Ayer mí comandante Presidente, el líder profundo de mí revolucionario corazón púrpura bermejo y rojo hasta las guachas, me pidió que nosotros los “cuadros de nivel” del glorioso partido nos hiciéramos una autoevaluación y comienzo ante el espejo.
Me miro la piel medio clarita y ese colorcito medio oscurito me ayuda a identificarme con los camaradas afros otrora negros y siento que el mestizaje me ayuda hasta en lo político. Lo del pelo medio enchurruscadíto me lo arreglo con cortes bajitos que no dejan que se le alboroten las ondas a los chichas aplacados. Bueno en lo genético la autoevaluación me ayuda. Eso era antes, cuando copey, que los líderes eran más legítimos si superaban racialmente a la militancia popular. Por ahí voy bien.
Tengo buen físico y estoy papeado, puede decirse que en un casting para la telenovela política del país paso como Franklin Virgüez, popular pero protagónico, así que se explica porque tengo un rol de dirigente en la trama de la institución que presido. En ese aspecto, también sigo bien.
Desde el punto de vista de la formación ideológica, nadie puede decir que en la UCV no le eché un cerro, no tanto en lo de activista del grupo “Combate finisecular por la liberación de los pueblos oprimidos”, porque mi apreciación y la de mi grupo tuvo razón –necesitábamos una revolución poética y aquí la tenemos, como dice mi novia: Poética y bonita; bien bonita pues. Por ese lado también voy chévere.
En lo que respecta a la extracción de clase, mi papá viene de abajo, pero siempre fue un buen alpinista, así que alcanzó la cúspide con una quinta de 3 pisos en El Marques, bueno yo no tengo la culpa de eso, siempre me identifiqué con mis primos pobres de Pagüita... Bueno de Las Tinajitas, más bien. Con ellos tuve el contacto con los cerros y supe de la vida dura de las gentes de allí y si ese contacto no se hizo más profundo fue por mi mamá que no quiso que siguiera yendo para allá porque se me iban a pegar las malas mañas. Sin embargo no olvidé jamás a los primos que siempre iban a picarme la torta, de vez en cuando. Así que en lo que respecta al contacto con el pueblo sufrido, en esta autoevaluación continuo muy bien.
En cuanto a la militancia y mi formación política, después de graduarme mi papá me consiguió una chamba con la gente del gobierno, era Lusinchi entonces el adalid de la justicia social, con él aprendí a participar y a militar secretamente para la izquierda, porque seguí viéndome con los camaradas de mi grupo “Combate finisecular por la liberación de los pueblos oprimidos”, con ellos viví las dificultades de la clandestinidad cuando nos pidieron la cédula saliendo del Coimbra. Aprendí muchas cosas con los compañeros de trabajo, tanto adecos como copeyanos, sé lo que significa eso de AQUÍ CABEMOS TODOS, por lo que puedo decir que en eso de revolución pacífica también estoy bien.
En lo que se refiere a mi actividad actual, puedo decir que gracias Chávez ahora soy alguien, tengo un buen puesto, dirijo a mis subalternos como debe ser, son mis empleados y conmigo nadie juega, por eso les aplico las 4 errrres al cuadrado y los tengo pisados. Ellos creen en la horizontalidad y yo siempre digo que esa se la aplico es a las jevas; tengo mi refrán y se los repito: DEJEN EL TUESTE, EL QUE QUIERA HORIZONTALIDAD ¡QUE SE ACUESTE!
Yo leí a Althuser, así que con estructuralismos para otra parte, no como con funcionalismos, lo mío es ecléctico, un poquito de Marx, otro de Engels, un pelo del Che, con tres pizcas de Fidel, dos cucharaditas de Chomsky y otro tanto de Metzaros a eso échale Trotsky, ponle Lenin. Métele Bakunin, empújale Kautsky, espolvoréale Mariátegui y dale látigo contrarrevolucionario para que veas que te sale un tres en uno ideológico que cuando me lo zampo el comandante es un bebé de pecho en comparación conmigo. Por eso cuando entro a la oficina tiembla todo. Soy un mago de las ideas revolucionarias; las mías son las mejores ¡nadie me supera coño! Los compañeritos quieren, pero no pueden –por eso es que digo que tengo una situación revolucionaria permanente; a los de planificación me los tiro en caldo de ñame... yo y sólo yo, con mis gloriosas inspiraciones que me descienden directamente desde el presidente comandante hasta mi, así por efluvio revolucionario, radical y comecandela. Y en este aspecto de verdad voy mejor.
Sigo observándome objetivamente en el espejo y veo que mi ropa va acorde con el momento histórico; dado que este proceso es UN PAÍS DOS SISTEMAS (que viva Deng Xiaoping), combino el blue jean con el Armani, le pongo un poquito de contrapoder con un diminuto prendedor de Manu Chau que compré en su concierto de Bangladesh, al que fui invitado por la asociación mundial de las juventudes rojas y que me pagó el partido Acción Democrática en el 83 y que guardo con cariño. Los zapatos son unos bichos que no sé cómo se pronuncia el nombre, pero valen una pelotota de plata y así si me veo bien. Los chamos del trabajo imitan mi estilo, por eso se ven chimbos en esos trapos que mezclan sin ton ni son. El de la pinta soy yo y en eso voy más, pero mucho más que bien.
En el aspecto de que me hayan asignado una camioneta Trail Blazer, es cosa del Ministro y si tengo bono por litro de aire respirado, eso es cosa del Ministro y si tengo bono por hijo y por sobrino, eso también es cosa del Ministro y si viajo al exterior en primera clase, eso no es mi culpa, eso también es cosa del Ministro ¡que esl tío de mi esposa! y eso tampoco tiene que ver conmigo. La vida es así, no la he inventado yo. Todos insisten en hacer de mi un privilegiado, yo me resisto ¿Qué me compré una casa en Alto Prado? Bueno y dónde querían que me la comprara si fue una oferta, me la vendió el hijo de (no se los voy a decir) por la misera suma de un millardo (pero de los fuertes) ¿Y qué voy a hacer yo si me alcanza la plata? Y déjenme decirles que en este aspecto de mi autoevaluación también salgo bien, porque soy sincero conmigo meeesmo.
Yo sé que van a estar de acuerdo con mi reflexión desinteresada y socialista y que saben que la gente como yo jamás dejara caer este proceso (pero tengo mi cuentita en Suisa, porsia) y que a la hora de aplicarles las 4 errres, ya sabrán comprender mis posiciones revolucionarias y si se resisten les voy a aplicar aquello de o patria socialista o muerte.
¡Con esta autoevalución venceremos!
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