Pensar en el
proceso político venezolano desarrollado por la Revolución Bolivariana
lleva a vincular y visualizar la política que se ha generado sobre
la juventud nacional, medir su impacto y visualizar los escenarios próximos
venideros para comprender la complejidad que sobre este sector de vital
importancia para la población se ha venido tejiendo.
Por una parte
si bien es cierto que el sector universitario ha sido uno de los más
beneficiados dado que pasamos de menos de un millón de estudiantes
a casi dos millones y medio a través de los procesos de municipalización
de la educación universitaria, también es cierto que nuestros jóvenes
siguen prefiriendo optar en primera instancia por las Universidades
tradicionales, donde se ha marcado progresivamente una tendencia conservadora
apegada a las viejas estructuras que responden a los intereses de la
contra-revolución.
Un escenario
como este es producto del incremento permanente de la agresión de sectores
opositores al satanizar los proyectos como misión sucre y Universidad
Bolivariana de Venezuela, pero también en parte de la Revolución Bolivariana
por no desarrollar un plan sistemático permanente que garantice la
calidad de la educación y que transforme de manera revolucionaria la
vinculación de la universidad con la sociedad, por tanto nos hemos
quedado con el significado de la inclusión que aunque sin duda es un
elemento necesario no es suficiente.
Cuando ocurre
en un escenario donde se pretende utilizar a los estudiantes en contra
de las políticas del gobierno Bolivariano, al mejor estilo de las revoluciones
de colores del este de Europa no hay contrapartida de peso que emerja
desde lo interno del proceso, por ejemplo para reclamar el uso de los
recursos de las gobernaciones opositoras en Táchira y Carabobo, al
disminuir partidas para la inversión social e incrementar las de publicidad
en el caso de la primera o al no rendir cuentas al Consejo Legislativo
Estadal en el caso de la segunda; en tal relación se ven disminuidas
nuestras fuerzas y pareciera que es un debate entre el Estado y los
estudiantes y no un debate político entre jóvenes con ideologías
distintas.
Por otra parte
es necesario desarrollar una política para atraer a esa masa juvenil
que no está incorporada al sistema educativo nacional, sobre dos elementos
fundamentales, la incorporación directa a actividades de recreación
o al empleo productivo que permitan de la mano con la educación incluir
a este sector de la población que generalmente no comparte los ideales
de la derecha nacional pero que se sienten desasistidos por la revolución;
para ello pudieran funcionar a través del poder popular Comités de
Juventud que permitan crear una red nacional que redimensione el espectro
de acción e incorpore a esa juventud popular al proyecto Bolivariano.
Es necesario
la Misión Juventud ya que progresivamente hemos perdido espacio político
sobre este importante sector; como lo planteaba en una entrega previa http://www.aporrea.org/actualidad/a112053.html, el comportamiento electoral versus
el registro electoral permanente (REP): en las elecciones de 2.007 el
crecimiento del REP fue de 1,01% y el de la oposición 1,04%, en las
regionales de 2.008 el REP se incrementó 1,06% y el de la oposición
1,16%, en la enmienda de 2.009 el REP se incrementó 1,06% y el de la
oposición 1,15% y en la asamblea nacional de 2.010 el REP se incrementó
1,03% y el de la oposición 1,13%, esto permite visualizar como los
votos opositores se incrementa sistemáticamente con la incorporación
de nuevos votantes.
Vale la pena
destacar que antes de la llegada de la revolución Bolivariana sólo
60 municipios contaban con instituciones de educación superior, hoy
hay más de 270; que la inversión de la educación se ha incrementado
de cerca de mil millones de Bs.F en 1.998 a casi 10 mil millones de
Bs.F en la actualidad, sin embargo reconocemos deficiencias presupuestarias
que son utilizadas con manipulación por la oposición para alentar
a los estudiantes de las casas de estudio tradicionales a movilizarse
contra el Gobierno.
Sobre este
escenario es necesario prestar mayor importancia desde la revolución
Bolivariana a la juventud venezolana generando un vínculo permanente
entre los jóvenes y el poder popular, garantizando espacios de atención
especial para la recreación o para el empleo, promoviendo la movilización
permanente, incorporando actividades destinadas específicamente a este
sector, transformar la universidad en un espacio productivo para que
la generación de conocimientos de nuestros jóvenes para que las actividades
de investigación y desarrollo puedan ser llevadas a la realidad, incorporar
al partido con una representación de peso a este sector y finalmente
crear un gran frente nacional de la juventud revolucionaria que permita
articular con el poder popular, el partido, el estado, el trabajo y
la universidad una política de acción en defensa de la revolución
Bolivariana.
“…aquí
está una de las tareas de la juventud:
empujar, dirigir con el ejemplo la producción del hombre de mañana.
Y en esta producción, en esta dirección, está
comprendida la producción de si mismos…”. Ernesto
“El Ché” Guevara
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