Mario Vargas Llosa le debe más su reciente Premio Nobel a los furiosos ataques que periódicamente lanza contra Hugo Chávez y la izquierda latinoamericana, que a su meritoria obra literaria. Desde que se lo otorgaron a Henry Kissinger hasta su concesión a Al Gore y Barack Obama, hace rato que ese galardón se politizó y convirtió en un instrumento de la derecha planetaria.
En el mundo de la farándula, muchos artistas olfatearon que atacar a Hugo Chávez da rédito y abulta la fama. Juanes de Colombia lo descubrió y explotó con fingida modosidad y acertado oportunismo. Más aprovechado y descarado en la materia ha sido su colega Alejandro Sanz, el cantante español que en cada concierto por el orbe se presentaba con el publicitario letrero en su franela de “Chávez es una m…”, sin los puntos suspensivos.
Atacar al presidente venezolano le daba al español cartel y caché. El asunto no pasó desapercibido para Ricardo Montaner y quiso, también, explotar la mina del antichavismo enfermizo en el lánguido ocaso de su carrera artística. Una lamentable y triste coyuntura –la tragedia causada por las lluvias y sus miles de víctimas- se prestaba para mejor aprovechar el montaje del cantante contra el presidente venezolano.
Los asesores del músico le aconsejaron pedir algo que de antemano se supiera le iba a ser negado. Solicitó el aeropuerto de La Carlota para montar un show en “beneficio” de los damnificados. No debía, le escribieron en el guión, pedirlo a las autoridades competentes, sino al mismo Presidente. Al serle negado, el escándalo sería mundial. El, Montaner, quedaría como un filántropo y Hugo Chávez como un bicho. Los medios harían el resto.
El libreto se cumplió al pie de la letra. El aeropuerto, empleado por las aeronaves que atienden la emergencia, seguiría dedicado a eso, a los damnificados. La cosa no estaba para fiestas. Montaner armó su berrinche twittero, con inmediatas inundaciones antichavistas por todos los medios nacionales e internacionales. No era necesario llamar al INAMEH para saber que las huracanadas corporaciones mediáticas desatarían sobre Hugo Chávez, como en efecto lo hicieron, una verdadera tormenta eléctrica y radioeléctrica.
Desde el Zulia, el gobernador de la MUD, Pablo Pérez, vio una oportunidad de oro para sacarle provecho a la “tragedia de Montaner” y de paso, desenmascarar al insensible y maluco de Hugo Chávez. No vaciló en ofrecerle la ciudad de Maracaibo al “entristecido” y “humillado” cantante. “Véngase para el Zulia”, le escribió vía twitter. El vocalista, para la inconmensurable tirria de los zulianos, le respondió al salido gobernador: “para allá no puedo ir porque tengo compromisos que cumplir en México”. ¡Ay, Jalisco, no te rajes! Para el intérprete, entre Maracaibo y México, la duda ofende.
Así terminó el lluvioso culebrón montado por Montaner y el antichavismo mediático, con un merecido desplante al ofrecido Pablo Pérez y un inmerecido desaire a la tierra del sol amada. Los zulianos están que arden y no precisamente por el calentamiento global. La balada del cantante se convirtió en una melodramática y patética vaguada. Un sargento técnico de la Fuerza Aérea explicó, con mapa y todo, que cuando en la confluencia intertropical se mezclan la decadencia de un artista y el oportunismo de un político, ocurren estos precipitados desenlaces.
P.S: Fin de fiesta. El 5-D la oposición esperaba alzarse con el 70% de las entidades en disputa. Ocurrió al revés. El Psuv obtuvo ocho de los 13 cargos en contienda, superó al oposicionismo en número de votos y dejó muda a la Mud. El tinglado propagandístico tuvo que desmontarse, se suspendió la fiesta y 2012, tan lejos y tan cerca, se convirtió en algo más que una preocupación.
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