SEGUNDO.- En los primeros minutos del año nuevo la saludé y le expresé mis deseos de un año feliz, nuevo y productivo. De nada valieron mis buenas intenciones y los consejos del presidente hacia los sectores medios. Dejo claro, que viviendo entre ellos, jamás me he expresado con violencia, descalificativo alguno o groseramente contra los vecinos opositores, ni he utilizado la política para trabajar en pro de mi comunidad. La susodicha doctora me respondió al saludo con una andanada de grosería e improperios –Me dijo – ¡Estás feliz, chavista de m!...con eso que le hicieron a mi universidad, me la quieren convertir en un paraíso comunista con esa nueva ley universitaria, ahora los rectores los nombrará el hp de Chávez y violaran nuestra autonomía cada vez que le de la gana. Al día siguiente se presentó a la puerta de mi casa pidiéndome una disculpa --según ella, productos de los tragos – y con una torta negra navideña. No le reclamé su actitud grosera, sólo le pregunté si se había leído la nueva ley. Me contestó que no había tenido tiempo; pero todo lo que hace Chávez, para mi está malo. La despedí con cortesía, pero no le acepté el regalo. No vaya a ser que me pegue su amargura, y su odio
TERCERO.- Autoridades y profesores universitarios se creen los dueños de las universidades del estado venezolano, hacen y manipulan los presupuestos como les da la gana. No hay control fiscal ni le rinden cuentas a nadie. Manejan los bienes y las propiedades de las universidades a sus antojos y caprichos. Ya es hora que estas universidades se integren al desarrollo del país y permitan la inclusión de los sectores populares en sus matrículas. Son varios los privilegios que gozan los profesores de estas instituciones. La doctora arriba señalada tiene la exención de inscribir a su hija con sólo 13 puntos de promedio, mientras miles de estudiantes con mejores notas se quedan sin cupo. ¡Claro que es su universidad!... por ahora. Muy pronto será de TODOS.