Chávez es indispensable para la oposición, es el bastón que sostiene el pantallerismo de los apátridas, que sin el líder de la revolución parecieran no tener razón de existir. Obsérvese la insistencia con la cual los opositores exigen la presencia del Presidente, a quien quieren negarle el derecho a recuperarse, para retomar con bríos sus responsabilidades. Despotrican de él, pero cuánto lo necesitan para tener vigencia.
Del lado oficialista veo con preocupación -y así estoy obligado a escribirlo- que la ausencia de Chávez es llenada de manera insuficiente y con muchas dificultades, tanto por un sector del equipo de gobierno, así como algunos dirigentes del Partido. Todos se ven disminuidos en ausencia del líder, recurren a él con desespero en todos sus discursos, alegando “Chávez quiere” o “Chávez dijo”, usando esa muleta para atreverse a avanzar.
Ahora hablo por mí. Milito en la Revolución y en el cambio socialista, convencido como estoy de que la transformación llegó, y llegó para siempre. No quiero socialismo para unos días o años, ni revolución reversible que de marcha atrás al cambio, para transitar senderos que nunca más quiero para mi país. Nadie duda que Chávez es inspirador y conductor del proceso, a quien todos reconocemos su liderazgo ductor, no obstante, él no es el proceso; la Revolución somos todos. Tenemos que hacernos sentir aún sin él.
La enfermedad temporal y pasajera que ha afectado al Presidente, ha servido para demostrar que no estamos preparados todavía para andar solos. El verdadero triunfo de Chávez está en que la Revolución lo sobrepase en tiempo y dimensión. Se habrá consagrado como revolucionario -y Dios mediante así será- cuando al colocarse él de lado, el proceso no se detenga. Entonces los conductores del cambio no estarán en búsqueda de lo que dijo o podría haber dicho Chávez, actuarán por el sendero de la revolución que llevaremos en nuestra sangre y en nuestra conciencia.
Me atrevería a decir, a riesgo de ser criticado por aduladores de oficio, que se cuentan con los dedos los dirigentes del gobierno y del partido que han estado a la altura en estos días; por desgracia no supieron nadar en la crisis, se quedaron en la dificultad, demostrando no estar maduros todavía para ocupar las posiciones encomendadas.
El comandante con su ausencia, ratifica que es el ombligo del escenario político actual. Que es el líder de la Revolución, pero que además es el líder de la oposición, que es la muleta para avanzar de propios y el Bastón de agarre de extraños. Pero que para la vanguardia revolucionaria, debe ser una escuela y una referencia que brille con luz propia, para fortalecer el proceso y lograr el objetivo que no es otro que el Socialismo de este siglo.
Hay tiempo de rectificar, y esa es una buena noticia. Tenemos que prepararnos para el periodo post Chávez, el que necesaria e indefectiblemente llegará, si bien estamos convencidos de que hay Chávez por mucho tiempo. Chávez por años en la conducción del proceso, Chávez por siglos marcando camino desde la historia.
(*) Municipalista, dirigente comunal, y fundador del PSUV