¿Quien iba a pensar que a los 71 años de edad, habiéndolo negado toda la vida, me toparía con muertos que dejaron esta vida hace mucho tiempo y salieran de sus tumbas pidiendo refugios como cualquier damnificado?. Esa experiencia terrorífica la viví el día Viernes 24 de Junio a las 3:40 P.M. Cuando con mi hermano Francisco y dos personas mas nos dirigimos al Cementerio General del Sur a visitar la tumba de mi querida madre Carmen Dionisia, que de estar viva cumpliría 100 años de edad.
Al llegar a la entrada un guardia nos informó que las visitas eran hasta las 4 p.m. Y como mi objetivo era solo saber si todavía la tumba estaba en el lugar donde la vi la ultima vez, hace mas de un año que no venia a Caracas , nos arriesgamos a subir.
Calles tapadas con escombros y derrumbes nos hicieron desviar del camino conocido como tres veces, cuando llegamos al lugar donde entierran a los judíos nos dimos de cuenta que no podíamos llegar al lugar donde estaba enterrada mi madre. Un cerro se había desabarrancado y la calle estaba tapada. Subiendo notamos la presencia de unos jóvenes que por allí merodean. El pánico se apoderó de nosotros y en retroceso tratamos de devolvernos. Por donde nos metíamos encontrábamos las calles cerradas con derrumbes y escombros y comenzamos a ver urnas en las calles. Mi hermano, que manejaba el carro, se puso nervioso buscando salidas y retrocediendo en angostas calles. Por fin logramos salir sin poder lograr el objetivo de visitar la tumba de mi madre.
Hacer un viaje de Mérida a Caracas durante 15 horas de carreteras y tratar de visitar la tumba del ser mas querido que uno ha tenido y no poder hacerlo frustra a cualquiera. Me senté deprimido y furioso contra unas autoridades que no son capaces de proveer los mínimos niveles de seguridad tanto a los restos de los muertos que allí depositamos, ni a los deudos que allí vamos para recordarlos. Una sociedad que no tiene respeto por los ancestros que nos precedieron, está condenada a perder la nacionalidad y los valores que sustentan el patrimonio histórico. Sea quienes sean los responsables de la situación actual de ese cementerio deben ser castigados, como mínimo sacándolos de los puestos remunerados que hoy disfrutan y juzgados por ineficientes y por negligentes.
Conversando con familiares y amigos sobre este caso me informaron que no visitan a sus muertos por los niveles de inseguridad que existen en ese cementerio y algunos me llegaron a asegurar que pedirán ser cremados para evitarles ese trauma a sus familiares. Yo me niego a pensar que el gobierno de la región capital se haya dejado vencer por el hampa y la desidia.
juanveroes64@hotmail.com