Lo antes expuesto viene al caso en nuestra querida Venezuela dada la manifiesta ineficiencia administrativa y técnica en todas las áreas de la administración pública, incluyendo las empresas básicas del Estado que son a las que me refiero en este articulo, y esto no solo debido a los altos índices de corrupción existente si no a las fallas de funcionamiento por la falta de conocimiento que hoy por hoy asola a todas las empresas en manos del Estado Venezolano. El deslinde de la mayoría de una clase media profesional del proceso bolivariano, por razones varias no todas de las cuales achacables a dicha clase social, tuvo su clímax en el paro patronal de más de dos meses de duración protagonizado por la llamada “meritocracia petrolera”, es decir por la mayoría de los empleados petroleros encabezados por los técnicos de alto nivel de PDVSA durante el año 2002. Ante lo cual hay que destacar dos hechos, el primero de los cuales de una alta positividad, es decir él como con un grueso de técnicos medios y obreros se logró rescatar esta primera y vital empresa nacional en tiempo record, el segundo muy negativo, cual es el que a partir de ahí se ha venido incrustando en dicha empresa fundamentalmente a nivel administrativo, toda una cáfila de funcionarios oportunistas ineficientes y corruptos, cuyo ejemplo de incompetencia y corrupción más visible ha sido el descubrimiento de los contenedores de PDVAL con miles de toneladas de productos alimenticios en estado de putrefacción. Alguien escribió por allí muy atinadamente que si en la cuarta república se podía hablar de una “caja negra” ante el arcano que significaba el estado de cuentas de PDVSA, ahora ante esa misma inescrutabilidad de cuentas, se podría hablar de la “caja roja” de dicha fundamental empresa. Aunque hemos nombrado a PDVSA como ejemplo bandera, los acontecimientos en la zona de Guayana por desgracia con heridos y fallecido incluidos, el descubrimiento de la “mafia de la cabilla” operando desde el interno de la Siderúrgica, y las denuncias que a diario leemos en los diarios en referencia al mal manejo a todos los niveles de la administración pública, nos hace pensar que el hecho de presentarse como “rojo rojito” no avala en nada la calidad ética y la eficiencia de quienes administran o pretenden administrar los dineros públicos. Creo que ha llegado el momento de hacer valer por encima de las consideraciones políticas, la preparación técnico administrativa de quienes deben administrar las empresas del Estado, eso sí con la supervisión estrecha del colectivo social organizado, como en su momento lo hicieron los bolcheviques. Es una entelequia aquello de que “no se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo” aparte de su contenido como arenga la validez de esta frase es nula, ya que ignora que el avance tecnológico de la humanidad desde la invención del motor a vapor hasta nuestros días ha sido con esas armas “melladas”, no residiendo el problema allí, si no en los efectos depredadores sobre el entorno a favor de la ganancia desmedida que el capitalismo le ha dado a dichas “melladas” armas, además de la explotación humana que conlleva la obtención para el capitalista de una cada vez más abultada plusvalía. En nuestro caso específico venezolano con excepciones que confirman la regla, el remedio para contrarrestar a la despectivamente llamada meritocracia, ha consistido en colocar al frente o dentro del engranaje técnico administrativo de las empresas del Estado a personeros incompetentes para no repetir otros epítetos que se merecen, que obstaculizan el desarrollo de estas empresas, siendo su principal merito (camiseta roja incluida) exhibir su ultra chavismo desmedido, parapeto este que les sirve no solo para tratar de tapar su chapucera incompetencia si no para todo tipo de negociado que le provenga de fondos a su caudal personal. Sospecho en el caso de PDVSA que independientemente de la conveniencia o no del aumento de la producción petrolera de la OPEP, el rasgado de vestiduras de nuestros funcionarios para no aumentar la cuota petrolera de Venezuela, se debe fundamentalmente a que con la incapacidad administrativa actual de esta nuestra mayor empresa es imposible aumentar los niveles de producción. Para terminar hago hincapié en que con una buena supervisión obrera de manera constante de los resultados obtenidos en cada área técnica administrativa de nuestras empresas del Estado, son los especialistas debidamente acreditadas provengan de donde provengan, los que deben operar técnico administrativamente dichas empresas, por la sencilla razón de que ellos son lo que saben hacerlo profesionalmente.
Nota al margen: terminando este artículo me entero con regocijo de la vuelta de nuestro presidente al país, como médico creo en la alta posibilidad de recuperación total que su tratamiento le ofrece. Presidente deseo fervientemente su recuperación ya que a pesar de los errores humanos que pueda tener, sus aciertos y sobre todo su compenetración con las necesidades de los estratos más humildes de nuestra población, han permitido un adelanto en lo social envidiable para cualquier país del mundo.
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