En los últimos días
se ha hablado intensamente tanto en las redes sociales como en medios
de comunicación nacional y extranjeros sobre la “sucesión” de
Chávez. Este término posee diversas acepciones, sin embargo es evidente
que la connotación que se le ha querido dar está vinculada a la que
afirma (según la RAE) que la sucesión es la “entrada como heredero
o legatario en la posesión de los bienes de un difunto”, interpretación
que tiene dos supuestos que tergiversan la realidad política e histórica
de nuestra actual.
El sistema político
venezolano a partir de 1999 se define como democrático, representativo,
participativo y protagónico, y en ninguna parte del desarrollo de nuestro
marco constitucional se describe al Estado como un bien heredable, concepción
que está presente en los sistemas monárquicos como el español o el
británico por ejemplo, países de donde por cierto proviene la mayoría
de las notas y análisis que al abordar el tema venezolano utilizan
este término.
El otro supuesto que
tergiversa la realidad gira en torno a la muerte, matriz permanente
entre los generadores de opinión adversos a la revolución venezolana,
que a partir de la convalecencia de presidente Chávez han hecho de
esta un escenario necrofílico único en sus análisis.
Con este comentario previo
sobre el término “sucesión” deseo expresar claramente que esto
es imposible en Venezuela en los términos que pretenden imponer las
agencias de noticias internacionales y los repetidores de oficio en
los medios nacionales, la “sucesión” en Venezuela desde la concepción
del Estado venezolano es inviable ya que no responde a nuestra realidad
política y menos aún constitucional.
Lo que está en discusión
en este momento en Venezuela es la preocupación por la continuidad
del proceso revolucionario que democráticamente su pueblo ha decidido
desarrollar, y la profundización de políticas que permitan hacer del
socialismo cada día un proyecto más viable, eficaz y eficiente. Es
definitivo que la enfermedad del Presidente ha convocado a una muy seria
reflexión (más allá de las pasiones, los afectos y el amor que la
mayoría le profesa), de si la revolución bolivariana y socialista
depende o no sólo del liderazgo del Comandante, o si la madurez del
proceso permitirá pensar en un legado político que garantice la permanencia
de la revolución a mediano y largo plazo.
Nuestro Presidente Chávez
es humano y mortal como cada uno de nosotros, aunque con unas características
particulares que sin duda lo han hecho ya pasar a la historia como aquel
que ha conducido un proceso político inédito en nuestro país, masificando
la educación en sus distintos niveles, garantizando el acceso a la
alimentación y la atención primaria de la salud entre muchas otras
cosas, pero fundamentalmente generando una segunda independencia, la
de la conciencia patria y política en todos los venezolanos, incluso
más allá de nuestras fronteras. Es esa conciencia la que hoy se somete
a la prueba del “inicio del retorno” y la necesidad de comprender,
tal como él mismo lo ha expresado: “Que nadie vaya a creer que mi
presencia significa que ganamos la batalla. Hemos comenzado a remontar
la cuesta, a vencer el mal que se incubó en mi cuerpo quién sabe por
cuantas razones… Viviremos y venceremos estas dificultades”.
Por lo anterior, uno
de los retos más importantes que se presentan en este momento es la
generación de cuadros políticos formados para la gobernanza política
y administrativa, que garanticen la continuidad y profundización del
legado político e ideológico del Líder Chávez. Si la “sucesión”
de Chávez es imposible ya que no es un Rey, lo que si es viable es
garantizar que el pueblo adquiera la madurez y conciencia política
necesaria para que el socialismo bolivariano sea una realidad empoderada,
con base en la participación activa de los venezolanos.
Por ello, la decisión
de haber colocado a Mary Pili Hernández como ministra de la juventud
apuesta hacia la mirada conciente de un proceso político de largo aliento.
Como lo había advertido el 3 de abril de 2011 en mi artículo ¿La
construcción colectiva de un Ministerio de la Juventud?: “Es difícil
definir quien debe dirigir un ministerio como éste, es además discrecionalidad
del presidente seleccionar a sus ministros, pero sin duda, el perfil
debe cumplir algunos parámetros: tener capacidad para la formulación,
seguimiento y control de políticas públicas con eficiencia y eficacia,
ser una persona nacida del consenso y que genere consenso (el asunto
de la edad es relativo y creo que no limitativo), con experiencia política,
y fundamentalmente sensible al tema de la juventud y los estudiantes
sin menos cabo del desarrollo de otros sectores sociales que constituyen
nuestra sociedad.”
Sin duda este perfil
es satisfecho con la designación, pero en las circunstancias actuales
este perfil tiene una nueva demanda, la de tener la capacidad y el compromiso
de garantizar la formación de esos cuadros políticos necesarios para
el relevo generacional.
Desde su llegada, y al
momento de escribir estas líneas, el único ajuste que ha hecho el
Presidente a su equipo es la designación de la Ministra de la juventud,
y sin duda este es un extraordinario acierto que da respuesta puntual
a la “sucesión” de la que tanto hablan los detractores de la revolución.
El “sucesor” de Chávez es el pueblo, encarnado en su juventud.
El paso siguiente deberá ser garantizar el impulso de un liderazgo
colectivo que ya tiene su espacio de acción pero aún queda pendiente
eliminar los obstáculos que algunas tendencias a lo interno del proceso
han colocado para minar su concreción: “El Polo Patriótico”.
Mientras esto sucede
en el seno de la revolución, la oposición venezolana se centra en
dos estrategias puntuales: 1.- la trivialización de la enfermedad del
Presidente y 2.- El adelanto de la selección de su candidato por “consenso”
y no por primarias. La primera estrategia intenta revertir lo que la
misma oposición protagonizó como la develación de la enfermedad del
Presidente Chávez, que en su afán de mostrar a un Presidente convaleciente
y casi moribundo, lo que generó fue una solidaridad automática con
él, lo que hizo que el apoyo a su gestión, su popularidad e incluso
la intención de votos se haya incrementado hasta en 8 puntos porcentuales.
Ahora el objetivo es desmentir lo que ellos mismos intentaron mostrar,
que la enfermedad es cáncer, acusando incluso al Presidente de haberse
hecho una liposucción, etc. ya que librar una batalla electoral ante
un convaleciente sería muy mal visto por la población venezolana.
La segunda estrategia: adelantar la selección del candidato, es una
muestra de oportunismo político, ya que para la oposición es importante
combatir contra un convaleciente (a pesar de que quieran mostrar lo
contrario), para obtener ventaja, y si se espera a febrero del 2012
corren el riesgo de que el Presidente se recupere totalmente y también
que los demonios desatados de la oposición hagan que la ambición individualista
rompa la unión, que hasta ahora, sólo está motivada por el desplazamiento
de Chávez.
Es evidente, son dos
formas de ver al país, mientras uno piensa en el futuro, los otros
piensan en “sucesores” y en el botín.
El jueves 14 de julio, estaré junto a Victor Álvarez, Juan Carlos Monedero y Luis Bonilla en el Centro Internacional Miranda (CIM) en un conversatorio sobre “Reencuentro de fuerzas progresistas y revolucionarias” (Acerca de la crítica leal y la propuesta comprometida). PH del Hotel Anauco Suite, a partir de las 9 a.m. están cordialmente invitados.
@NicmerEvans
nicmerevans@gmail.com