“Este es un diciembre traumático que niega la esencia de lo que tradicionalmente es esta época”. “Nadie tiene derecho, por tanto, a ensombrecer diciembre, convirtiendo las Navidades en una pesadilla”.
Aunque usted lo crea, las párrafos anteriores no fueron publicados por un diario venezolano durante el sabotaje petrolero que vivió el país desde diciembre de 2002 hasta principios de febrero de 2003. Estos largos y bonitos enunciados, corresponden a extractos del editorial del diario El Nacional de su edición del martes 21 de diciembre. El escrito recurre al “espíritu navideño” para cuestionar lo que califica como “políticas de persecución” contra los acusados de haber firmado el decreto de Carmona en abril de 2002.
Nadie puede desconocer la dimensión humana que recoge el espíritu navideño. Lo que objetamos de estas conmovedoras palabras de El Nacional es que, durante el “diciembre traumático” que generó el sabotaje petrolero, este diario jamás le recordó a la oposición que dejar sin gasolina ni gas a los venezolanos era convertir “las Navidades en una pesadilla”.
Es decir, en aquel momento los millones de víctimas de la Navidad traumática de 2002 no le importamos nada a este periódico. Tampoco importaron para El Nacional los diez mil millones de dólares de pérdidas que causó el paro convocado por la mitocrática nómina mayor de Pdvsa. En cambio, actualmente se convierte en un bufete mediático para asumir la defensa de la veintena de angelitos que, por ahora, han sido acusados de firmar el decreto de Carmona. Los mismos que, ocho meses después, apoyaron la paralización de la industria petrolera.
Vemos delicado cuando el citado diario se pone peligrosamente confesional al aseverar dramáticamente: “Desde los sucesos de abril han transcurrido ya dos años; es hora de verlos con otras perspectivas. Pertenecen a la historia. Demasiado daño se le afligirá a los venezolanos al no permitir que sean olvidados y, por el contrario, al consagrarlos como un factor para dividir a los venezolanos, perseguirlos y atemorizarlos”.
Criticar al Ministerio Público y al Poder Judicial por “no permitir que sean olvidados” los graves sucesos que condujeron al golpe de Estado del 11-A, contradice la consigna “prohibido olvidar” que los oposicionistas, entre ellos El Nacional; convirtieron en una de sus grandes banderas de lucha. Con este llamado a la indiferencia, que ahora El Nacional le exige al gobierno, lo que pretende es que los sucesos del 11-A queden impunes para evitar el castigo de los culpables de cuello blanco. Como siempre.
Las luces de nuestro mental arbolito navideño hacen cortocircuito cuando leemos, en el mencionado editorial, el párrafo siguiente: “Este mes (diciembre) fue celebrado siempre en Venezuela con medidas humanitarias y de paz”. Otra vez El Nacional intenta jugar al olvido histórico de los venezolanos. Pues, trata de ocultar las grandes pérdidas causadas a la nación por los tres humanitarios y pacíficos reyes magos que adornaron el pesebre mediático de sus páginas durante el paro petrolero: Carlos Ortega, Juan Fernández y Carlos Fernández.
Según este editorial de El Nacional, que es un auténtico culto a la impunidad, fracasado el golpe de Estado, el sabotaje petrolero y la guarimba, la oposición -como táctica y estrategia de su nuevo reciclaje existencial- optó por disfrazarse de San Nicolás para decir: “Aquí no ha pasado nada”.
Sin embargo, el pillaje mediático que impulsa la impunidad oposicionista queda al descubierto, porque todavía faltan dos meses para el Carnaval y, desde hace mucho tiempo, en este país se cayeron las máscaras. Jo, jo...
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