El legado
de CAP. El ex presidente Carlos Andrés Pérez ha muerto, y como
ser humano, lamento su muerte; así como lamento aún más las muertes
que han signado y signarán su legado político. Algunos oposicionistas
se han atrevido a afirmar que CAP fue ejemplo de democracia, dignidad
y decoro, con mi más profundo respeto a sus familiares, estoy seguro
que nadie con dignidad patria podría afirmar tales epítetos, ya que
ni siquiera en el marco de la democracia representativa su accionar
político tiene cabida. CAP fue electo por el pueblo, durante dos períodos,
entre 1974-1978 y 1989-1994, y en el primero de estos, condenó a Venezuela
a la hecatombe del rentismo petrolero producto de una malsana redistribución
de la riqueza petrolera; redistribución hecha a la burguesía venezolana
con la aparente intensión de estimular la productividad pero sin control
alguno, lo que generó, en lugar de una sustitución de importaciones,
una creciente economía de puertos; “ta' barato, dame dos”,
es la frase típica para la ejemplificación de la época, el parasitismo
de la clase social llamada a impulsar la industrialización del país
repercutiría en el devenir del derrumbamiento del puntofijismo, como
consecuencia de la corrupción filtrada por la “adequidad” y sintetizada
en las frases “no me des, ponme donde haiga” o “cuánto hay pa'
eso” y la “cultura del carnet” y lamentablemente aún no hemos
superado. Por otra parte, otro de los legados dejado por CAP a nuestra
cultura política junto a Rómulo Betancourt fue la frase “Disparen
primero, averigüen después”, CAP como Ministro de Interior y Justicia
tuvo el compromiso político de ejecutar la instrucción de Betancourt
y por ello tener “el honor” de ser nominado candidato presidencial
por AD. Las consecuencias de esta última frase aún se viven en las
familias venezolanas, desaparecidos, torturados políticos, exterminio
físico de quienes pensaban distinto, destrucción de la familia venezolana,
deformación de la democracia y modelación de un régimen político
castrador, de pensamiento único y represor. En su segundo período,
CAP además asume el consenso de Washington como dogma económico-político,
y ya no sólo la represión, el exterminio y el pensamiento único,
sino la profundización de la miseria, la asfixia económica a los más
desposeídos, el hambre, la escasez y la privatización se transforman
en la última etapa de un legado político lleno de dolor para un pueblo
que creyó en un líder populista, sin proyecto de país, pero con un
profundo interés de protección a la clase explotadora (no productiva).
CAP “el gocho”, ha quedado para la historia, no como el soñaba:
un líder mundial, sino como aquel político que por sus miserias humanas,
por las desgracias suscitadas a su pueblo y por el desparpajo
de sus acciones condenó a un país a la corrupción y la dependencia.
Afortunadamente “las víctimas de la democracia puntofijista” han
pasado su factura, y marcan el rumbo de nuevos destinos. Será difícil
superar los daños ocasionados por CAP a la cultura política venezolana,
pero deseamos la paz de sus restos, ya que nunca podríamos pretender
emular su miseria.
La Nueva Ley de Universidades.
Quienes militamos en el movimiento estudiantil revolucionario de finales
de los años 80 y 90 no podemos menos que lamentar ver como un grupo
de estudiantes de nuestras universidades se han lanzado a la calle,
no a contraponerse a una nueva ley que reivindica el derecho de los
estudiantes a participar de manera paritaria en las decisiones universitarias,
sino a defender una ley que condujo a la más profunda desigualdad claustrista,
que valoraba a los estudiante en 40 por un profesor, que generó el
aislamiento de nuestras casas de estudio de la realidad de un país
en permanente crisis. Ahora como profesor universitario veo el resultado
de las luchas de muchos estudiantes que sobrevivimos a la represión
y el exterminio, pero también veo sembrada la lucha de aquellos muertos
en combate, asesinados por las balas inclementes de “sádicos de la
democracia representativa”.
El Trabajo en el Socialismo
Bolivariano. Confieso mi preocupación por cómo se asume la ayuda
a los compatriotas afectados por las lluvias y refugiados, un bono,
un beca, ofrecimiento de viviendas, de equipamiento de las casas, de
una mejor vida, que cualquiera merece, pero que no sea producto de su
esfuerzo, de su trabajo, que no se lo ganen, es un gran desestímulo
para aquellos que luchan y trabajan todos los días para lograr un mejor
país, y sobre quienes recae el peso de la productividad nacional. Si
en los refugios hay ciudadanos que no trabajan, sería ideal que sus
casas sean por autoconstrucción, y aquellos que no puedan o no sepan
construir, podrían participar en actividades útiles que permita hacerles
sentir que el dinero que percibirán mensualmente, no es un regalo del
gobierno, sino, es fruto de su sudor, de su esfuerzo y de sus capacidades.
En socialismo, el trabajo debe y tiene que ser el primer valor.
2011,
a 200 años de la firma de la independencia.
Esta es la última columna del Espacio Crítica para la Construcción
Socialista del 2010, espacio que gracias a ustedes se ha convertido
en una de las cajas de resonancia de las 3R², las próximas líneas
de esta columna serán escritas y leídas en un año de intensidad política
extrema, y de referencia histórica determinante, ojalá podamos decir,
después de 200 años que ahora sí firmamos el acta de nuestra independencia
definitiva. Gracias a quienes leen este espacio, y lo replican todas
las semanas a través de sus medios digitales e impresos para apoyarlo,
disentirlo y especialmente a quienes lo leen para criticarlo de manera
propositiva. ¡A todos un Feliz Año!