Las corridas de toros en Venezuela son costeadas por las alcaldías y ésto no debiera ser así, ya que ese inmenso gasto de dinero se le resta a la realización de obras públicas o a las obras sociales que tanto se necesitan para atender a la comunidad y llevar mayor beneficio a la ciudadanía. Las plazas de toros generalmente pertenecen a las alcaldías, por lo que al presentarse alguna feria local los empresarios taurinos buscan hacer sus negocios y entonces acuden al alcalde para que engalane su respectiva plaza de toro, la cual regularmente durante 11 meses ha permanecido abandonada, por lo que habrá que gastarse una inmensa cantidad de dinero, casi siempre superior a lo que las alcaldías puedan recaudar al cobrar sus impuestos, si es que los “empresarios” de las corridas no les hacen saber al burgo maestre que las corridas dieron perdidas y por tal motivo no pagarán ni un solo centavo a las rentas municipales; y que más bien la alcaldía debe sufragar algún dinero extra para ellos poder cumplir los compromisos económicos adquiridos con motivo al realce de la fiesta taurina logrado. De manera que corren por cuenta de las alcaldías los gastos de acondicionar aceptablemente las plazas de toros: Reparaciones de la estructura, adaptaciones, pintura y limpieza interna; sumándose a estos gastos los que debe enfrentar en acondicionar las vías alrededor de la plaza, el estacionamiento respectivo, el pago de personal de seguridad, el aseo, el protocolo, atención al público, etc., etc. Es toda una fortuna la que tiene que gastar las alcaldías para la presentación de varias corridas de toros en uno o dos fines de semanas al año.
Que no vengan los alcaldes a justificar que las corridas de toros se efectúan porque hay tantos o cuantos “aficionados” entre los habitantes locales, regionales o nacionales a quienes hay que darle la oportunidad de presenciar las corridas de toros, no, no, esto es inaceptable, porque de aceptarse tal argumento para la realización de unas bárbaras corridas de toros, habría que pensarse en volver a presentar los espectáculos de las luchas romanas, ello porque de seguro existe el público suficiente para asistir y presenciar la muerte entre humanos, lo que para estos aficionados a eventos primitivos sería toda una fiesta de gran excitación; posiblemente igual o superior a los efectos que les causarían en sus ánimos el suministro de una buena dosis de buen vino. Las corridas de toros son una de esas malas costumbres heredadas de nuestros antepasados españoles, así como también existen en el siglo XXI otras varias malas costumbres que algunos se empeñan en llamarlas eventos tradicionales por lo que hay que conservar para secula seculoron, ya que si alguien se atreve a darles un parao a esos espectáculos deprimentes y dañinos a las buenas costumbres caería en situación de sacrílego.
En Valencia del Rey, Venezuela, ya se anunció que en el mes de noviembre de este año bicentenario van a efectuarse 4 corridas de toros en el coso valenciano y que por tal motivo habrán 400 funcionarios de la Policía Municipal y 150 agentes privados cuidando a unos 20 o 30 mil asistentes en determinado momento, lo que quiere decir que durante unas cuatro horas habrá en la inmediaciones del Parque Recreacional Sur un guarda espalda por cada 55 personas; quitándoles el servicio de seguridad a centenares de miles de ciudadanos que transitan por todo el municipio de la capital carabobeña. Sinceramente que no es fácil comprender la jactancia de algunos individuos que se auto califican de revolucionarios, puesto que cada vez parecen ser unos intransigentes conservadores de las malas costumbres existentes en este país.
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