Conocí a Guillermo García Ponce recién llegado de Mérida cuando me vine a la ciudad de Caracas. Traía correspondencia para el pintor Manuel Espinoza y este me incorporó a la célula que llevaba el nombre del poeta ruso Vladimir Maiakósky que dirigía Guillermo en Cantaclaro como Secretario de Propaganda del Partido Comunista. Desde el primer día me recibió con camaradería. Jorge Pizani, Emiro Lobo y mi persona nos incorporamos rápidamente a las tareas de propaganda como artistas plásticos y diseñadores. Fueron días difíciles y muy duros pero las orientaciones y el ejemplo del Camarada Guillermo nos ayudó a paliar nuestra situación económica y nuestra falta de ideología. Guillermo jamás demostró antipatía, ni prejuicio hacia los artistas, ni discriminación alguna. Fue un maestro para nosotros del cual aprendíamos su sentido del orden y disciplina. Nos daba contínuos ejemplos y hasta era capaz de agarrar una escoba para barrer su oficina. Me regaló un ejemplar de “Política y clase media” y me estimuló para escribir y ser un buen camarada. Guillermo era un hombre emprendedor y hasta nos llevó a su hogar por allá por el Junquito y a su apartamento en “El Paraíso”. Guillermo trasmitía confianza y respeto. Su enseñanzas de cómo debe ser un revolucionario aún las llevo conmigo. Me lo conseguí varias veces por estos caminos de revolución y me criticaba mi militancia en otro partido como si fuera mi maestro y amigo. Cuando fundamos Vanguardia Comunista le dije: Guillermo….nos echan y el respondió rápidamente, no, nos echan; nos vamos. Aún hoy en día recuerdo su llamado para diseñar el logo de Vanguardia. Todos presentamos nuestro trabajo. Escogió el mío por lo sencillo y porque hasta un niño podía hacerlo. Una “V” y una estrella dentro de un circulo. En los procesos electorales lo llamaba antes del mediodía para saber como iban los resultados. Siempre acertó, hasta cuando perdimos la reforma. Me lo conseguí hace unos meses y le critiqué lo pesado que me resultaba leer el Diario “VEA” y algunos artículos muy largos. Me dijo: ---La flojera es una irresponsabilidad muy grave en un revolucionario y si algo necesitamos con urgencia es prepararnos ideológicamente. Siempre he confiado en ti; ayúdanos con eso allá en el estado Lara”. Se nos fue un verdadero político revolucionario y un extraordinario periodista y maestro. Hasta siempre camarada Guillermo.
Dos
A otro dirigente político que conocí fue al recién fallecido gobernador de Guárico, Willian Lara. Andaba yo metido en “Clase Media en Positivo”. Era la época del paro Petrolero. Vino a una asamblea del MVR, me le acerqué y le hablé de los intentos de militar en dicho movimiento y lo difícil que era entrar en dicho partido. Me dio un abrazo y me pidió que aguardara a que terminara la asamblea. Le hice una pregunta sobre las coincidencias y las diferencias entre el proceso revolucionario bolivariano y el justicialismo peronista y el por qué si se hablaba de una revolución inédita se seguían cometiendo los mismo vicios políticos de la cuarta. Respondió a mis preguntas con cortesía y sin ahorrarse explicaciones se tomó bastante tiempo para explicar sus razones. Al final del foro me entregó un folleto y me dio su teléfono. Jamás lo llamé y me sorprendió que ganara la gobernación del Estado Guárico. Me lo habían vendido como un tipo antipático y prepotente. No tuve más trato con él, pero siempre lo vi como una figura política seria y responsable. Un revolucionario honesto dirigente reservado y seguro de sí mismo. Nuestra causa pierde una de sus figuras políticas más importante. Paz a sus restos… y los que mueren por la vida no perecen jamás.
Al margen
Las ofensas de ese ser agresivo e iracundo, resaca de la IV República que funge como secretario de AD y de cuyo nombre no vale la pena escribirlo, no ofenden al comandante sino a la propia condición y dignidad humana. Grosero y petulante anda buscando convertirse en Victima para poder ser electo al parlamento andino. Vulgar y cínico, parece no tener memoria del desastre que le ocasionaron al país cuando eran gobierno y tenían el poder. Los demoleremos. Y no volverán.