Desde que apareció el primer mercader, se inició la formación de un inmenso stock de herramientas, maquinarias y equipos, así como un crecimiento sin límite de los inventarios de mercancías de consumo final. En el sistema capitalista, acumulación significa sencillamente que la oferta supera la demanda solvente. Esta acumulación de capital también rige para la mano de obra proletaria.
Esa acumulación es una de las muchas contradicciones de ese sistema porque implica desempleo y potencial de empleo al mismo tiempo. La acumulación de la riqueza material nunca cesó hasta que los mercados dejaron de ser extendibles. Fue entonces cuando se inició una industrialización a gran escala planetaria a fin de ensanchar los mercados de mercancías finales y particularmente el de medios de producción. También el proletariado se ha universalizado y ensanchado, y hoy por hoy hallamos más desempleo.
Históricamente, la publicidad comercial se desarrolla como jamás se lo imaginó el hombre del siglo XIX. El consumismo quiso dar cuenta de todo el salario de los obreros, pero los trabajadores mejor desarrollados lograban ahorrar para su vejez, vacaciones y demás excentricidades proletarias, como esa de visitar a Europa para conocer sus ruinas y demás antiguallas, una serie de obras arquitectónicas y del Arte plástico que lo que inspiran es vergüenza ajena cuando nos enteramos de los ríos de sangre y sufrimiento que costearon su elaboración por manos explotadas.
No obstante, el capital (productivo, comercial y financiero) logró salida en los países rezagados o menos desarrollados. El Crédito Público se incrustó en las Constituciones de estos países ignaros y suplidores de materias primas; las compraventas internacionales se ensanchan, pero de todas maneras la acumulación empezó a frenarse cuantitativamente ya que como venimos afirmando no existen mercados solventes para tanto capital productivo ni comercial, como tampoco es posible dar pleno empleo en medio de tanto recursos ociosos o semiocupados.
Hoy por hoy, las industrias se limitan a renovar el capital constante desgastado u obsoleto, y a acumular capital dinerario. Se abandona el patrón oro ya que las reservas de este no cubren las ilimitadas necesidades de circulante. La moneda de papel y la modernísima m. virtual permiten la creación de dinero fiduciario e inorgánico. Con ello, la inflación se convierte en la crisis más generalizada que sigue creciendo en la mayoría de los países menos industrializados y atascados con ingentes deudas públicas de países representativos del mercado para la acumulación del capital financiero.
Originalmente, esa pérdida de confianza del dinero fiduciario es la que inspira y fuerza los movimientos inflacionarios ya que se trata de un dinero que no tiene ningún valor per se. Entonces se decide frenar o regular la Oferta de Dinero Internacional, vale decir, la oferta de dólares. La regulación de la “oferta dineraria” en dólares se lleva a cabo mediante 3 (tres) controles cambiarios:
1.- El Control de Divisas (Cadivi, caso venezolano), un control cambiario que, por un lado represa circulante nacional, e incrementa las reservas en dólares, una medida muy necesaria ante la Inflación internacional. Por otro lado, esa mayor disponibilidad de circulante nacional viciosamente provoca nuevas inflaciones domésticas que también provocan déficit fiscal. Este fuerza al “control cambiario” 2.- La devaluación del bolívar que impone una mayor oferta dineraria de parte del Banco Central de Venezuela, provocativa de nuevas alzas inflacionarias.
Está claro que toda devaluación de la moneda nacional minimiza la oferta de dólares al exterior y ensancha las disponibilidades de aquella. Surge así la necesidad de un “control de cambio” 3.- El Impuesto al consumo (IVA, o impuesto al valor agregado. Este se aplica independientemente de que se trate de mercancías básicas o suntuarias, para pobre o ricos, porque la idea no es pechar el ingreso familiar o empresarial, sino frenar la salida u oferta de dólares al exterior.
Tales son las fórmulas mágicas diseñada por el FMI, con obvia anuencia y conveniencia de los países imperialistas ya que el dólar es la moneda en la que la mayor parte de los países tienen sus Reservas Internacionales.
Total, tres (3) controles de cambio paralelos que siguen acogotando la economía familiar. Todos ellos buscan regular la oferta dineraria de dólares, cubrir déficit fiscal nacional, pero fundamentalmente dejar incólume las necesidades de empréstitos internacionales, habida cuenta de que con el IVA se elimina cualquier acumulación posible, cualquier ahorro de parte de los trabajadores, de los pequeños empresarios y del mismo Estado que termina gastando y consumiendo cada dólar y cada bolívar para la inestable satisfacción de necesidades encarecidas por un dólar ya sobrevaluado, una devaluación que empobrece el poder adquisitivo del bolívar y un IVA que limpia los bolsillos del trabajador.
Como el Estado agota siempre sus disponibilidades presupuestarias, por ingentes que sean sus ingresos en dólares, la ausencia de ahorro de los trabajadores y la del mismo Estado fuerzan a éste a la contrata permanente de empréstitos internacionales que es, precisamente, la finalidad de esa “reducción de la Oferta Dineraria”.
marmac@cantv.net