Señor Enrique Mendoza: Le escribo esta carta porque usted, después de ser promocionado con un thriller político, el 31 de octubre terminó siendo un conato de nada, una sobredosis de protagonismo mediático mal ganado.
¡Qué fiasco, señor Mendoza! Después de hacer táctica y estrategia del grito pelado: "¡Chávez, vete ya!", ahora resulta que quien se marchó fue usted. Pasmosa lección de política. Sorpresa le dio la vida.
Señor Mendoza, todavía conservamos en la memoria la frase que usted, dándosela de Bonny and Clyde, lanzó desafiante la madrugada del 12 de abril de 2002: "A esa basura, que se llama el Canal 8, la vamos a sacar fuera del aire". Pero en este momento, usted es quien sale del aire sin destino y vestido de pésame. Ya lo dice un vallenato: "Los caminos de la vida/ no son como yo pensaba/ como me lo imaginaba...". Sorpresa le da la vida, señor Mendoza.
Procuramos mirarlo sólo de reojo, porque cada vez que lo vemos en la televisión con su cachucha volteada sabemos que salió a meter un pie. Y lo mete.
Señor Mendoza, ¿no era usted el peluche unitario de la oposición? ¿Qué sucedió en las elecciones regionales con su máquina de fabricar votos? Confesado y comulgado, ¿cómo explica su vanidad la derrota sufrida ante Diosdado Cabello?
Le manifestamos que comenzamos a presentir el bajonazo histórico del 31 de octubre, el tiro final que recibiría, desde que Antonio Ledezma, cuestionándolo por haberse adueñado de la oposición, dijo incisivamente en su despedida de la CD: "Lo que no puede seguir prosperando es el chantaje de que nos sometamos a quien paga la casa, o paga la luz, a los grupos que han venido controlando o confiscando los espacios de la Coordinadora". Así saldan sus favores los mal agradecidos. Sorpresa le da la vida, señor Mendoza.
La gente que usted hizo marchar y después condujo a cometer tantos errores, me recomendó que le recordara la letra de la melodía siguiente: "La distancia entre los dos/ es cada día más grande,/ de tu amor y de mi amor/ no está quedando nada./ Sin embargo, el corazón/ no quiere resignarse/ a escuchar el triste adiós,/ que sea tu retirada".
Le han despedido de la Gobernación de Miranda, pero el hecho de su destitución no conmueve a nadie. Usted ya dejó de ser el estandarte político de Leopoldo López y Henrique Capriles Radonski. Confuso, decepcionado y triste como se encuentra, tal vez la palabra "retirada", le sonará malvada, como a muchos venezolanos le piqueteará el 11 de abril, el sabotaje petrolero y la guarimba.
Lo que pasa, señor Mendoza, es que descubrimos que su liderazgo era mentira.
Pero, si por alguna circunstancia sale a la calle, no se haga acompañar por Peña, Lapi, Salas Feo, De Lima, Lippa y Call, porque la gente va a creer que está ante la presencia de cadáveres insepultos.
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