Son errores producto
no del desconocimiento de la forma cómo deben escribirse esos términos,
sino el resultado del manejo muy deficiente del teclado que se utiliza
para escribirlos. Ahora, se me podría preguntar, muy acertadamente,
por lo demás: ¿por qué no revisamos cuidadosamente esos textos antes
de enviarlos para su publicación? Lo hacemos, y no una vez sino dos
y hasta tres veces. Y a pesar de eso me cuesta detectar los dislates,
y sólo lo hago cuando el artículo, maldito sea, ha sido ya publicado,
es decir, cuando ya no hay nada que hacer.
Uno de estos disparates
que al parecer más llamó la atención de los lectores de Aporrea,
se me escurrió en el artículo sobre el apagón eléctrico. Allí
quise utilizar la archiconocida expresión popular “tras de cornudo
apaleado”, y lo que hice fue escribir “tras de carnudo apaleado”.
Menciono esto porque dos personas, que al parecer tienen grandes dificultades
para entender que errores como este no sólo son factibles que ocurran
sino que además son muy frecuentes, al punto de que periódicos de
circulación nacional, además de contar con un corrector de pruebas
–cosa que no puede hacer el blog amigo ni ningún otro- tienen un
manual de estilo para evitar las faltas de este tipo y de muchas otras,
estos amigos repito, quisieron darme una lección diciéndome cómo
se debía escribir el mencionado dicho. No dándose cuenta ellos que
lo que estaban poniendo de manifiesto era su lamentable incapacidad
de deducción. Pues con sólo ver la palabra mal escrita inmediatamente
han debido deducir que se trataba de un desliz involuntario.
Uno de estos amigos llegó a decirme que “tras de cornudo paleado” no era un dicho popular, porque Boccaccio lo había utilizado en una de sus obras. No especificó en cuál. Yo debo confesar que aparte del Decameron, no he leído todas las obras del genial escritor italiano, que por lo demás son muchas. Y en lo que he podido leer no pude encontrar esa expresión. Pero lo que sí habría que decirles a estos compatriotas es que el hecho de que Giovanni haya utilizado la mencionada frase, eso no quiere decir, desde luego, que la misma no sea de origen popular. Simplemente que, siendo de origen popular, el escritor la utilizó. Lo mismo que Shakespeare. Este dramaturgo inglés en su obra más conocida, “Hamblet” emplea dichos populares como “de punta en blanco”, “se dice rápido”, que ha logrado vencer la barrera del tiempo y trascender hasta nuestros días.
Otro de estos
contertulios me llamó la atención, por cuanto la palabra “presidente”
según él no es sustantivo sino adjetivo en frases como “el presidente
de la organización…” Demás está decir que está completamente
equivocado. También me corrigió por la forma que yo empleo al referirme
al organismo creado por Chávez y que suele llamarse “Alba”. En
este caso él sostiene que no debe decirse “El alba” sino “la
alba”, por cuanto no es un simple nombre, sino un acrónimo formado
por las iniciales de las diferentes partes que lo componentes. A este
amigo hay que recordarle que en castellano la fonética es sumamente
importante, por cuanto de él depende la elegancia del idioma contra
la cual “la alba” atenta alevosamente. Al respecto, le dije lo siguiente,
atención señora Daviess.
“Gracias por
su correo. En relación con el tema en él tratado, permítame decirle
que, sólo mediante un uso extravagante y estrafalario del idioma y
debido también a lo que usted señala, “la alba” talvez sea la
expresión adecuada. Pero sólo por eso, por un extravagante y ridículo
manejo del idioma. En tal sentido, usted no puede dejar de recordar
que el nombre del organismo del cual se formó el acrónimo, fue sugerido
por un amanecer, es decir, por un “alba”. Pero, además, la razón
esgrimida para utilizar ese adefesio lingüístico como sin duda es
“la alba”, no puede justificar el hecho de que se trate
de legitimar un horrendo e irregular sonido cacofónico,
que casi hiere físicamente los oídos de los hablantes y que incluso
constituye una irregularidad gramatical. Por otra parte, si en el mundo
existe un idioma con tantas excepciones a la regla, ese no es otro que
el castellano. Y si eso es así, por qué entonces no apelar en este
caso a una nueva , con lo cual se podría evitar el cacofónico
sonido. De manera que lo racional y conveniente es decir “el alba”.
Y más cuando con eso no se incurre en ninguna irregularidad. “Hoy
se reúne el Alba”, se podría decir, refiriéndose al organismo creado
por Chávez, sin que por ello se pudiera incurrir en ninguna irregularidad.
En cuanto a lo
de “presidente” y presidenta”, estoy de acuerdo con usted, pero
no por las razones que usted esgrime, sino porque “presidente” y
“presidenta” son sustantivos de género común, que valen tanto
para el femenino como para el masculino. “la presidente”, “el
presidente”. Y en cuanto al término “alba”, si no estoy equivocado
y los libros en los que he estudiado tampoco lo están no es por supuesto
un “sujeto”, como usted dice, sino un sustantivo. Para que este
término pudiera ser sujeto, tendría que estar acompañado de un predicado,
y en la forma que se utiliza no lo está. Al respecto, permítame recordarle
la definición de “sujeto”: es la parte de la oración que realiza
la acción indicada por el verbo. Ahora, por favor, dígame dónde está
en su escrito el verbo que debe acompañar “la alba” para que ésta
pueda desempeñar la función de sujeto?
Y a la señora
Vanessa Davies, debo recordarle que cacofonía, y es eso lo que
produce “la alba”, es un vicio de dicción contrario a la
prosodia, y por lo tanto una aberración linguística (sin diérisis)
que debe ser a toda costa evitada.
Lo mismo que me
ocurrió con el artículo mencionado, me sucedió también con
el problema carcelario de los Rodeos. Al comienzo de este artículo
quise hacer una referencia a una de las tantas sentencias geniales del
Libertador. Me refiero a aquella que dice: “un ser ignorante es un
instrumento ciego de su propia destrucción”. Pues bien, omití lo
de del ignorante, por lo que la frase quedó redactada de la siguiente
manera: “ y porque además son objetos ciegos de su propia destrucción”.
Pero ¿por qué
mencionamos estas palabras de Bolívar? La cita tenía la intención
de recordarles a aquellos sectores de la clase media que sin reparar
en las nefastas consecuencias que para el país tendría un desalmado
gobierno de la oposición, no dudan en brindarles su apoyo incondicional.
¿Y por qué me dirijo solamente a la clase media? Bueno, por una razón
muy sencilla: porque a pesar de que esas terribles consecuencias las
padeceríamos todos, serían no obstante estos estratos de la sociedad
los que más las sufrirían. Eso se debe a que son los que más tienen
que perder. Y no es que a los pobres no los afectaría un gobierno neo-liberal.
Los afectaría terriblemente, pero no tanto como a la clase media.
Otro de los dislates
en los que incurrí involuntariamente en el texto mencionado fue
el latinazo “ad infinitum”, el cual le acomodé al final una “d”
en lugar de la “m”. Bueno, una patada de antología que no tiene
ninguna justificación, así haya sido producto de un error o lapsus,
cometido más por descuido que por desconocimiento.
*Algo parecido
a lo que está ocurriendo con las empresas básicas de Guayana
es lo que sucede con las que prestan el servicio eléctrico en el país
y, particularmente, con Electroelec. Al respecto debe decirse que los
problemas últimamente presentados en la prestación de este servicio,
no se debe a lo que se está diciendo, sino al manejo poco responsable
e insensato del que han sido objeto estas empresas. Por ejemplo, se
afirma que las dificultades que ha venido confrontando este sector se
debe al excesivo consumo que se viene registrando en el país –no
han visto el de Las Vegas-. Sin embargo, y a renglón seguido, se dice
también que las empresas eléctricas sólo están recaudando por el
servicio que le presta a los suscritores únicamente el 50 por ciento
de la nómina, es decir, que lo que les cobran a los usuarios sólo
alcanza para el pago de la mitrad de los trabajadores, lo cual, además
de cierto, plantea una contradicción. ¿En qué consiste esta contradicción?
En que si disminuyera el consumo de electricidad también disminuirían
los ingresos de Corpoelec -el fluido no se suministra gratuitamente-,
con lo cual ya no se recaudaría el 50 por ciento de la nómina sino
mucho menos. Es decir, que la diferencia entre ingresos y egresos se
ampliaría, lo cual complicaría aún más la operatividad y funcionamiento
del servicio.
La cuestión es
que en virtud del Control Obrero, a los trabajadores se les entregó
la administración de las empresas. Y junto con esa administración
también se les concedió la facultad de fijar la política salarial
de las mismas, razón por la cual los sueldos y salarios se dispararon
a tal grado, que junto con los trabajadores de Guayana han pasado a
ser los mejor pagados en Venezuela. Para que se tenga una ligera idea
de lo que está pasando con la electricidad, bastaría con saber que
un obrero raso, sin ninguna calificación técnica, puede llegar a devengar
en una semana, con sueldo básico y sobre tiempo, 9000 bolívares fuertes,
o sea, nueve millones de los anteriores, en una semana, repito. Pero
hay más todavía, porque en relación con estos elevados salarios reposa
en mi poder un comprobante de pago que por 214.966 (214. 966.000) bolívares
fuertes le fuera cancelado a un sindicalista por concepto de vacaciones.
Tan anormalmente crecidas son estas remuneraciones, que hay profesionales
que quisieran devengar aunque fuera la mitad de esos emolumentos, y
en Electroelec, como hemos visto, lo devenga un trabajador. La consecuencia
de semejante disparate es un enorme déficit que sólo se puede enjugar
acudiendo al endeudamiento.
*Pobre Grecia, ese legendario país helénico; ese inextinguible faro
de luz e inagotable manantial de cultura y sabiduría. Vive en la actualidad
esta heroica nación, autora de tantas páginas gloriosas, su momento
más gris y oscuro de toda su historia. Pues lo que no pudieron lograr
poderosos enemigos como Darío y Jerjes, entre otros, lo consiguieron
los integrantes de esa raza maldita que son los políticos, es decir,
su destrucción como país independiente y soberano.
De allí
que el orgulloso país balcánico, patria de Aquiles y Ulises, de Sócrates,
Demócrito, Sófocles y Fidias, país que tantas rutilantes hazañas
lograra en todos los campos del quehacer humano, en estos momentos se
encentra vencido y humillado, inspirando, aparte la solidaridad de todos
los pueblos de la tierra, un generalizado sentimiento de compasión
y lástima.
Sí, de compasión
y lástima, porque ese es el único sentimiento que puede inspirar todo
país que tenga la terrible desgracia de caer en las afiladas garras
del Fondo Monetario Internacional. Porque es falso que este organismo
ayude a salir de las dificultades a los países que soliciten su supuesta
ayuda. Y no lo hace, porque los préstamos que concede no son para el
financiamiento de programas de desarrollo, sino única y exclusivamente
para estabilizar el tipo de cambio de la moneda nacional y para el pago
de deuda. Para ninguna otra cosa más. Con lo cual, el país que recibe
un préstamo del organismo multilateral quedará aún más endeudado
de lo que antes estaba. Y la situación se hace todavía más gravosa
para el país receptor del empréstito, porque todos los bienes de la
nación podrían pasar a ser propiedad del capital extranjero.
Ahora, esto no
es casual. Este papel que le permite a la nación hegemónica, EE.UU,
apoderarse de los bienes y recursos de un país, fue meticulosamente
diseñado por el Tío Sam en la Conferencia de Bretton Word. Allí se
estableció la estrategia de utilizar los préstamos a las naciones
como un mecanismo de dominación. Por eso, Carmona, inmediatamente después
su juramentación, recibió una llamada del Fondo ofreciéndole un crédito
por 10.000 millones de dólares.
Son de estas cosas de las que
se les debe hablar a la población, y no se hace porque no hay nadie
que sepa hacerlo, esa es la triste realidad.
*Richard O’Connor
recoge en su obra “Los barones del petróleo” una frase de un político
que expresa el grado de deshumanización y de animalidad al que algunos
hombres pueden llegar cuado de conquistar riquezas y poder se trata.
Clemanceau, que llegó a ser presidente el país galo, expresó que
“una gota de petróleo vale tanto como una gota de sangre humana”;
frase que hoy, con motivo de la criminal invasión a Irak, Afganistan
y Libia, perpetradas por los delincuentes de la OTAN, cobra de nuevo
una aterradores vigencia. Y no sólo eso, sino que también pone en
evidencia la naturaleza asesina de quienes en estos momentos gobiernan
los Estados Unidos y los países de Europa
*El cura Luker, haciendo gala
de su caridad cristiana, o al menos como él la interpreta, quiso desalojar
a una familia de un apartamento de su propiedad que le tenía alquilado.
Pensaba dejar a este grupo familiar en la calle. Dios se apiade de tu
alma asquerosa, Liker.