“Era una provocadora. Era la cara fea de la violencia.
Y con la oposición fue odiosa hasta la muerte.
Despertaba amor u odio. La oposición tenía razón,
porque no la conocía. El chavismo, no”.
Sebastiana Barráez
Quienes se disponen a leer este artículo por su título acaso se han preguntado: ¿Por qué los seguidores más cercanos del Presidente detestaban a Lina Ron? ¿Qué la hacía diferente a tanto farsante que dice morir por el proceso y su comandante? ¿Acaso muchos de quienes lloraron su muerte no condenaron a Lina al ostracismo? Cuantas mentiras inventaron en su nombre para que su voz no despertara a Chávez. Pareciera que el secreto del poder está en hacer creer al Presidente que vivimos en el país de Alicia y sus maravillas, que la inclusión es para todos por igual y el Socialismo su medida perfecta. Lina prefería vivir en el país de las realidades de su gente de barrio con defectos y virtudes, estaba consciente que era “Doña Nadie” y en el gobierno pocos la querían, mientras su pueblo la adoraba.
Lina Ron fue una revolucionaria incomprendida, con un liderazgo que ya muchos zalameros quisieran tener, hasta se dio el lujo de tener su plaza en Santa Capilla como un territorio liberado, dice Sebastiana Barráez en extraordinario artículo publicado en Quinto Día(1) “Aquella plaza estaba llena de gente tan humilde que casi integraba la pobreza extrema y los excluidos: pedigüeños, recogelatas, drogadictos, enfermos, ancianos.” que eran atendidos sin distingo, por eso en el fondo la odiaban y su rebeldía tenía causa propia, la misma de sus seguidores. Lina si amaba al Comandante – Presidente y no se cansaba de repetirlo “yo amo a mi comandante Chávez” pero con ojos de esperanza en los más desposeídos, en los desadaptados y olvidados de siempre, que para ella constituían su auditorio preferido y no para tomarse fotos precisamente, por eso mostraba su desacuerdo y estaba “dispuesta a sufrir todos los dolores de mi pueblo”.
Amigos lectores -y enemigos sin causa también-, ustedes han visto a uno los de figurones del entorno presidencial don o doña conmoverse ante un niño de la calle, ante un anciano hambriento o ante un loco de olvido, por supuesto que no, pasan rápido en caravana aunque los perros ladren. A muchos de los imprescindibles del Presidente solo les preocupa cantarle la música que a Chávez le gusta, con Furruco o sin Farruco, eso sí con el cuidado de no desafinar y tirar sus intereses al cesto (o al Sesto) y pensando firmemente cómo alargar su poder hasta la sexta o volver a la IV (léase IV y VI República), al diferencia de Lina no son bolivarianos sino grandes bolivarenos o boliburgueses (en tu nombre Libertador). Eso es lo que en verdad los alejaba de Lina Ron, que por el contrario no tenía dinero ni dejó bienes inmuebles o cuentas en el exterior. A su manera se lo confesó a Sebastiana: “Me sabe a m… la plata, que se la cojan otros”.
La otra pregunta es ¿Por qué los medios y los extremos se ensañaron en hacernos creer en la Lina que nunca existió?, según El Nacional murió en su casa de la Florida en vez de una casa florida de sueños, por cierto Lina vivía en un apartamento humilde diagonal al edificio del Ministerio del Poder Popular para la Educación. ¿Qué murió de una sobredosis? pero de impotencia como muchos de sus protegidos o de una súper dosis de amor incomprendido por su Comandante – Presidente. Por eso enfrentó a Globovisión y a tanto que ha satanizado a Chávez (aunque en honor a la verdad Globovisión le dio más especio y nunca la veto como si lo hizo VTV), pero también a don Mario(neta) Silva quien la atacó con saña e inmoralidad, pues desde su Hojilla se cree dios y demonio a la vez de la revolución: como dios pretende ser el “perdonavidas” y como demonio la conciencia del proceso.
Ahora cuando muchos lamentan y lloran su muerte, tienen toda la razón, lo que nos hace falta son más Linas, que le hablen claro al Comandante y menos Diosdandos muestras de lo que no debe ser un revolucionario boliburgues, menos Nicolases inmaduros y sin barbas porque las tienen en remojo, menos Iris sin Valentías, menos Cilias con flores marchitas y menos diputados Alegrexis gatopardianos confundiendo a los Cuicas con los Timotes y pretendiendo que Mérida deje de llamarse Mérida, al pan pan y al vino vino, zapatero a sus zapatos. Para Lina Ron, la auténtica luchadora, nuestro respeto y que descanse en paz ya en vida sufrió bastante, allá a quienes la conciencia no los dejará dormir en paz.
A muchos quizás les extrañe mi posición, les soy honesto detesté a Lina Ron cuando llego un día a la ciudad de Tovar – Mérida y arremetió contra el negocio de un humilde frutero discapacitado, era su vehemencia cuando oía y veía cualquier muestra de rechazo hacia el Presidente. Al leer “La otra Lina Ron” de Sebastiana Barráez he comprendido que detrás de esa cara de guerrera existía otra llena de amor que lamentablemente no fuimos capaces de fijarnos. Los invito a ver ese trabajo.
(1) “La otra Lina Ron”, Caracas, del 11 al 18 de marzo 2001. Año 14, N° 740, pág. 14 y 15.
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