Pero antes –página 3- hay un adelanto de esta situación cuando se dice: “algunos camaradas se consideran líderes absolutos e indiscutible en sus espacios y asumen la discrecionalidad de excluir del partido, y hasta de la Revolución a quienes se atreven a diferir o a disentir de ellos y ellas”. Todo esto de “líderes indiscutibles” si es un poco más de una media de verdad, pero es una “cultura” enquistada en los niveles de dirección nacional y estadal. Todos se sienten un Chávez o tratan de imitarlo de la peor manera. Esta conducta de “líderes indiscutibles” –léase caciquismo- que viene desde arriba y llega hasta el nivel estadal y municipal, si es una causa de las que llaman claves y no se discute suficientemente en el documento.
Estas ideas citadas anteriormente están en el documento. Suenan tan absurdas que no vale la pena anexar un comentario. Está dicho sin lubricantes: Es en las comunidades se encuentran los males; ahí están “enconchados” y chocan los “apropiadores” de la institucionalidad y los que tienen sembrados esta “vieja cultura”. No se dice que este choque se produce porque los caciques de arriba y de más abajo –líderes indiscutibles-, imponen una fidelidad no por principio, sino haciendo uso del uno de los dioses del capitalismo: el dinero
Se decía en una de las partes anteriores de este trabajo, que las causas –que se registran muy pocas por cierto- y los efectos se manejan desordenadamente. Argumentaba que esta manera de ordenar las situaciones impide un mejor diagnóstico. Este esquema también se observa cuando se trabaja lo que debería hacerse, pero también bajo cierto desorden.
Por ejemplo, puede leerse en el documento lo siguiente:
1) “Es fundamental, en esta etapa, recuperar, reagrupar, rearticular las fuerzas dispersas, desmovilizadas, desmoralizadas o confundidas por el adversario o por nuestros errores. (subrayado nuestro. Pág. 2)
2) “El accionar del partido deberá orientarse, inmediatamente, a las actividades vinculadas a la construcción de la nueva institucionalidad democrática, entendida ésta como nuestra militancia viviendo en el seno de cada espacio social para canalizar las demandas” (Subrayado nuestro. Pág. 4)
3) De esta manera, se reconoce como una cuestión de primer orden, a partir de este momento, profundizar y consolidar los vínculos entre el partido y las masas. Para consolidar estos vínculos, es fundamental que los sectores populares se reconozcan en el partido, es decir, el partido no puede ser identificado como una suerte de apéndice del Estado” (Subrayado nuestro. Pág. 5)
Estas y otras situaciones pueden dar paso para la elaboración del plan de acciones y han podido ser ordenadas de una mejor manera. Pero esto es una cuestión de forma. En su lectura deténgase un poco en la cita identificada con el número 3 y observen el sentido del texto que está colocado en negritas. Es “fundamental que los sectores populares se reconozcan en el partido”. Está claro, según la versión del documento la militancia no se reconoce en el partido; ese es parte problema. Más adelante se afirma: “El partido no puede ser identificado como una suerte de apéndice del Estado”. Alguien lo identifica así. No es así; simplemente “algunos” camaradas de las base lo percibe así.
¿Quién será el responsable de reagrupar? ¿Quién será responsables de elevar la moral? ¿Quién o será responsables de imponer una nueva concepción de movilización? .Tratar de responderse las interrogantes anteriores, conduce a plantearse otras: ¿Cuántas veces se cuestiona el partido en el documento? ¿Cuántas veces aparece como responsable de lo que ha estado pasando?
Contabilice dos situaciones en las cuales se hace una autocrítica, señalando al partido como responsable. Particularmente en la página 2 cando se dice: “es necesario reconocer las fallas y limitaciones políticos electorales” y en la página 5, cuando se afirma que el fortalecimiento del Poder Popular es una “tarea que ha sido en mucho sentidos descuidada por el PSUV, en parte presionado por circunstancias propias de nuestro proceso político. Un partido desvinculado de las luchas del pueblo y sus demandas, es un partido que ve seriamente limitada su capacidad para servir de instrumento motorizador de la transformación socialista de la sociedad”. Supóngase que haya una autocrítica más al partido, pero no son muchas porque las mayorías de las causas son de “alguien” que no está identificado. (Subrayado nuestro)
El planteamiento clave de todo esto ronda por la siguiente reflexión: Si el partido está en estas condiciones que se anotaron anteriormente y existe la necesidad de cambiar la “cultura capitalista” a la militancia socialista y de “convertir la maquinaria en un partido-movimiento al servicio de las luchas sociales del pueblo”, es muy oportuno, bajo este planteamiento, preguntarse: ¿Quién se atreverá emprender tan importante y estratégica tarea? ¿Este partido? ¿Alguien por ahí? ¿Una elecciones con chuletas –quinos- para que los militantes vayan entubaos y se imponga la maquinaria y los que tienen poder de convencimiento con aquello?
Estamos entrampados en gran medida con la “cultura capitalista”. El Documento se autocrático pero ambiguo y no trata crudamente lo que debería ser el punto central del diagnóstico y las estrategias: El Partido. Sin un partido transformado no sería factible desarrollar las estrategias. Es prioritario aplicarle seria y profundamente las 3R al PSUV