(Sus usuarios y el bebé proletario vs. Sus traficantes y el bebé capitalista)

Conozcamos las Funciones de la Vivienda

“La riqueza de las sociedades…capitalistas

se presenta como una inmensa acumulación de mercancías…

  y por eso el análisis de la mercancía

es el punto  de partida de nuestras 

Investigaciones económicas”.[1]

Por definición, la mercancía[2] es un bien o valor de uso que llega al consumidor a través del dinero, es decir, que, salvedad hecha de los capitalistas, su consumidor potencial debe vender alguna  para dotarse de una porción de dinero con la cual comprar  otra  a su conveniencia, para su consumo personal, mientras el capitalista  tiene, de partida, el dinero para la compra de otras mercancías   destinadas  al comercio con fines   especulativos y crematísticos, extravitales o contranaturales, o, en fin,   para  la explotación de asalariados[3] en los centros fabriles donde los trabajadores, impedidos socialmente para vender su trabajo convertido en mercancías, tangibles , objetivas y fuera de sí[4], están limitados a vender, “en calidad social” de mercancía, a su “fuerza de trabajo” que en este sistema es la mercancía por excelencia[5].

Un trabajador que venda su fuerza de trabajo y no el trabajo que con ella pudiera producir otras mercancías, por definición, es  un asalariado, y su  comprador, un capitalista. Esto es así  en el régimen capitalista, mismo  r. que ya lleva operando su buen lustro de centurias expropiando[6], comprando, explotando, revendiendo, consumiendo, con la particularidad de que los explotadores burgueses, por razones que no viene al caso detallarlas aquí, llegan a este mundo con dinero sin haber producido mercancía alguna, y “sin haber tirado un palo”. Los capitalistas  llegan como bebés capitalistas.

Los capitalistas del mundo, precisamente, operan en torno de la producción de mercancías, de la reventa de unas mercancías muy diferentes como valores de uso, pero idénticas sustancialmente como depósitos de “valor trabajo”, es decir, como fuerza de trabajo   concretada en los valores de uso que el asalariado fabrica para un comprador que no los usa para sí, sino que los envía al   mercado, es decir, que  los usa como mercancía, y esta lleva en su seno la fuerza de trabajo   que el capitalista  usa en las  fábricas.

Con la adopción, la entrada y consolidación del Capitalismo, todos los bienes se convirtieron en mercancías; lo hizo hasta el más intangible y útil de ellos como lo es la “fuerza de trabajo” [7]. El propietario de esta fuerza productiva es un proletario  desde su nacimiento, carente de herramientas, de materias primas y sobre todo de un espacio físico donde utilizar su capacidad laboral para la creación de valores de uso, y, siendo su propia fuerza de trabajo un valor de uso en sí misma, termina usándola como valor de cambio, sólo porque nació como bebé proletario.

Bien, como quiera que los trabajadores necesitan dónde vivir, el grado de explotación bajo   régimen burgués es tan severo que de partida niega a sus propios explotados hasta la posesión de una vivienda, habida cuenta que todos los bienes han sido convertidos en mercancías, y, como tal, la vivienda no escapa  de esa homogeneización mercantil.

De tal manera, “que la tenencia propia de una vivienda por parte del asalariado es una genuina violación de la principal condición funcional del sistema capitalista”. Este sistema debe encontrar en el mercado a un trabajador libre en el más amplio sentido: libre de medios de producción, y la vivienda es uno de estos[8].

La propiedad privada de una vivienda por parte de un asalariado es una impostura. A tal punto es  realmente  imposible que un asalariado posea en propiedad privada una vivienda, que aún cuando la posea en “términos jurídicos”, carecerá siempre de ella puesto que  “económicamente” el sistema le pasa factura por concepto de esa tenencia. Esto significa que  cuando un asalariado ya tiene satisfecha  su necesidad habitacional, entonces el precio de su fuerza de trabajo se achica justo en el valor del alquiler medio que le correspondería pagar en condiciones de arrendatario. Digamos que la vivienda no sólo es un valor de  uso, útil como albergue familiar, sino que el valor de cambio de su utilidad es parte intrínseca del salario que el capitalista invierte como capital variable o salario.

Tal es la principal función de la vivienda, pero, además,   como valor de cambio y como valor de uso  simultáneamente, ya que hasta sus inquilinos no capitalistas, si bien la usan como valor útil de uso habitacional, tienen en también ella una reserva dineraria, como valor de cambio,  que le  abre la posibilidad de salirse de las fábricas o independizase del yugo capitalista, pero entonces el valor de sus mercancías artesanadas serán de menor precio.

Quien adquiere de alguna manera lícita una casa da inicio  a una especie de renacimiento de su antigua condición, primitiva y luego feudal, cuando era  dueño de medios de producción, y esto, lejos de ser una evolución modal representa una retoma de un momento histórico ya cumplido, una suerte, repetimos, de renacimiento de un modo precapitalista. Esperamos que no sea para un  reciclaje ampliado del propio sistema burgués.





[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Capítulo I íntegro.

[2]  En la Edición cubana se habla de “arsenal de mercancías” en lugar de “acumulación” de las mismas

[3] Obra  citada,  Libro Primero, Cap. IV, Nota 6.

[4]  De allí que Marx inicie El Capital con el estudio recogido en el citado Capítulo I, La mercancía.

[5] Obra citada, Libro Primero, Cap.VI.

[6]  Una forma moderna de expropiar es la ejecución hipotecaria de viviendas por parte de clínicas u hospitales privados cuando los trabajadores en funciones o jubilados y ancianos acuden a sus servicios y el monto facturado por ese concepto sanitario generalmente excede con creces la cobertura de su Póliza, si fuere el caso. De esa manera, aquel trabajador que mal vendió su fuerza de trabajo   durante años y logró  adquirir la propiedad de una vivienda con fines de uso personal, termina rematándola y muriendo en   los mismos cueros que lo trajeron al mundo como bebé proletario.

En la edición Cubana se habla de “arsenal” de mercancías, en lugar de “acumulación” de estas. Esta versión literaria descansa en el hecho de que, efectivamente,  las mercancías burguesas respaldan  el poder político de las grandes transnacionales, un poder económico  concretado en armamentos “bélicos” y/o capacidad  de adquisición de las mismas.  En tiempos de guerra, suelen paralizarse buena parte de la producción y destinarse los recursos así liberados   a la producción de “bienes” hechos para matar, es decir, mercancías que niegan la esencia de de los valores de uso, habida cuenta de que los hombres que han trabajado lo han hecho para satisfacer necesidades vitales, no mortales. 

[8] Carlos Marx, Obra citada, Libro Primero, Sección Segunda, Cap.VI.

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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