Es el mismo
espíritu entreguista del punto fijismo que dominó y desangró a nuestra
patria en los cuarenta años de la cuarta república. Las voces
que piden esto tratan de ocultar el enfrentamiento y convertir
la bipolaridad en un modelo alternable donde se acepte a dos poderes
políticamente irreconciliables como a dos fuerzas o tendencias
que deberían tener iguales valores. Invisibilizar el enfrentamiento
de clases sociales para mediocrizar y desvirtuar en su fondo el mismo
discurso revolucionario que representa el discurso chavista.
Si bien es
cierto que los márgenes que en las elecciones diferencian a la “mayoría
grande” que le permite permanecer en el poder a la revolución bolivariana,
de la “minoría grande” que no lo apoya, han sucedido cambios importantes
durante estos once años de revolución. Eses 55 por ciento que acompaña
al comandante presidente, que no ha crecido numéricamente, si lo ha
hecho en forma cualitativa. Cuando Hugo Chávez ganó por primera vez,
fue por una suerte de destino signado por la esperanza de la gran mayoría
del pueblo, que apenas teniendo sobre él, la visión de su sueño de
transformación, representado en la historia aquella mañana del
4 de febrero, apostó a envestirlo como lo que hasta el día de hoy
ha sido, el líder necesario para un camino de transformaciones revolucionarias
que terminaran con aquella cuarta república lacaya del imperialismo
y la oligarquía nacional. Ese gran mayoría es la mayoría y
lo va a seguir siendo y lo que ellos llaman “la gran minoría” seguirá
siendo la minoría que desde hace rato ya no puede disponer de los destinos
de Venezuela. La minoría no decide por la mayoría, los perros no corren
detrás de los venados, el pueblo despierto, que ha diferencia de hace
once años, hoy tiene conciencia revolucionaria, está viviendo lo que
es el inicio al socialismo.
Por otra parte,
la lectura de que la masa de gente que apoya a Chávez no creció
numéricamente, es otra falsedad. Aquella cuantiosa mayoría inicial
del chavismo contenía a muchos que luego pasaron a ser adversarios
dado que Chávez no comenzó su gobierno con la claridad antiimperialista
y dirigida al socialismo como si lo hace ahora, el gran triunfo ha sido
mantener su porcentaje de apoyo ya con una conciencia de lucha de clases
sociales.
Como lo escribió
Gramsci, se define al período de cambio revolucionario a estos años
de revolución pacífica en que la que debe de morir algo que no termina
de morir y debe nacer algo que no termina de nacer. Esta condición
descrita por Gramsci no puede usarse para igualar fuerzas que en esencia
son contrarias. Que la oposición se quiera vestir de “la gran minoría”
no deja de evitarle su destino de extinción. Mientras la marcha del
gobierno bolivariano cada día se llena más de sentido y de logros,
la oposición carece cada día más de un proyecto país, esta alimentada
tan solo por la gran dominación cultural imperialista que persiste
en las mentes consumidoras y pitiyanquis de quienes la conforman. Nadie
dijo que será fácil la transformación, el modelo contra el que se
lucha tiene poderes hegemónicos, el capitalismo sigue al mando del
carro de la historia, aun extraviado en su crisis mundial, aun grandes
mayorías siguen hipnotizadas con la promesa de riquezas y consumos
en nuestro planeta. Cada día se expresa más fuertemente la irreductible
fuerza revolucionaria que avanza no solo en Venezuela sino en todos
los continentes. Cada día el imperio está más débil y extraviado,
cada día el socialismo crece como la esperanza de todos los excluidos
de la tierra.
En Venezuela
manda el pueblo. Manda la mayoría que sigue la marcha hacia la nueva
sociedad. Así deberá seguir ocurriendo y cada vez con más fuerza
en cantidad y cualidad. La oposición cada día se descompone más,
solo es una lucha por retazos de poder que al ser logrados son presas
de rapiña para seguir robando como lo que hicieron durante cuarenta
años. No hay resultados, no hay proyecto. La lucha y el enemigo es
el imperio que enfila todas sus armas mediáticas para espantar con
la imagen de un Chávez castrocomunista que va contra la propiedad privada
de las personas, que les va a quitar su casa a todas y todos, que les
va quitar los hijos y que se convertirá en un terrible dictador. Un
pueblo que despierta debe salirle al paso a la historia y abrirle camino
a la sociedad que a diario estamos construyendo.
Llegó
la hora de tocar los capitales, de socializar los mercados, de quitarle
la propiedad a los explotadores y pasarlas a manos del pueblo. Eso es
lo terrible, para ellos, de esta nueva etapa revolucionaria, por sobre
el poder político que ya se tiene desde hace 11 años, se comienza
a tener el poder económico, se avanza en la libertad agroalimentaria
y en la creación de Empresas de Producción Socialista en las que el
pueblo organizado asume su rol de administrar la nueva sociedad.
Los perros ladran cada día más duro sancho, vamos muy bien!!
Venceremos.