En las últimas semanas se ha estado discutiendo largamente en la alta dirigencia gubernamental, un tema que parece ser de vital importancia para el futuro accionar de la revolución, este es precisamente la necesidad y la factibilidad de una “radicalización” del proceso bolivariano para hacerle frente a las múltiples fallas institucionales que nos han venido acaeciendo.
Quiero, antes de continuar con el tema de este intento de articulo, hacer una reflexión sobre este proceso, sobre nuestro proceso. Hay que recordar que la revolución bolivariana ha llegado al poder gubernamental por la vía democrática, esto, pocos gobiernos revolucionarios y de corriente marxista lo han logrado ya que, su objeto o uno de sus objetivos principales es transformar la súper estructura política, jurídica e institucional del estado y, como para ello (cuando se quiere de ya para ya) se deben “saltar” algunos principios básicos de la constitución, la fuerza y las armas son los mejores apoyos ante las posiciones opuestas. Así pues, es más fácil optar por la revolución armada que por la revolución pacifica, democrática.
El caso que hoy se vive en Venezuela es bien particular, en el sentido que venimos haciendo el recorrido del bumerang. Comenzamos con una revolución pacifica, con discurso progresista, poco a poco se le fueron dando mejores y mayores aditivos a ese discurso y hoy, a once años, hablamos de antiimperialismo, socialismo, comunas, poder popular y pueblo legislador. Las leyes que se han venido aprobando en el seno de la asamblea nacional dan un giro a las viejas estructuras e irrumpen el aparato burocrático (aun)servil de las viejas y las nuevas elites. Todo esto, en sí, representa una paulatina radicalización del proceso bolivariano. Para algunos, lento, para otros, imperceptible y para otros tantos, tardío.
Se ha comenzado (con mas fuerza) a hablar de radicalización poco tiempo después de los resultados de las ultimas elecciones, de los análisis del crecimiento del voto blancoverde y de la creciente impopularidad del proceso en los sectores juveniles. Algunos hablan de radicalizar el proceso en general y otros hablan de abrir un ala radical dentro del proceso. Estas posturas tienen varias lecturas. Una de ellas es que, según parece, la quinta columna se ha activado y con un discurso de supuesta radicalización, lo que buscan es llevar a cabo practicas fascistas (tipo lista tascon) para crear rechazo al proceso y al comandante Chávez en vista de las elecciones 2012.
Otra de las lectura, es el posible trazo de lo que seria la completa militarización y ocupación, por cualquiera de las vías posibles, del poder gubernamental. Esto, conllevaría a un rechazo de la izquierda civil y la izquierda intelectual, por lo tanto seria tan contraproducente para el proceso como la primera de las opciones.
Hay que revisar bien cuales son las propuestas y los objetivos de esta tan mencionada radicalización. Estamos a punto de entrar a un año donde el juego se basa es en la gestión gubernamental, no se puede fallar. Y en el 2012 se juega la vida de la revolución. Algunos piensas que esto ya esta haciendo aguas… y por ello juegan al fracaso. Por el contrario, debemos radicalizar, efectivamente, pero la eficiencia, la eficacia, la buena gestión, la respuesta a tiempo, los niveles de sensibilidad, el estudio, la lectura, la discusión generadora, la critica; apostando siempre a la aceptación de la revolución, a tomar nuevos espacios, a crear conciencia de y para la vida, a ganar espacios para el socialismo.
Esa búsqueda desde la raíz del problema es bien compleja, más cuando tratamos con instituciones con problemas estructurales, cuando también, tratamos con hombres cuyos pensamientos responden a la lógica del capital.
¿Radicalización? Perfecto. Pero ¿de qué, en qué y cómo? No dejemos que algunos crean que son los más comprometidos y bravos del proceso y lleven a cabo acciones, cuyos resultados serán, única y exclusivamente, crisis psicosociales en detrimento de la revolución.
elcorreodefranciscoojeda@gmail.com