Los venezolanos de hoy, después de 11 años de revolución hemos cambiado nuestra conducta hasta el punto de haber aprendido a discernir, a saber quién dice la verdad y ya somos capaces de analizar la conducta de personajes que ocupan posiciones destacadas en las diferentes áreas del acontecer nacional, una de ella es la Iglesia.
Los líderes de esa institución milenaria, lamentablemente en muchos casos han torcido su conducta hasta el punto de perder la confianza de la gente, en muchos casos la fe.
Aquí especialmente, se han dado a la tarea de destacarse en su apego a lo material, en su activa participación en agendas elaboradas en el Norte, sin importarles que ellas conlleven un alto porcentaje de violencia,
Es una cúpula eclesial que calla ante hechos tan terribles como los genocidios que están en pleno desarrollo en los frentes de guerra que mantiene el imperio, en su afán de conquista y colonización, para robarse las riquezas con las que Dios dotó a los países que sufren los arteros ataques.
Es una dirigencia que se ha desnaturalizado, no solo por una conducta de inclinación pedófilica que no han podido ocultar, sino por su marcada inclinación hacia lo material y a su coincidencia con quienes se oponen a los cambios que buscan precisamente lo que la doctrina de la iglesia supone, que no es otra cosa que la solidaridad, la igualdad, el amor y todo los valores predicados por Cristo y dejados como tarea a todos los que, llamándose representantes de Dios en la tierra, en muchos casos ha incurrido en todo lo contrario de los que los evangelios reseñan.
Por ello no resultaría ni sorprendente ni raro que si el estudio realizado en países como Australia, Austria, Canadá, Republica Checa, Finlandia, Irlanda, Países Bajos, Nueva Zelanda y Suiza y difundido durante la reunión de la American Physical Society (Sociedad Estadounidense de Física), en Dallas, que induce a pronosticar la muerte de las religiones, cuestión que aquí bien sabemos, quiénes serían los que podrían ser señalados como responsables, tienen nombres, apellidos y rangos bien conocidos y desfilan con mucha frecuencia por el canal del terror en su prédica conspirativa, cada vez más parecida a quienes llevan sobre sus hombros las culpas de las dificultades que llevamos 11 años luchando por superar y que quieren hipotecar la Patria a intereses foráneos.
Para quienes somos católicos es doloroso reconocerlo, pero no podemos, ni callar, ni cohonestar una realidad que lamentablemente estamos viviendo por la conducta de una cúpula prostituida, que ni siquiera se preocupa por disimularlo. Que Dios los perdone y que a los cristianos nos dé luces para concluir que nuestros principios no pueden ser contaminados por la conducta de personajes como algunos de los que hoy integran la máxima representación de la Iglesia, por cierto sin que nadie haya sido consultado para ello.-
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