Más democrática, no existe en el mundo entero

Fue confirmada en un referéndum popular el 15 de diciembre de 1.999 el texto de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, primera vez en la vida republicana de este país, y quizás del mundo, que el pueblo en forma directa interviene para decir que si está de acuerdo con alguna ley, en este caso con la ley fundamental de la nación; sin lugar a ninguna duda que con aquel acto se cumplió con el expreso significado de lo que es una verdadera democracia participativa y protagónica. Es probable que mucha gente en otros países todavía piensen que ese referéndum fue solicitado por la fuerza política de la oposición con el fin de que constituyera ese proceso un obstáculo que debería remontar el gobierno para la puesta en vigencia de tal Constitución, por lo que es necesario aclarar que esta Constitución fue estudiada y elaborada por una Asamblea Nacional Constituyente integrada en su casi totalidad por partidarios del gobierno, y que fue el mismo Presidente de la República quien propuso e impulsó hasta el final tal norma; y teniendo para la fecha más de las tres cuartas partes de los votos en la Asamblea Nacional Constituyente. Estimado lector, piense profundamente si antes algún gobernante de este país se hubiera atrevido avalar un requisito que podía resultarle adverso a su proyecto de gobierno. ¿Sería posible imaginarlo en la época del puntofijismo?

El alto beneficio democrático alcanzado por el pueblo venezolano con la actual Constitución no termina allí, vea como la Carta Magna establece que todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables y que es el mismo pueblo el que decide cual funcionario público no se desempeña correctamente y por tal opinión ser removido de sus funciones después de cumplirse la mitad del período de su gobierno. Aquí hay que detenerse y analizar cual de los presidente que ha tenido esta república, partiendo de la Cosiata y llegando a la Convergencia, pudiera haber propiciado este dispositivo legal y llevarlo adelante hasta su inclusión en el documento constitucional. Mentalmente piense en los presidentes habidos, comience con el general José Antonio Páez desde 1.830 y finalice con el Doctor Rafael Caldera en el año 2.008, 168 años de historia, y precise si pudo existir alguno que se le hubiera ocurrido tal idea, idea que en la práctica podía en el futuro volverse contra él mismo, y no olvide tomar en consideración que aquel otrora eventual proponente tuviera entre los integrantes del Poder Legislativo, responsable de aprobar esa fórmula una mayoría calificada a su favor.

La Constitución de 1.961, anterior a la actual, era totalmente blindada y no había posibilidad de que alguien afuera del gobierno y de los partidos firmantes del Pacto de Punto Fijo pudiera intentar modificarla, y así es como en el primer gobierno del Doctor Rafael Caldera se le hace la primera enmienda, mayo de 1.973, ésta dirigida a inhabilitar políticamente a una única y determinada persona para que no pudiera ser candidato a la presidencia de la nación, pues la hegemonía del régimen puntofijista aspiraba gobernar al país por centurias y aquella posible candidatura la comprometía gravemente; ese temor fue lo que obligó a aprobar tal personalizada enmienda. En cambio, hoy se observa en la Constitución de 1.999 que, entre otros procedimientos, basta solo el deseo de un 15% de la ciudadanía inscrita en el Registro Civil y Electoral para solicitar su enmienda o su reforma. Ahora bien, cualquiera sea la iniciativa para estudiar una enmienda o reforma constitucional, venga ésta del Poder Legislativo, Ejecutivo o de la voluntad popular, ella, después de aprobada por la Asamblea Nacional, tiene que ir necesariamente a la consulta del pueblo para que la acoja o la rechace en un referéndum y solo si éste resulta aprobatorio es que se podrá incluirse y ponerse en vigencia en ese texto legal. Es por todo lo anteriormente indicado, y otras cosas más, que días después de proclamada la Constitución por la Asamblea Nacional de Venezuela, 20-12-99, muchos notables políticos y respetados pensadores nacionales y extranjeros determinaron que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es la más liberal y moderna del mundo.


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José M. Ameliach N.


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