Espacio crítico para la construcción socialista Nº 29

Incremento de sueldo más inflación y especulación menos Superintendencia de Costos y Precios, igual a cero

Los recientes aumentos salariales reivindican a un importante sector de la sociedad venezolana trabajadora del sector público e impulsa el mejoramiento de condiciones salariales del sector privado, de eso no hay duda, pero ¿en qué se convierte realmente un aumento del sueldo mínimo fraccionado del 25% para todos los trabajadores en ese escalafón y un promedio del 40% de aumento del resto de los trabajadores del sector público, en un país rentista y altamente inflacionario como consecuencia de la especulación? 

A principios de año el gobierno bolivariano anunció un aumento del IVA que afortunadamente, producto de las críticas formuladas por diversos sectores, se detuvo, pero además, efectuó una devaluación o lo que trató de definirse como “unificación” cambiaria al suprimir el acceso a dólares preferenciales a 2,60 Bs para la compra de insumos en el área de la salud, las importaciones de alimentos, maquinarias, libros, artículos tecnológicos, todas las importaciones del sector público y las remesas al extranjero, que hoy después de cuatro meses y producto del agotamiento de los inventarios existentes antes de la medida, ha impactado en el incremento de los precios en los nuevos inventarios de estos rubros importados. 

Por otra parte, al día siguiente de haberse tomado la medida de ajustes salariales, vimos como algunos comercios incrementaban sus precios, en especial aquellos pequeños restaurantes, fenómeno que proporcionalmente se irá incrementado sin que el gobierno pueda detenerlo, ¿por qué?, sencillo, la “unificación” cambiaria, el aumento de sueldos y salarios y la incorporación del beneficio del ticket alimentación en micro y pequeñas empresas nunca vendrá del sacrificio en la reducción de ganancias del empresario, sino que será trasladado al precio final para que el consumidor pague este incremento salarial o aumento del costo de las divisas, esto quiere decir que el mismo trabajador que se ve inicialmente beneficiado por un incremento en su ingreso, de manera paulatina termina pagando su propio incremento y el de los demás, bajo el manto de una sensación de incremento del salario que terminará siendo un espejismo a los tres meses del decreto.  

Un lector perspicaz se preguntará ¿Por qué pasa esto? ¿Entonces el aumento salarial es un espejismo? ¿Nos han engañado? A lo que podríamos responder que: 

1.- El espejismo y la desilusión posterior a la devaluación planificada que no permite disfrutar realmente de un incremento salarial, pasa cuando dicha medida se toma en un país donde los márgenes de ganancia no tienen ningún tipo de regulación, en pocas palabras, el empresario venezolano gana lo que le viene en gana, siendo generalmente un margen entre el 50% y el 250%, lo otro es que nuestra cultura rentista hace que los empresarios venezolanos deseen recuperar su inversión de manera inmediata y con ganancias en no menos de 3 meses, y finalmente nuestros empresarios no sólo trasladan el incremento salarial al precio final, sino que ello también quieren su aumento de sueldo y ganancias tal como si se hubiese también decretado para ellos. 

2.- Sí, es un espejismo el aumento salarial, si no va acompañada de una política seria de regulación de tasas de ganancia, como consecuencia de un estudio serio de estructuras de costos y precios, que permita fijar tasas máximas de ganancia y a su vez tener una estructura eficiente de monitoreo de costos y precios que detecte en tiempo real cuando se incurre en especulación. Esto implica superar la “comiquita” que es el INDEPABIS, institución inoperante que no tiene ninguna capacidad de dar respuesta siquiera a las denuncias que recibe, y actúa a posteriori, cerrando locales con un criterio más político que técnico, en una fiscalización ineficiente, consumiéndose con un presupuesto donde el 95% de los recursos se va en nómina. 

3.- No nos han engañado, la decisión en principio es profundamente obrerista en beneficio de la clase que no posee medios de producción, pero si no se toman las medidas antes mencionadas (como no se ha hecho hasta el momento de escribir estas palabras) creando una Superintendencia Nacional de Costos y Precios e incrementando la eficiencia y eficacia de las instituciones que tienen como función garantizar que se detenga la furibunda especulación, sencillamente caeremos en la reproducción de un esquema económico que aún sigue siendo perverso, donde al final quien se disfruta el incremento de sueldos es el empresario o comerciante. El anuncio de la creación de esta Superintendencia tiene ya cuatro meses, y sin dudar que se está avanzando en ella, creo que el anuncio de un incremento como éste debió ser acompañada no sólo del anuncio de una ley para la protección del salario (que mientras se elabora da tiempo para que se convierta en “sal y agua”), sino también de la constitución de un organismo que controle los márgenes de ganancia. 

Otros elementos fundamentales para una revolución, no es sólo aumentar el salario, sino profundizar en el control obrero, la transferencia de poder a las comunidades organizadas y una verdadera transformación del Estado, que no siga alimentando más burocracia inorgánica. 

El problema final es que parte de nuestro gobierno bolivariano no sólo ha planificado una devaluación que ya no sólo responde a la especulación de los que poseen los medios de producción, sino a un interés más pragmático (electoral) que pretende, en lugar de superar el problema estructural, generar una burbuja que atribuya una mejoría aparente a medidas “exitosas” que no distan de las de cualquier paquete neoliberal, al menos que se fijen y cumplan tasas máximas de ganancia. Como me dijo en estos día el estimado economista Víctor Álvarez ¡No me suban más el sueldo pero paren la inflación! a lo que yo agregaría, “y también la especulación”. 
 

El dilema Becerra 

Si algo ha manejado mal nuestro gobierno en estos últimos días ha sido el tema de Joaquín Becerra, declaraciones débiles y carentes de sentido para algunos sectores revolucionarios, señalamientos a un sector de la izquierda que apoyó coyunturalmente a Caldera y que producto de eso se liberó a Chávez y un sector progresista descontento con la decisión de haber deportado a un colombiano nacionalizado sueco, periodista alternativo, cuyo delito atribuible es publicar lo que la FARC dice sobre el gobierno colombiano, es síntoma de ello.  

Pudiendo ser verdad que el error sea de quien provoca su detención, tal como lo señala el mismo presidente el sábado 30 de abril en cadena, afirmando que “¿Cómo es posible además que sabiendo que tenía Código Rojo el viajara hasta aquí?”, “Que asuma su responsabilidad… Le montaron una trampa”. “No tengo ninguna duda de que lo sembraron aquí…”, también es cierto que en Venezuela tenemos a un Miguel Enrique Otero o un Federico Ravell y algunos colombianos, gringos y apátridas conspirando permanentemente con sus medios en contra del gobierno revolucionario y no van detenidos ni por error.  

Si a todo esto le sumamos la reunión con Santos y Lobo, la liberación del “Cuervo”, el asesinato de dos miembros del FNCEZ presuntamente por funcionarios del SEBIN hace ya tres semanas, sin que autoridad alguna haya hecho algún pronunciamiento, no queda más que recordar a Lina Ron, quien sin duda diría “aquí está pasando algo raro” ¡alerta! ¿Qué se pone en riesgo? ¿El Polo Patriótico acaso? ¿A quién le interesa eso? 

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Agradezco todos sus comentarios sobre mis escritos, tanto para criticarlos como para apoyarlos, a todos ustedes mis saludos y respeto. Los invito a seguir mis opiniones a través del Blog evansnicmer.blogspot.com.

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Nicmer N. Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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