Varios diputados oposicionistas añoran ir a Colombia. Su sueño es entrevistar a Walid Makled, un sujeto acusado de narcotráfico, homicidio y otras bagatelas. Antes de pisar Macondo, armaron un berrinche mediático porque, para estos parlamentarios, sin pantalla no hay paraíso. Cualquier tontería que se les ocurra, la anuncian con bombos y platillos como si estuvieran descubriendo el hielo.
Luego de cinco años de ausencia parlamentaria, sólo achacable a su propia torpeza política, la oposición ha vuelto a la Asamblea Nacional haciendo más bulla que un carro viejo, como diría Andrés Eloy Blanco. Para ello cuenta con la complicidad de unos medios que han hecho del escándalo un insumo periodístico. Observen que las denuncias de estos diputados duran algunas horas y luego mueren. Nunca llegan a nada.
Al presunto narcotraficante, Walid Makled, lo convirtieron en una especie de superestrella del rock. Prensa, radio y televisión se lanzaron sobre el súbito protagonista de la vida política venezolana. Juraban que el tipo sería extraditado a Estados Unidos y, con base en sus “denuncias”, el US Army vendría a buscar a Hugo Chávez y lo metería en una cárcel imperial hasta el fin de sus días. Antes, los parlamentarios opositores se anotarían unos puntos conversando con el propio capo.
El sólo anuncio del narco-viaje alcanzó primera página y el horario estelar de los noticieros. Los opinadores de oficio y ocio profetizaron, como los predicadores de los últimos días que, para Chávez, “el fin está cerca”. Estos diputados mediáticos vivían sus 15 minutos de gloria cuando vino el propio imperio a aguarles la fiesta. Estaba el presidente colombiano reunido con Obama, allá en Estados Unidos, y cuando le dijo que extraditaría Makled a Venezuela, el jefe gringo se limitó a soltar un aburrido “ok”.
Las agencias reseñaron: “ Santos explicó durante una conferencia de prensa que, al notificar inicialmente la captura de Makled, Estados Unidos le respondió que era un detenido de poca monta y que su importancia surgió después”. “El Padrino” que se construyó la oposición con indisimulado apoyo mediático, no calzaba los puntos para un film de Al Pacino y Marlon Brando. El imperio, en este sentido, le restaba la dimensión de epopeya que los diputados de la MUD quisieron darle a su arriesgado viaje a la incógnita y peligrosa Colombia.
La oposición le había dado una estatura heroica a Walid Makled. La credibilidad atribuida era tal que un diputado pidió que todo oficial mencionado por el narco debía renunciar a su cargo, sin más. Bastaba con la palabra del tipo. Los medios, para que esa palabra no perdiera contundencia, no se referían a Makled como “presunto esto o aquello”, sino como “el empresario carabobeño”. Todo eso lo derrumbó el displicente “ok” de Obama.
A veces se quiere pero no se puede. El periódico oposicionista de Petkoff dedicó todo un editorial para pedir a los diputados de la Mud que, por favor, se hagan sentir. ¿Pero cómo? El caso Makled era una oportunidad única para acorralar al rrrégimen y coger prensa. El peligroso viaje a Colombia para entrevistar al importante personaje venía como anillo al dedo. Todo estaba listo cuando viene el imperialismo ese y escupe a todo el mundo que el tal Makled es “un detenido de poca monta”. La epopeya quedaba reducida a sainete.
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