En el más estricto sentido gramsciano

Los perros corriendo detrás de los venados

Muchos atacan el lenguaje de Chávez que no cesa de fustigar con su látigo al imperialismo. Se le critica que mantiene a Venezuela dividida en dos por el veneno de sus discursos en contra de la burguesía y contra a los escuálidos. Se le implora que ceda y que acepte convivir con lo que llaman “la minoría grande” que representan el 45% de los venezolanos de la oposición. 

Es el mismo espíritu entreguista del punto fijismo que dominó y desangró a nuestra patria en los cuarenta años de la cuarta república.  Las voces que piden esto tratan de ocultar el enfrentamiento y convertir  la bipolaridad en un modelo alternable donde se acepte a dos poderes políticamente irreconciliables como  a dos fuerzas o tendencias que deberían tener iguales valores. Invisibilizar el enfrentamiento de clases sociales para mediocrizar y desvirtuar en su fondo el mismo discurso revolucionario que representa el discurso chavista. 

Si bien es cierto que los márgenes que en las elecciones diferencian a la “mayoría grande” que le permite permanecer en el poder a la revolución bolivariana, de la “minoría grande” que no lo apoya, han sucedido cambios importantes durante estos once años de revolución. Eses 55 por ciento que acompaña al comandante presidente, que no ha crecido numéricamente, si lo ha hecho en forma cualitativa. Cuando Hugo Chávez ganó por primera vez, fue por una suerte de destino signado por la esperanza de la gran mayoría del pueblo, que apenas teniendo sobre él, la visión de su sueño de transformación, representado en la historia aquella mañana del  4 de febrero, apostó a envestirlo como lo que hasta el día de hoy ha sido, el líder necesario para un camino de transformaciones revolucionarias que terminaran con aquella cuarta república lacaya del imperialismo y la oligarquía nacional.  Ese gran mayoría es la mayoría y lo va a seguir siendo y lo que ellos llaman “la gran minoría” seguirá siendo la minoría que desde hace rato ya no puede disponer de los destinos de Venezuela. La minoría no decide por la mayoría, los perros no corren detrás de los venados, el pueblo despierto, que ha diferencia de hace once años, hoy tiene conciencia revolucionaria, está viviendo lo que es el inicio al socialismo. 

Por otra parte, la lectura de que la masa de gente que apoya a Chávez no creció  numéricamente, es otra falsedad. Aquella cuantiosa mayoría inicial del chavismo contenía a muchos que luego pasaron a ser adversarios  dado que Chávez no comenzó su gobierno con la claridad antiimperialista y dirigida al socialismo como si lo hace ahora, el gran triunfo ha sido mantener su porcentaje de apoyo ya con una conciencia de lucha de clases sociales. 

Como lo escribió  Gramsci, se define al período de cambio revolucionario a estos años de revolución pacífica en que la que debe de morir algo que no termina de morir y debe nacer algo que no termina de nacer. Esta condición descrita por Gramsci no puede usarse para igualar fuerzas que en esencia son contrarias. Que la oposición se quiera vestir de “la gran minoría” no deja de evitarle su destino de extinción. Mientras la marcha del gobierno bolivariano cada día se llena más de sentido y de logros, la oposición carece cada día más de un proyecto país, esta alimentada tan solo por la gran dominación cultural imperialista que persiste en las mentes consumidoras y pitiyanquis de quienes la conforman. Nadie dijo que será fácil la transformación, el modelo contra el que se lucha tiene poderes hegemónicos, el capitalismo sigue al mando del carro de la historia, aun extraviado en su crisis mundial, aun grandes mayorías siguen hipnotizadas con la promesa de riquezas y consumos en nuestro planeta. Cada día se expresa más fuertemente la irreductible fuerza revolucionaria que avanza no solo en Venezuela sino en todos los continentes. Cada día el imperio está más débil y extraviado, cada día el socialismo crece como la esperanza de todos los excluidos de la tierra. 

En Venezuela manda el pueblo. Manda la mayoría que sigue la marcha hacia la nueva sociedad. Así deberá seguir ocurriendo y cada vez con más fuerza en cantidad y cualidad. La oposición cada día se descompone más, solo es una lucha por retazos de poder que al ser logrados son presas de rapiña para seguir robando como lo que hicieron durante cuarenta años. No hay resultados, no hay proyecto. La lucha y el enemigo es el imperio que enfila todas sus armas mediáticas para espantar con la imagen de un Chávez castrocomunista que va contra la propiedad privada de las personas, que les va a quitar su casa a todas y todos, que les va quitar los hijos y que se convertirá en un terrible dictador. Un pueblo que despierta debe salirle al paso a la historia y abrirle camino a la sociedad que a diario estamos construyendo. 

Llegó  la hora de tocar los capitales, de socializar los mercados, de quitarle la propiedad a los explotadores y pasarlas a manos del pueblo. Eso es lo terrible, para ellos, de esta nueva etapa revolucionaria, por sobre el poder político que ya se tiene desde hace 11 años, se comienza a tener el poder económico, se avanza en la libertad agroalimentaria y en la creación de Empresas de Producción Socialista en las que el pueblo organizado asume su rol de administrar la nueva sociedad. 

Los perros ladran cada día más duro sancho, vamos muy bien!!

Venceremos. 

brachoraul@gmail.com  


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Raúl Bracho


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