Una vez más, el Presidente
sacó a relucir su estirpe, la del líder y Comandante en Jefe
del proceso revolucionario bolivariano. La del conductor que en tiempos
nebulosos encuentra el rumbo sin que le tiemble el timón. Algunos pensarán
que afloró en el vendaval de la tragedia y si, quizás allí tuvo más
difusión mediática, pero es que todo el año que se nos va, el Comandante
estuvo en el lugar y momento adecuado, aunque fuere silenciosamente.
Es por algo, que un Pueblo sabio como el nuestro, le sigue enamorado, lo apoya y lo protege. En ese hombre se sintetizan los sueños milenarios, las esperanzas encadenadas durante tantos lustros. En ese rostro, en esa voz, se ven así mismos millones de mujeres y de hombres, que empuñan la firme determinación de ser por fin libres, de alcanzar el estadio de la felicidad prometida por Bolívar, aquella de los pueblos originarios antes de ser sometidos por la espada, por la cruz y la acumulación originaria del capital.
Chávez, el hombre,
despegó irreversiblemente un 4 de febrero de 1992, y se lanzó
al infinito a la conquista de las estrellas. Abandonó su cuerpo para
hacerse el alma de quienes cayeron allí, junto a Guaicapuro y se hicieron
bala y acero con Zamora. Nunca más volverá a ser pedestre, así sueñe
con nuestro amado cajón del Arauca apureño.
Con el “por ahora”,
aparecieron los brazos de Andresote, de Ribas y Fabricio, millones de
lanzas en ristre cobraron vida, y la estruendosa jinetada llanera emergió
una vez más, furibunda y brava, pero esta vez, para quedarse hasta
hacerse Patria, Patria Socialista y Bolivariana. Nunca más derrota,
nunca más traición ni sueños vencidos.
Venezuela se alzó
para siempre, para hacerse felicidad plena de los pobres, ejemplo de
rebeldía e insumisión, se hizo de corazón y mente bolivariana. Es
Miranda subvirtiendo el orden imperante, educando su “Logia lautarina”
en sentido transversal. Pensando el mundo desde el Sur, para salvar
incluso al Norte, educando “freirísticamente” en la pizarra de
Simón Rodríguez, el maestro. Porque Venezuela siempre fue universal,
como es universal el internacionalismo revolucionario y el terco empeño
del gigante Comandante Fidel por salvar a la humanidad “cuesta bajo
en la rodada…” Viva eternamente Fidel!
El año que se nos va, vivió los vaivenes de la crisis del modelo de dominación capitalista. Los EEUU, el Imperio poco a poco destiñe lo poco de color que traía Obama consigo, lo aprisiona el establecimiento que impone su voz cantante. El complejo militar-industrial, las corporaciones petroleras, el sistema financiero, automotriz, aeronáutico imponen su voluntad a punta de “tea party”. El sur anglosajón, de la costa atlántica, blanco y presbiteriano impone el discurso. Los herederos puritanos del “Mayflower” en su fundamentalismo se llevan y nos llevan al suicidio y exterminación.
Guerras inventadas,
guerras olvidadas, toda la magia de la tecnología bombardeando de noche
y en naves no tripuladas, asesinando a mansalva en Paquistán, en Afganistán,
en nuestra amada Colombia.
Sólo la resistencia
global derrotará al Imperio y a los subimperios. Rebeldía, insurgencia
y combate. Ya no se trata de formas de lucha, por Dios, tiene que ver
con la humanidad y su sobrevivencia.
Europa busca en la
ultraderecha su perdido destino. Sus añoranzas de los Imperios que
ya fueron… a pesar de reyes y reinas…
En lo local, la realidad
estuvo empañada localmente, por una poco explicada y en extenso dañina
devaluación monetaria, ¿qué pasó con el BF?. Salimos de ese lío,
pero estábamos metidos en el medio de un enorme problema energético,
el de la electricidad. Años de abandono neoliberal, de incoherencia
sustantiva entre generación, transmisión y distribución colapsaron
nuestro primer semestre alentados por una sequía de esas que nos trae
el calentamiento global y los irreversibles daños que el sistema capitalista
de dominación genera.
Los cinco molinos: La
burocratización, la corrupción, la indeficiencia y la ineficacia,
el reformismo andaban a sus anchas. Las inclementes fallas en los servicios
públicos, agua potable, metro y otros, los errores imperdonables en
la gestión de gobierno, como los difíciles casos de PDVAL y Mercal.
El anuncio abortado de crisis bancaria, que emergió desde las complicidades
de cierta burocracia con emergentes fracciones monopólico-financieras,
los dolores de cabeza que arrastró el barril de petróleo a US 60,
las réplicas de los líos nunca aclarados de las notas estructuradas,
y lo peor de todo, una dirección política que no sabe como relacionarse
con el mundo social. Que supone en todo compatriota organizado debe
actuar como un funcionario que debe acatar las directrices que emanan
quien sabe de dónde. Funcionarios incapaces de entender cómo opera
la lógica reivindicativa y política de las organizaciones de base.
Lo que no tiene verticalidad clientelar o paternalista, representa caos.
Todo un escenario servido
en bandeja para que la contrarrevolución nos diera un tiro de gracia
el 26 de septiembre. ¿Que permitió revertir el banquete adornado
para los zamuros de la mesa de la ultraderecha?
Simple; la ecuación
liberadora. Chávez y Pueblo Pobre. Un Chávez poniéndose una vez más,
sobre la espalda la campaña electoral, al PSUV y la exigencia histórica
de no fallar, y un Pueblo que sigue creyendo en su líder, al que ve
rodeado de alacranes, parafraseando al General Muller Rojas, pero le
sabe puro y ajeno a vicios, deformaciones, errores y tendencias negativas
que se relejan en el día a día. Estrategia (Socialismo/Felicidad)
-Líder y Pueblo siguen umbilicalmente unidos, a pesar de todo. Ese
Pueblo Pobre se niega a traicionar a Chávez, que sería traicionarse
a si mismo. Apela en última instancia, cuando ya no hay santo a quien
acudir, a su relación emocional con el Comandante, al paisano igual
a ellos, que tuvo la claridad, la fortaleza moral y los cojones de meterse
en Miraflores.
En estos tiempos tormentosos,
nuestro papel como revolucionarios ha sido el de siempre, concientizar,
organizar y movilizar. Sin buscar protagonismos, lejos de los recursos
materiales y logísticos del Estado, pariendo el día a día, “haciendo
a mano y sin permiso” una práctica política que poco a poco va haciendo
huella. El de buscar una relación cada vez más directa entre el líder
y el Poder Popular Socialista, el de construir un Partido que se vaya
acerando al calor de la lucha de clases, que se “proletarice” en
el sentido de que abandone sus comodidades (tan institucionalizadas),
y sea capaz de vivir como el sujeto (Pueblo Pobre) al que pretende representar,
y no que se convierta para este, en un mecanismo de ascenso social. Hemos
combatido desde las ideas y desde la práctica cotidiana, a los que
pretenden sustituir al poder originario, a los que no creen en el poder
constituyente. Siempre le considerarán “inmaduro y aún no preparado..”
sino de que vivirían ellos? En esta dura batalla, esencialmente ideológica, hemos
tratado humildemente de ir abriendo las sendas por las cuales se vayan
plasmando los contenidos del instrumento político del pueblo pobre
en aras de la liberación nacional y el socialismo.
Muchas lecciones nos
deja el año que pasó. Quizás una de las más importantes, y de las
cuales, el Comandante recalca dramáticamente cada vez que tiene ocasión, es
el tema de la Unidad.
Hace mucho tiempo que
nosotros lanzamos la consigna de la Unidad Nacional para enfrentar al
Imperio y a la contrarrevolución. Pero quizás nos ha faltado fuerza
y coherencia a la hora de trabajar la unidad en los espacios locales,
regionales y nacionales. Pregonamos la Unidad Nacional como cemento
del proyecto histórico por construir, y a veces somos incapaces de
convencer a los de al lado, a otros de los que militan en las filas
del PSUV y más allá, mucho más allá. La Unidad interna es clave
estratégica en la conformación del bloque histórico revolucionario,
en la gestación de la fuerza social revolucionaria. Disentir, discutir
con pasión en intransigencia, pero con lealtad. No aceptar las bajezas,
los chismes de bodega. No permitir que el ego se imponga por sobre el
colectivo, pensar siempre en frio antes de actuar, son principios de
los que tenemos que hacer códigos éticos, y práctica moral cotidiana.
El año que se avecina,
viene sin duda, tormentoso. El Imperio arreciará con fuerza su
ofensiva. La contrarrevolución lacaya se prestará para lo que
ordene su amo y dueño. Intentarán atajos, confundir en medio de su
frenético patrón de consumo, que es quizás el arma más formidable
que aún sostienen, porque ojo, allí están las claves de la alienación
fascistoide de la cual padece una parte significativa de su núcleo
duro y militante.
La Revolución está obligada a mostrar resultados evidentes, a superar creativamente sus propias fallas, a evidenciar que es una creación colectiva que es capaz de corregir y corregirse, a demostrar decididamente a quienes representa. La Revolución bolivariana tiene que lograr hacer de teoría y práctica; síntesis, de proyectos estratégicos y logros tácticos; ejemplos evidentes. Debe fortalecer la participación y protagonismo popular, debe colectivizar sus experiencias, socializar su simbología y la nueva ética, proyectar sus nuevos liderazgos, hacer de la unidad mezcla indivisible, forjada en el respeto y defensa de las diversidades. Debe avanzar sobre los territorios geográficos y espirituales en disputa con la contrarrevolución, y no darle a esta, ni treguas, ni pausas. Debemos desenmascarar, combatir y aniquilar a estos carcamales fascistas, a los oportunistas, al cipayo y al mercenario.
El nuevo Estado revolucionario
en construcción, y su Poder Popular Socialista, el constituyente, deben
mostrar fortaleza, decisión, cohesión y ofensividad ininterrumpida.
En todo este proceso
y mientras nos formamos y unificamos y seguramente después de ello,
el Comandante Chávez, es y será, la pieza que soporta todo el peso
de la historia. Es el líder, y es al mismo tiempo el jefe, es el que
dirige y conduce nuestra guerra de liberación social y nacional. Nos
acusen de culto a la personalidad o no, da lo mismo. Tenemos por Comandante
en Jefe a quien unifica a nuestro Pueblo, pero también nos unifica
con otros Pueblos, que son nosotros mismos. Tenemos por líder a quien
sintetiza las ansias, las expectativas, las esperanzas, los sueños,
la utopía y las heterotopías del Pueblo de a Pie. No hay otro, no
hay otros, que quede definitivamente claro.
Por ello debemos insistir
en fraguar la Unidad Nacional en torno al Comandante Chávez, que es
fraguar el proyecto nacional en torno al Socialismo.
Preparémonos pues,
para las batallas venideras. Con mayor decisión, capacidad de desprendimiento,
con énfasis en la batalla interna en los valórico y lo ético, en
lo moral y lo ideológico. Alistémonos a enfrentar una agresión cada
vez más abierta por parte del Imperio, y una acción cada vez más
sediciosa y conspirativa por parte de la contrarrevolución interna.
Forjemos la unidad nacional, la unidad cívico-militar empíricamente. Extendamos nuestra formación y nuestra organización, avancemos y consolidemos, siempre en ofensiva, siempre en la disputa creativa y decidida de la iniciativa.
Siempre intransigentes en la defensa de los principios, de la Revolución y el Comandante. Vayamos al combate, y hagamos del 2011 el año de la consolidación de la ofensiva revolucionaria, el año de victorias estratégicas, el año de la irrupción del Poder Popular Socialista y del entierro definitivo del viejo estado oligárquico-burgués.
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