortales componentes de una Economía estanflacionaria: mucho dinero con bajo poder adquisitivo, bajo empleo y elevados precios producen un coctel de venenosos efectos económicos.

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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