El Taita Boves y la igualación democrática de Venezuela

Para comprender el rol histórico cumplido en dieciocho meses por José Tomás Boves en los acontecimientos que abaten la novicia República de Venezuela en 1824, habría que esculcar la vida colonial hasta entonces vigente, basada la misma en una diversidad de prejuicios raciales, religiosos y de casta provenientes de España, los cuales marcaron profundamente las diferenciaciones entre sus integrantes hasta el punto que los mantuanos -quienes se estimaban a sí mismos como una nobleza criolla impoluta, heredera directa de los conquistadores- desconocieran, incluso, algunas disposiciones de la Corona en beneficio de las castas por ellos consideradas inferiores, sobre todo, pardos y canarios, ya que los indígenas apenas si eran tomados en cuenta. En este ambiente de ostentación, de censura al libre pensamiento y convencionalismos absurdos, irrumpen los ideales de igualdad, fraternidad y libertad, trayendo como consecuencia inmediata la declaratoria de independencia y, junto con ella, el trastrocamiento de toda la estructura colonial, cosa que no fue prevista inicialmente por los mantuanos, puesto que su interés principal estribaba en apropiarse del mando político, dejando todo lo demás intacto, en una jugada gatopardiana, según sus intereses de clase hegemónica.

Refiere Manuel Pérez Vila que los pardos y mestizos “dan rienda suelta a sus legítimas ambiciones de mejoramiento político y económico. Vehículo de ese ascenso social será el ejército, tanto el patriota como el realista, que vendrá a ser el gran crisol en el cual se funden las diferencias sociales de la Colonia”. En un primer momento, las contradicciones de casta afloran y desembocan en alzamientos de negros esclavizados y de blancos de orilla que son reprimidos severamente por los ahora representantes de la libertad, del mismo modo como lo hicieran los españoles durante siglos; evidenciándose que “el mando político -en palabras de Juan Vicente González- de los que eran sus señores naturales no era para el pueblo sino una argolla más añadida a la cadena” que los sometía y discriminaba. Sin duda, tales contradicciones y acciones, sumadas al odio racial largamente incubado, dieron paso a una guerra cruenta y sin cuartel, convirtiéndose todos sus participantes en una masa armada apenas diferenciaba entre la independencia del territorio venezolano y la subordinación a España. En tal escenario, según lo analizara Arturo Uslar Pietri, “José Tomás Boves representa en un momento lo que El Libertador (Simón Bolívar) ni los criollos se han atrevido a hacer, viene y promete al campesinado las tierras que su libertadores les niegan”, lo que explica -en parte- ese ascendiente que hace de él un caudillo popular, capaz de levantar ejércitos de la nada, a pesar de las derrotas sufridas, infundiendo un gran temor entre las familias mantuanas, aún entre aquellas que respaldaban la causa realista.

Esto, aunado a su valor personal, sencillez, intrepidez, su escaso apego por la disciplina, la pompa y la adulación, el ser accesible a sus subalternos, la crueldad de la cual hacía gala y el halo de misticismo que le rodeaba, lo mismo que el ser agradecido y consecuente con sus amistades, hicieron de Boves el verdadero destructor del orden colonial y, por consiguiente, el primer caudillo de la igualación democrática de Venezuela, no obstante su oscuro designio histórico, insuficientemente entrevisto.-

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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