Las rebeliones populares que parecen esparcirse desde nuestra América al resto de los continentes (incluyendo a Estados Unidos) tienen sus raíces en el orden capitalista sobre el cual se estructuraron estas sociedades. Así, las exigencias legítimas de estos pueblos de una democracia, justicia e igualdad realmente efectivas, sin subordinaciones de ningún tipo a poderes extranjeros; tienen un común denominador: la economía de mercado, esto es, la maximización del lucro, la ganancia y la rentabilidad a través de la explotación de la fuerza de trabajo asalariada que impuso el neoliberalismo económico a nivel mundial durante la última década del siglo pasado.
Sin este elemento, la comprensión de estos sucesos que sacuden al mundo quedaría incompleta. Aunque los fenómenos sociales tienen su traza propia, determinada por características específicas, no menos es cierto que, en este caso, existen características comunes que podrían inducirnos a conclusiones apenas diferenciadas. Esto, no obstante, dependerá en gran medida de la capacidad política de los nuevos liderazgos que emerjan de estas manifestaciones populares, evitando las tradicionales manipulaciones de los sectores dominantes.
Lo que salta a la vista es que los pueblos ya no serán los mismos. Al miedo y a la sumisión, que tan buenos resultados les brindara a las minorías conservadoras, le han sucedido la indignación y la conciencia organizada. Los mismos han llegado a comprender que la soberanía les pertenece y pueden ejercerán directamente en las calles. Tal convicción popular, de por sí, mejora y extiende el viejo concepto de democracia formal y pone contra la pared a los gobernantes que pretenden desconocer los reclamos y expectativas colectivos en aras de los intereses de quienes dominan el mercado capitalista.
Para el gobierno estadounidense, lo mismo que para sus pares de Europa y Japón, tales rebeliones encarnan un serio revés a su política neoimperialista luego de la implosión de la URSS. Frente a ello, las tácticas del Imperio podrían sufrir algún cambio, no así su visión estratégica. Para los grupos hegemónicos de Estados Unidos es vital asegurarse el control directo de las economías nacionales, los recursos naturales y los recursos energéticos existentes a nivel planetario; para lograrlo, cuenta con un conjunto de acciones económicas, diplomáticas y militares, todas dirigidas a evitar el derrumbe de su rol hegemónico. Algo que podría agudizar la situación interna de muchas naciones, avivando, en consecuencia, una revolución popular indetenible y de signo radicalmente distinto a las anteriormente conocidas.
Esta rebelión de los pueblos frente a la hegemonía del mercado capitalista se caracteriza esencialmente por la presencia dinamizadora de sectores sociales que hasta ahora se mantenían al margen de la escena, pero que siempre desconfiaron de la honestidad y capacidad del estamento político. Esto se palpa por igual en Medio Oriente, Europa y nuestra América, por citar los casos más emblemáticos de la actualidad. En cada uno, el desprestigio y corrupción impune de quienes tradicionalmente detentaron el poder (incluso aquellos de tendencia aparentemente progresista y/o revolucionaria), sin producir mejoras significativas que repercutieran positivamente en la calidad de vida de la población, lo cual ha dado paso a la emergencia de un liderazgo nuevo en muchos aspectos, pero mejor identificado con las expectativas populares. Un hecho común simple de enormes repercusiones en lo futuro que obliga a repensar -con esquemas absolutamente nuevos- lo que será la historia de la humanidad y su emancipación integral.-
*Maestro ambulante.
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