En Egipto se busca reciclar más de lo mismo; se trata del “ciclo político” que se corresponde con el “ciclo económico del dinero, de la mercancía y de su correspondiente mercadeo” ya científicamente estudiados desde los tiempos mismos de los fundadores de la Economía Política Científica Burguesa.
Como sábese, el poder capitalista internacional priva sobre sus agentes, “testaferrados” y comisionados” regionales, gobernantes y afines, quienes, desparramados por el mundo, son el verdadero “Ejército Industrial” en funciones productoras e intercambistas de pluscapital[2], o de “plusvalores”, como antes lo hacían los feudales y la alta burocracia jerarcocatólica. Durante el modo esclavista egipcio, el faraón y sus aristócratas religiosos acumulaban valores de uso agrícolas y afines, o plusproductos, hoy acumulan capital derivado de la explotación de sus asalariados.
Aquel “ejército industrial” representa la verdadera defensa “armada” y pacífica de aquellos intereses capitalistas, mercantiles y dinerarios, y defensa que se aplica a través de un Contrato Social plasmado en una Constitución abstraccionista, con derechos, obligaciones y sanciones a todos los ciudadanos sin distingos expresos de su posición clasista; por eso son Constituciones derechistas hechas a la imagen y conveniencia de la burguesía, con el respeto a los pobres por quienes parece sentirse lástima, pero no su indefensión como clase explotada.
Los ejércitos convencionales, castrenses y policiales, donde la soldadesca está formada por proletarios, se ocupan preferentemente de atacar al capitalista menor, y modernamente para reprimir las manifestaciones de los “tirapiedras”, o sea, de los trabajadores desarmados de armas convencionales y de “dinero”. Durante las conflagraciones mundiales los ejércitos convencionales buscan la sobrevivencia del sistema con la supresión de capitalistas ingobernables dentro de la propia clase burguesa mundial. Estos ejércitos castrense e inermes económicamente carecen de poder primario, es un efecto y no causa de poder alguno.
En Venezuela ocurrió con mucha semejanza: las eclosiones sociales que en potencia estaban allí, maduritas, esperaban la salida de los gobernantes socialdemócratas y falsos izquierdistas quienes hicieron dólares y de la suya , en cambote y durante ocho (8) largos lustros de ventajismos y abusos, durante los cuales mataron, masacraron, robaron, envilecieron y quebraron todos los valores ciudadanos, en una perfecta emulación de lo ocurrido en otros sociedades, como las de EE UU, por ejemplo.
El poder capitalista mundial y local vio a Chávez como un relevo que frenaría esas protestas de alta peligrosidad para los bolsillos burgueses, y la posible ruptura de la paz burguesa. Y él les ha cumplido hasta ahora y por ahora, sólo que no en favor de los mismos beneficiarios e interesados, sino de otros.
Tan pronto Chávez no pudo satisfacer a toda ni a la misma burguesía nacional y mediocre que directamente coadyuvó en su ascenso de la cárcel al Miraflores, decidieron darle el Golpe estatal aquel, y lo lograron. Su llevada a la Orchila lejos y pacíficamente, cual manso corderito, fue para exponerle los pormenores condicionantes de su vuelta a Miraflores, ya que en este caso, a diferencia de Egipto, el pueblo lo pedía con gritos y lágrimas en las calles caraqueñas, mientras allá el pueblo de las pirámides pide que se ese gobernante se vaya con sus dólares mal habidos a otras partes alcahuetas de tanto pillo de la Cosa Pública.
El alto mando Militar de allá, como el del mundo, cumple religiosamente todos los mandatos para mantener a raya a ese pueblo masoquista electoral; así lo hizo el triste y amargamente olvidado generalote que masacró a diestro y siniestro durante el “Caracazo” y luego largándose, como aquel inicuo personaje de apellido “Ñasca”, periodista y ex policía adequísimo.
El alto generalato sabe que si no lo hace así, si no aplaca cruentamente cualquier rebelión de asalariados, el Gobierno de relevo le pasará factura. Es lo que ocurrió en Venezuela con el Ejército que alcahueteó todos los abusos, muertos y desafueros de este mismo Ejército castrense que ahora se llama “bolivariano”, como allá en Egipto su vida paralela hace otro tanto.