Dicen que es el más largo. Que toca nervios ocultos en las entretelas de las voluntades; dicen que quien lo posee lo tiene todo.
De lo dedos más temidos, después del de San Juan, que según el refranero popular es el peor, porque cuando San Juan baje el dedo, muchas cosas han de pasar.
Hoy se dejó ver el dedo del miedo por el litoral central, más exactamente en la ruta Catia La Mar-Caracas, cuando los egregios patriotas conductores se desaparecieron para dejarle ver a los gobernantes sólo una uñita de lo que les va tocar si no dejan que suban las tarifas para este diciembre.
Nuevamente de rodillas ante ellos las instituciones se humillan ¡Qué decir se humillan! Se arrastran cual plañideras ante el rostro del dios BILLETE.
Nadie ha dicho nada, sólo la fuerza represora, esa sombra de inútiles en pantalones azules, se apersonaron para hacer su cosecha de “multas”, cada vez que un pirata se acercaba a la yugular de los pasajeros, quienes estaban legítimamente dispuestos a pagar el sobreprecio para poder llegar a sus trabajos.
Ahora de verdad no sabemos qué ocurre, si es que la oposición a través de sus operadores al volante echan adelante una nueva ofensiva o si es la policía quien comanda la conspiración.
Lo cierto es que hoy vimos todos los síntomas de un paro, no hubo carros, no hubo accidentes en la autopista, no hubo explicación por parte de las desautoridades... Todo pareció un paro, una huelga, un black out.
El miedo, el dedo del miedo se metió en la boca de la alcadía (alicaída) y la gobernación hizo tronar sus marciales cañones del mutismo.
¿Qué coño es lo que pasa? Preguntaron los pasajeros, mientras el dedo del miedo arrastraba su uña hedionda por las cunetas de la avenida y los “aguerridos compatriotas” dispuestos a defender este proceso se mantuvieron lejanos.
¿Es que acaso están propiciando el estallido social -ese 27 de febrero que ha nombrado Chávez tantas veces, que le prepara la oposición... Así va a comenzar la cosa?
Mientras tantos “los luchadores camaradas” desde sus ocultas atalayas muestran los temblores que se les avienen cuando el dedo del miedo les va bajando por las espaldas...
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