Saludos compañero Guerra.
Lei su mensaje con mucho interés y lamento decirle que no estoy en
nada de acuerdo con muchos de los argumentos que utiliza para descalificar
los míos. Especialmente los que se refieren a que los debates deben
asumirse como los asumirían las señoritas de un colegio de carmelitas
descalzas. Es decir, que por más que los temas sean altamente conflictivos,
porque se trata de preservar la verdad histórica, que por lo demás,
déjeme decirle, tiene demasiados e inescrupulosos enemigos, jamás
deben utilizarse expresiones que puedan escandalizar los refinados y
delicados oídos de los amables adversarios. Este tipo de debate es
una guerra por otros medios, es decir, que si pudiéramos esgrimir las
armas en defensa de la causa de la humanidad en lugar de la pluma, las
asumiríamos sin ninguna clase de complejos ni de inhibiciones. Y a
nadie se le podría ocurrir que una confrontación de este tipo, entre
la verdad y la mentira, se libre sin causarles daños a los caballerosos
contendientes. Por el contrario, se utilizan, sin contemplación alguna,
las armas más poderosas y dañinas con el fin de causarle al adversario
el mayor daño posible. En cuanto a mí se refiere, estimo en muy alto
grado cualquier argumento que, pudiendo estar equivocado o no, de todos
modos esté inspirado en el sano deseo de contribuir a encontrarle una
razonable explicación o solución a un problema determinado. Pero lo
que no puedo soportar tranquilamente, porque los considero mis enemigos,
son aquellos que, repitiendo los mismos manidos y falaces argumentos
de quienes han cometido los más atroces y espantosos crímenes de los
que se tenga noticia, tales como la guerra de Vietnam, Irak, Afganistán,
operación plomo fundido en Gaza y ahora Libia, pretendan servirles
de abogados y de devaluados escuderos a estos sanguinarios genocidas.
Con motivo de mi
artículo publicado enTamarant, me han llegado cantidad de mensajes
en los cuales acusan a Satalin de criminal, sádico y de otras lindezas
por el estilo. Y lo curioso de esto es que la mayoría de ellos, por
no decir, todos, son españoles. Es decir, personas que soportaron por
un largo tiempo la feroz tiranía de unos de los asesinos más grandes
y despiadados que ha dado la raza humana. Una verdadera bestia apocalíptica
que utilizó el garrote vil contra los mejores hombres y mujeres de
ese martirizado país. Que tuvo la terrible bajeza de asesinar cobardemente
a unos de los hombres más representativos de la hispanidad y de la
cultura universal, como fue el admirado, querido y recordado poeta García
Lorca. Y sin embargo, estos pendejos se hacen los locos e ignoran estos
abominables hechos. Pretenden desconocerlo y preferir mirar hacia otro
lado y, encima de eso, para que la vileza sea aún mayor, atacar a hombres
que, como mi camarada Stalin, libró una ímproba proeza que sólo podría
compararse con las realizadas por los héroes homéricos. Con la diferencia,
a su favor, de que libró al mundo de los horrores de la tiranía hitlerista.
Sobre el concepto
de verdad tendría que decirle algo también, pero esta perola ya me
está echando bromas.
Saludo cordiales
Alfredo S.
alfredoschmilinsky@hotmail.com