Después que Bolívar ha presentado una primera parte de su discurso ante el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, continúa: (…) “La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades” Y sigue bolívar exponiendo sus ideas con claro optimismo y con una franqueza meridiana, no oculta nada, ni aun aquello que pudiera no gustarle a unos cuantos legisladores allí reunido, y con la autoridad que él cree mantener esboza su plan más relevante. (…) “La reunión de la Nueva Granada y Venezuela en un gran Estado, ha sido el voto uniforme de los pueblos y Gobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra patria reúne con prolongados y anchurosos canales”
Analice como Bolívar avizora a su América, la América meridional como él siempre la llamó, la América ante española; en ninguna parte en su mente y menos en su palabra incluyó jamás a la América antes inglesa, la anglosajona. Y con un deseo superior, que lleva su espíritu al más alto estado de vehemencia, Bolívar se siente transportado en ese momento y continúa diciendo. “Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el Trono de la Libertad, empuñando el cetro de la Justicia, coronada por la Gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno” Bolívar está soñando despierto y una vez que sale de aquel éxtasis comienza de nuevo a solicitar la aprobación de todo cuanto con sumo cuidado ha preparado para exponer en aquella ocasión; y continúa.
“Dignaos, Legisladores, acoger con indulgencia la profesión de mi conciencia política, los últimos votos de mi corazón y los ruegos fervorosos que a nombre del pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un Gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de las leyes inexorables, la Igualdad y la Libertad. Señor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías.” Obsérvese como aquel ser humano, en goce de todo el poder que le ha concedido su espada poderosa, no es capaz de asumir una posición autoritaria ante aquel cuerpo legislativo, muy por el contrario, trata ardientemente a través de su palabra clara de convencerlo, con el raciocinio de las cosas, sin fingimientos, sin falsos argumentos, sin ninguna clase de engaño. Allí la grandeza de nuestro Libertador, él solicita la libertad y la igualdad, pues él sabe que hasta que no haya igualdad entre los hombres que habita su país no habrá una verdadera libertad, que ella será fingida y jamás será real. Bolívar quiere que en su América se imponga un sistema democrático en donde sea la mayoría la que determine el camino que debe seguir el gobierno y que sea en los comicios populares donde se decida el futuro de la nación. Hoy en Venezuela es práctica común la consulta electoral para resolver el rumbo que debe seguir la República, vea como el gobierno antes de llevar adelante alguna norma, que revista mayor importancia, solicita la opinión al pueblo para verificar que está de acuerdo con ella.
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