Un enfermo
ya casi es una sobra en lo que a clase trabajadora implica para la sociedad
explotadora y capitalista. A lo que me quiero referir en este escrito
es a lo que significa la salud para el imperio que explota a la sociedad
en casi todo el globo terráqueo, al desprecio y lo inhumano con el
que se trata a cualquiera de nosotros que por cualquier razón pierde
un estado de vida saludable.
Hoy veía con
orgullo a nuestra ministra del poder popular para la salud, Dra. Eugenia
Sader, darle seguimiento e imponer todas las medidas para cercar
un brote de cólera aparecido en Venezuela. Su aparición en las pantallas
de televisión, incluso interrumpiendo una alocución presidencial,
para alertar al país ante este brote, que según sus palabras, se presentó
solamente en personas que asistieron a una gran bonche celebrado en
una mansión en República Dominicana, que todos suponemos
en casa de quien fue y que si nadie lo dice tampoco lo diré aquí,
pero que por la cantidad de invitados y su nivel social es bien fácil
saberlo; pero el triste suceso es que los alimentos con los que festejaron
no se sabe que cosa, los contagió de la terrible epidemia que azota
a nuestra hermana república de Haití. Sería terrible llegar a pensar
que ex profeso se contaminó a estos invitados para enlodar la excelente
obra en salud de Barrio Adentro y de nuestra Coronela Sader.
Lo cierto es
que se me vino a la memoria este viejo refrán de “al carajo los
enfermos”. Al imperio le saben a toronto los enfermos y los muertos
cuando se trata de desestabilizar o de tratar de ensuciar la gestión
impecable de un funcionario leal y de principios revolucionarios. Así
les supo a caca los muertos de Puente Llaguno y le sabrá a cualquier
cosa lo que tengan que hacer para ir en contra de nuestra hermosa revolución
bolivariana. Pues poco tardó nuestra ministra en hacer lo pertinente
y lucirse ante la patria en el cumplimiento de su compromiso.
Vale el momento
para recordar un poco lo que era la salud en tiempos de la cuarta república,
y sus ministros. Vale la pena que escribir que en Venezuela no había
sistema primario de atención como lo es hoy Barrio Adentro, que en
cualquier cerro de nuestra patria, la muerte acechaba los ranchos ante
la imposibilidad de los humildes de acceder a cualquier tipo de atención
médica. Recordar que se podía morir cualquier enfermo en la puerta
de una clínica sino aprobaban su tarjeta de crédito. Vale la pena
decir que así como nuestra ministra hoy cumplió con la revolución
y con el comandante que la encomendó a regir los destinos de la salud
de nuestra patria al atender a los anfitriones de un festín obviamente
oligarca -lo que no les quita el derecho concedido- así día a día,
la salud revolucionaria, la salud preventiva, esa que detestan las mafias
de los laboratorios traficantes de medicamentos y las clínicas privadas
donde se vende salud, se crece en la construcción de la salud socialista.
Errores sobran,
es cierto, carencias igual, ladrones pululan, pero nadie podrá
negar y menos nuestro pueblo que hay atención y salud. Que en nuestra
patria los enfermos nadie los manda al carajo, que el socialismo y la
revolución ostentan con gran orgullo un modelo de salud de tres niveles
que se fortalece, la atención primaria a través de los barrio adentro,
con el fraterno apoyo de nuestro hermanos cubanos, la secundaria en
los CDI y los centros de rehabilitación a lo largo y ancho de Venezuela
y la terciaria con una red hospitalaria que precisamente en la gestión
actual se trata de fundir con las dos redes anteriores y librarla de
las mafias y de la corrupción y poder entregar a nuestro pueblo un
verdadero y revolucionario sistema de salud.
Los enemigos
saben lo que esta en riesgo, saben que la rectitud y entrega de combatientes
como Eugenia podrán derrotarlos, ellos suponen que podrá caer
con cualquier artimaña o manipulación para que la sustituya alguien
con precio de venta, pero lo que no saben o pueden entender es que la
revolución se hizo para no volver atrás y que es por ello que nuestro
comandante en jefe pone al frente a seres humanos cuya misión de vida
no está tabulada en dólares sino en principios de amor y solidaridad.
Al carajo,
más bien y de una vez la sociedad de consumo, de compra venta, de explotadores
y hambreadores, de traficantes de la salud de nuestro pueblo. Adelante
coronela, ¡venceremos!!!