Gracias a Dios

Gracias a Dios no tuve educación religiosa. Solo pasé dos meses en un colegio religioso, paraje de violencia y barbarie entre varones solos.

Pero allí hice mi primera comunión y aún conservo la foto: estoy seguro de que levitaba. Fui feliz, en comunión con Dios, librito de nácar, vela, lazo, traje nuevo, corbata, rezos, guantes blancos. Se llama beatitud. A las niñas debe impresionar el traje de novia y a algunas hasta de monja.

Ahora imagina en ese contexto que el cura confesor, que tanto admiro, me viola. Tal cual. Mi imagen infantil del cura es la de un santo casto, etc. No entiendo bien lo que me hace, pero es «malo» porque involucra partes del cuerpo condenadas por él mismo. Imagina la violencia, la mueca diabólica, la saliva. Me asquea, me horroriza. Me prohíbe narrar nada en casa porque Dios me castigará. Le creo. Si mis padres me pusieron allí desde siempre es porque son muy devotos desde nuestros ancestros. Pensarán que calumnio a un bienaventurado por pura morbosidad. Las violaciones siguen. Termino echándome la culpa.

Quedo condenado al siquiatra para siempre. Imagina el caos emocional: Cristo Sufriente, Virgen Madre, Niño Jesús que me trae juguetes entrañables y santo varón lascivo y erecto, a quien mis padres me entregaron. Me daba caramelos.

José Ignacio Cabrujas me contó que a su colegio ingresaron dos niños húngaros. El cura Director arengó para que auxiliaran a los pobres nuevos porque huían del comunismo en plena Guerra Fría, luego de la Caliente y Mundial. Rapidamente rompieron la barrera que aleja húngaro y español y todos fueron compañeros de juegos.

A poco, en un retiro espiritual, una convivencia, esas cosas de la Iglesia, un cura violó al menor de los magiares, indefenso, lejos de su país, incapaz de denunciar en español. Sin embargo, llorando, explicitó lo sucedido a sus compañeros, en el idioma universal de los niños. Imagina sus mímicas grotescas.

El Director hizo jurar a todos ante la Biblia que nunca revelarían aquello. José Ignacio violó el juramento y ahora tú también sabes la infamia. Écrase-la, donc.

¿Será por eso que Cabrujas era tan anticlerical y volteriano? Yo también y eso que nunca vi nada siquiera similar. Tuve suerte, pero pasa cada día.










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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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