(Ilusiones socialistas del Estado burgués)

Conozcamos a los Beneficiarios de Mercal

Las ayudas que el Estado burgués les brinda a los más pobres y a los trabajadores de menores ingresos se conocen como “subsidios”. Las que benefician a los pequeños empresarios se llaman “subvenciones”.

Desde hace una década en el Estado venezolano se viene implementando una serie de plausibles medidas auxiliares que tienen las mismas finalidades de aquellas ayudas bajo el nombre genérico de “misiones”. Así, se conoce varias Misiones Robinson dedicadas a la alfabetización y educación en general, la m. “Mercal”, la m. Milagro, la m. Madres del barrio, etc., todas ellas tendentes a paliar las penurias sufridas por el proletariado desde hace unos 170 años.

Tales misiones han beneficiado ciertamente a un proletariado, una voz marxista que se oculta y cambia por el de “excluidos”, “marginados” y “miserables”, tal vez para evadir la verdadera problemática de esta sociedad clasista, cual es la del ingente desempleado que acumulativamente va generando el sistema de explotación más perverso ideado por los explotadores de todos los tiempos, como lo es el s. capitalista que impera en el mundo entero.

Desde la segunda mitad del pasado siglo, en Venezuela se ha ido formando un trabajador menos sumiso y más protestante y dueño de sus derechos frente a unos patronos quienes, además de ser explotadores burgueses, se han dedicado al saqueo sin límites de la riqueza nacional, mediante su encompinchamiento con capitales extranjeros. Se trata de los empresarios maulas, receptores de subvenciones y todo género de elasticidades mercantiles, financieras e impositivas.

Tales empresarios han tenido a su lado al aliado más perverso antiobreril, como lo han sido los sindicatos aburguesados que siguen enquistados en la presente Administración , y cuyo mejor ejemplo de traición obrera lo tuvimos con la monstruosa y descarada alianza obrero- patronal de aquel año golpista 2002, sin que este mismo Estado haya sido capaz ni potente para castigar a ninguno de ellos.

No obstante, el desarrollo de la fuerza laboral ha sabido manifestarse mediante luchas violentas que han dado como saldo millares de muertos masacrados por el Ejército Nacional en obediencia ciega a su función principal, cual es la de mantener la Paz Burguesa.

Efectivamente, este país ha tenido un estado burgués bien armado y siempre al servicio incondicional de los capitalistas, suerte de saqueadores de las riquezas naturales y del trabajo de los asalariados, con sentido muy poco nacionalista y grandemente extranjerista, puesto que ha sido un Estado al servicio de los intereses extranjeros desde el mismo José A. Páez para acá.

El cambio de las medidas asumidas por el Estado que puede observarse durante la presente década de este nuevo milenio es más nominal que real ya que todas, absolutamente todas, las medidas tomadas por el Estado burgués en este y cualesquiera otros países son medidas que finalmente benefician a los empresarios burgueses.

Veamos esto con mayores detalles: Cada necesidad subsidiada por el Estado, cada servicio público prestado, tienen por fuente de financiamiento los impuesto que en mayor parte le son arrancados a la clase trabajadora. Los impuestos enterados por los empresarios son deducibles de groseras ganancias, pero los impuestos arrancados a los obreros y trabajadores en general son mermas en el poder adquisitivo de esta gente que sí trabaja mientras aquellos sólo los explotan.

Cuando el Estado ayuda a los trabajadores, mediante bonos alimentarios, la conocida “cesta ticket”, por ejemplo, ¿qué otra cosa u otra función cumple que no sea la de abaratarle un poco el coste de vida al trabajador? ; y cuando eso ocurre, ¿qué otra cosa o función está cumpliendo “este Estado burgués” que no sea el de mantener frenado el salario de los trabajadores mientras la inflación sigue su curso y los empresarios se limitan a mantener esos mismos salarios minimizados y a subir sus precios de venta?

Recordemos que cuando un fabricante eleva sus precios de venta, estas elevaciones se contabilizan en toda la cadena de comerciantes, y finalmente son los trabajadores quienes cargan con ese muerto inflacionario. De paso, con el IVA, que criminalmente pecha a pobres y ricos por las mismas compras de las mismas mercancías, el Estado sale beneficiado, y de allí que poco pueda esperarse de un Estado que se lucra con la inflación inducida por él mismo.

Cuando el Estado otorga subsidios para la adquisición de vivienda, ¿qué otra cosa hace ese Estado que no sea abaratar el coste de la vida del asalariado?, y cuando eso ocurre obviamente, y de acuerdo con el régimen burgués, a menor coste de vida, menor precio para la fuerza de trabajo y consecuencialmente menores salarios, pero menores salarios, para jornadas constantes, no es otra cosa que mayores ganancias para el patrono.

En resumen, las misiones, subsidios y subvenciones tienen como verdaderos beneficiarios a la clase patronal, a la burguesía, a los capitalistas, pero, ¡claro!, son medidas que se hallan a la orden del día para los políticos de siempre, siempre a la caza de problemas sociales, para asumir funciones de vengador de los pobres y hasta para vender ilusiones socialistas o unas medidas que no benefician a los trabajadores, sino a sus patrones. Tal es el verdadero papel del Estado Burgués.


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Manuel C. Martínez M.


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