Vulgarmente
llamado dinero o billete, monedas con las que se paga el trabajo, o
se compra, para ser más claros. Las primeras monedas que recuerda la
historia, datan de 5.000 años A.C., no es el caso, valga la pena hablar
más bien de la sal. Ant5es que el ser humano inventara acuñar monedas,
que en un principio fueron fabricadas con metales preciosos y que luego
derivaron en piezas fiduciarias que “representaban un “valor”
en esos metales, se compraba el trabajo con sal. La palabra salario
deviene de que este mineral era usado para el pago del trabajo de algunos
hombres. Antes que el dinero, obviamente entonces, algún ancestro de
nosotros, inventó la propiedad. Ser dueño de algo más que la vida
que nos anima en esta vida, es un absurdo construido por las pasiones
más bajas del espíritu humano. Nada puede considerarse nuestro, somos
nosotros quienes pertenecemos a algo, a la vida, la naturaleza, el universo.
Para hablar
entonces en términos económicos, desde entonces estamos pagando bien
caro aquel invento de la palabra mío. Quien inventó la propiedad
seguro usó primero la fuerza, la violencia para someter a cualquiera
que se le opusiera ante semejante estupidez. Seguramente logró dominarlo.
Por la fuerza se estableció que pocos de nosotros se hacían dueños
de cosas. Comerciar dejo de ser el intercambio de satisfactores
de nuestras necesidades, por sistemas cada día más sofisticados de
propiedad, compra del trabajo de otros, cobro de impuestos y derechos
sobre el uso de lo que era de otros y explotación.
El resultado
es que el dinero pasó a formar parte de nuestra genética. Hoy
es algo indispensable para vivir. La sociedad terminó atrapada entre
cifras y ceros, entre dólares que se imprimen sin descanso en las prensas
del imperio. La cultura del consumo parece infinita e irremediable.
Todas y todos fuimos enseñados a desear cosas, a vendernos, a cambiar
nuestro talento y esfuerzo por estos pequeños papeles que pasan de
mano en mano y con los que compramos y pagamos nuestras apetencias.
Nombrar dinero,
aguas abajo, siempre se une a las peores pasiones que podemos sentir.
Nada que lo una con espiritualidad, con el perdón del Vaticano que
si supo hacer esta comunión sin ningún tipo de remordimientos.
Hablar de desarrollo
implica obviamente cifras, todas las mediciones son en verde dólar,
un color con alergia a bienestar y a felicidad de pueblos, un país
es mejor país si produce mas dinero para sus reservas, esto le da confiabilidad
para que otros dineros golondrinos puedan anidar sobre sus balances,
estamos realmente en la trampa jaula que nuestros mismos ancestros fabricaron.
Obvio que este
discurso mío de hoy debería parecer fuera de sentido. ¿Cómo podremos
vivir sin el dinero? ¿Cómo valorar las cosas sino poniéndoles precio?
La lucha contra
esta pesadilla imperial en la que devino esta historia que aquí
les cuento: y que no es otra que la de crear una sociedad con valores
que se midan en nuevos términos, no sólo pasa por la transformación
de la sociedad, sino por su misma salvación. Los milenios de la cultura
compra venta, de las corporaciones y los grandes consorcios, de la multinacionales
y megaimperios financieros, ya hace obligado a todas y todos entender
la locura final que tiñe de extinción a la misma vida. Sino la guerra,
será el clima, sino el clima será el hambre, sino el hambre las enfermedades,
las sequías, los manejos bélicos del clima desde Alaska en la base
de Haarp, el manejo de epidemias o de virus, la creación de enfermedades
desde las mismas vacunas que los grandes laboratorios fabrican supuestamente
para inmunizarnos. Estamos en el Apocalipsis y ni siquiera lo vemos.
La ira, la
gula, la vanidad, el egoísmo, el individualismo, el odio y la avaricia.
Todas estas palabras pueden encerrar el detestable olor a muerte de
la civilización en la que a diario despertamos. Acostumbrados, como
estamos, a que así es como son las cosas, dejamos que transcurran
las 24 horas de cada día esperando que otro solucione los problemas.
Aquí
no se puede hablar de otra puerta que no sea la revolución. Revolución
planetaria, Revolución de conciencia. Una gigante fuerza que generemos
para detener esta pesadilla y poder brindarle lo que queda de este mundo
ultrajado a las tiernas y pequeñas manos de nuestros hijos para que
hereden el planeta y lo reconstruyan para la vida, para el amor, para
la felicidad posible, por siglos cercenada por los dueños, por
los amos, por los patrones, por los señores del dinero.
Venceremos!!