Quizás
los ejemplos antes citados sean de poca valía a simple vista, pero
en el fondo cuantas de las decisiones inconsultas han marcado por siempre
la vida de un joven, sin contar con aquellas manipuladas, “en aras
de lo que es mejor para él o ella”, posiblemente nos suenen frases
como estas: «Es mejor que estudie derecho, ya su padre tiene
un despacho, tiene la mitad del camino preparado»; «Como
nos gustaría que fueses médico, toda la familia lo es».
No
es un cuento el de la madre que decidió no tener un hijo, convirtiendo
al que engendró en mujer, homosexual o bisexual del futuro quien producto
de un aprendizaje errado, tuvo que llorar y sufrir la aberración maternal
de quien debió hacerlo crecer, convirtiéndolo en algo difuso, triste,
frustrado, apagado; tampoco es fantasía que miles de padres, “con
razón o no”, incursionan a sus hijos en la prostitución, o en el
mejor de los casos en el trabajo a temprana edad, apartando de ellos
juegos, sueños y educación.
No
se está hablando de una sociedad lejana o producto de una febril
fantasía, cuando se señalan casos de robo, muertes, madres que por
no perder al hombre, a veces de turno, excluyen al hijo del seno familiar;
padres que violan a sus propios hijos; familiares que convierten a los
suyos adolescentes, niños, niñas e incluso ancianos en narcomulas;
agencias o redes que comercian con órganos; tráfico de personas; niños
o niñas por encargo, muertes por encargo, sicarios; grupos políticos
que introyecten en los jóvenes ideas seudo revolucionarias o de extrema
derecha; sectas que adoctrinan a los suyos hacia el crimen; jóvenes
que aprendieron como único idioma hacer daño; docentes que se creen
endiosados, estudiantes que matan, docentes que castran. Incesante lucha
de poder donde existen víctimas y victimarios. No se está hablando
únicamente de Venezuela. Esto es el Mundo, esto
es aún una dura realidad.
Un
mundo cada día más violento, con profundas raíces que la originan
y multiplicidad de factores que se conjugan en su aparición e incremento,
siendo lo socioeconómico el factor central, y donde sus manifestaciones
cada día toman distintas formas e invade diversos ámbitos, tal es
el caso del educativo, donde su incremento ha sido tan alarmante, lo
cual hace obligante una reflexión profundamente sensibilizadora que
permita revertir tal problema, y aún cuando se han realizado
algunos avances, es obligante seguir trabajando en su minimización.
Dra. Elena Ibarra
Universidad
de Carabobo
ibarraelena@gmail.com