La crisis como consecuencia de las lluvias, desbordó nuestra capacidad en las políticas de prevención y riesgo ante desastres naturales. Después de 11 años, en lugar de disminuir las viviendas improvisadas, han aumentado a través de invasiones que no se han detenido ante la escasez de viviendas que desde el sector público o privado deben producirse para la satisfacción de la demanda. En este caso, el sector privado tiene una amplia responsabilidad, ya que la vivienda, por parte de ellos, se considera un artículo de lujo a producir y vender con ese fin, denigrando de la extraordinaria capacidad de pago de los pobres cuando se proponen tener sus viviendas, o ¿Acaso el gasto que hacen para construir sus viviendas, aquellos que hoy se les ha caído, no evidencia la capacidad adquisitiva y pago de estos cuando se lo proponen?
Siendo verdad que la política cuartorepublicana genero una nefasta migración del campo a la ciudad, como consecuencia de una fantasiosa calidad de vida derivada de las políticas demagógicas orientadas por el” boom petrolero”, y sumando a ello, el populismo electoral adeco-copeyano que condujo a un desplazamiento de mano de obra barata para seguir enriqueciendo a los “amos del valle”, nuestra quinta república no ha logrado detener el surgimiento de nuevas barridas populares como consecuencia de invasiones de terrenos privados o públicos, ejemplo; nuestros nuevos barrios en la vía principal de El Junquito, por citar sólo uno.
Si a lo anterior sumamos el conocimiento que ya se tiene de la vulnerabilidad de un gran porcentaje de los terrenos donde se asientan las viviendas en Caracas, un ejemplo; La Pedrera en Antímano, o La Carretera Vieja de La Guaira, donde permanentemente se han suscitado tragedias como consecuencia de las lluvias, vemos entonces que el problema es la falta de un verdadero plan estratégico de Ciudad, de urbanismo, un verdadero Plan revolucionario para Caracas, con voluntad política de ejecución.
Sin embargo, la falta de un Plan para Caracas no ha sido por la inexistencia del mismo, ni por falta de instrucción presidencial: ¿Qué será de la vida de la Misión Villanueva?, ¿Quién la recuerda, que de ella ya no se habla?, ¿Quiénes eran o son los responsables de esa Misión?, ¿Cuánto se ha invertido en ella? ¿Cuál era su objetivo?, ésta es la única interrogante que podemos responder por ahora, su objetivo es o era: “…la redistribución de la población sobre el espacio, para que estemos mejor esparcidos y las familias vivan mejor. Esta Misión será aplicada en todo el país, empezando por Caracas, el más importante centro urbano de la nación y en pleno desarrollo por las inmensas obras de infraestructura móvil que se construyen en la actualidad, además por los críticos problemas que se registran en estos momentos debido a las grandes concentraciones de barrios y viviendas en condiciones poco civilizadas e infrahumanas” (fuente: http://ceims.mre.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&catid=23%3Amisiones-bolivarianas&id=60%3Amision-villanueva&Itemid=66)
La Misión Villanueva empezó en el año 2006, con “bombos y platillos” desde el Aló Presidente Nº 276. ¿Quién sabe de ella en la actualidad?, ¿Con la aplicación de esta Misión desde el año 2006 no hubiésemos, por lo menos parcialmente, mitigado las consecuencias actuales de las lluvias? Si a esto le sumamos la lamentable desidia de algunos funcionarios públicos que ante la crisis, no respondieron sus teléfonos, no devolvieron mensajes de texto, o simplemente se hicieron “los locos” ante la solicitud de comunidades que ya en los refugios se vieron abandonados por algunas autoridades (ver transmisión por VTV de las declaraciones ofrecidas por los refugiados en La Posada de Catia) entonces podemos decir que el compañero y camarada Chávez, cuando menos, le falta equipo. Caso aparte, también debo reconocer que hubo funcionarios que con su esfuerzo personal han dado la vida en poder asistir a los más afectados, y otros que en disposición de sus cargos han dado respuesta en la medida de sus posibilidades; a ellos ¡mis felicitaciones!; pero no hubo un plan eficiente; tres y cuatro días después de abrir refugios no había suficientes colchonetas en muchos centros, soy testigo de ello. Esto, con todo el respeto al compañero Presiente Chávez, contrasta con el traslado hecho de las 26 familias damnificadas que fueron ubicadas en Miraflores, y con tal afirmación no quiero subestimar la noble acción del Presidente, que con esto pretendió aleccionar al resto del país sobre lo que debemos hacer en momentos tan graves como los vividos, pero el énfasis hecho sobre las extraordinarias condiciones en las que estas familias van a estar, no permite comprender al resto de los afectados por qué algunos están mejores que otros.
Sin embargo, aún estamos a tiempo de solventar algunas cosas, asumiendo que dentro de la crítica debe haber propuestas para que estás sean con valor socialista, considero importante evaluar desde la psicología social algunos aspectos que empezarán a confrontarse en los refugios, donde ya sabemos por anuncio presidencial, los damnificados no estarán menos de 3 meses y posiblemente un año o más, en la mayoría de los casos.
En un principio, dentro de los refugios, el asunto del confort no será una necesidad, pero en corto plazo la privacidad se convertirá en una prioridad, espacios comunes empiezan a convertirse en condiciones de conflicto, por lo que la división de espacios, o el acondicionamiento de espacios, que aunque mínimos, permitan el resguardo de sus pocas pertenencias, son condiciones determinantes en espacios de emergencia como estos.
El otro problema fundamental es el establecimiento de normas de convivencia, no impuestas por los encargados administrativos del refugio, sino, la construcción planificada de normas producto de la participación de todos para tal fin. Fijación de horarios para las comidas, condiciones para la colocación de música, y el control o prohibición de la ingesta de alcohol, cigarrillos y drogas es determinante para generar el orden necesario.
El establecimiento de mecanismos de resguardo y control en los suministros de víveres es otro de los aspectos que generalmente genera conflictos en los refugios, es por ello que el establecimiento de mecanismos de transparencia en estos espacios es clave para la tranquilidad de los mismos.
La distribución planificada de las labores de mantenimiento, limpieza, cocina, etc. Es otro aspecto a fijar por consenso. La determinación de una autoridad única encargada de los refugios, permite no perder el esfuerzo, y fijar una sola política para la supervisión de los mismos.
Y así como las recomendaciones anteriores, estoy seguro que expertos en esta materia deben ser convocados y puestos al frente de este proceso, para fijar otros elementos que permitan cumplir con el objetivo de dignificar a los afectados por las lluvias.
Pero, definitivamente, todo esto terminará siendo un conjunto de “pañitos calientes” si no atendemos el problema de fondo, la transformación cultural y la consagración de nuevos valores humanos, que permitan nuestro desarrollo consciente, y eso lamentablemente no podrá avanzar, si por estar en condiciones de depauperación, a los compatriotas que en este momento están en condición de crisis, le ofrecemos un “bono navideño” como un premio por su condición, en lugar de ofrecer un “apoyo transitorio” para el abastecimiento de requerimientos básicos, subsidiado por el Estado materialmente y no en términos monetarios. Lamentablemente la desesperación por dar respuesta a la crisis, ha llevado a utilizar un conjunto de símbolos comunicacionales desacertados, que están generando una errónea interpretación de la intención con la cual se acometen las acciones del gobierno. Insisto, aún estamos a tiempo de corregir.
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