De sagrado y profano

La salud del presidente Chávez y todo lo que se ha tejido en torno a ello ha producido paradójicamente dos efectos: desde los sectores de oposición se apuesta a su muerte política y desde las filas del chavismo se convoca su resurrección política. Se corre el riesgo de sacralizar su figura, su retorno, su gobierno…

El reino de lo sagrado engloba aquello que se define como extraordinario y que inspira sentimientos de sobrecogimiento, de veneración, respeto e incluso miedo.

Emile Durkheim afirma que "lo sagrado no es en el fondo, mas que la consagración de la sociedad" y de sus diversas manifestaciones. En sentido estricto, las normas sagradas son algo inherente a la divinidad o su culto, sin embargo, una sociedad puede hacer de una relación concreta, de una determinada forma de interacción, de una muerte o de una persona algo sobrenatural con características divinas. En un sentido laxo, no hay nada que escape a la posibilidad de considerarse sagrado: un manto, una vara, un hecho, una persona. De allí la expresión "culto a la personalidad".

Las normas sagradas no requieren justificación porque proceden del reino de lo divino, de lo carismático o de lo tradicional. El carisma, término que en origen posee una acepción religiosa dado que se relaciona con gracia y don divino, expresa, según Weber, una cualidad extraordinaria relacionada con valores sobrehumanos de los individuos.

Por tanto un líder carismático, como indudablemente lo es Hugo Chávez, transita desde lo utilitario hacia lo sagrado, lo sobrenatural.

Curiosamente lo sagrado supone tanto lo que se desea y se adora, como lo que se odia o se teme. Así, las cosas "malas" -brujas, demonios- comparten con las "buenas" el reino de lo sagrado. La esencia de lo sagrado, bueno o malo, amado u odiado, "consiste básicamente en que se considera más allá de los criterios de la mera utilidad, razón humana o el poder". Y esto nos recuerda la composición política del país y la relación que las fuerzas políticas han establecido tanto con el presidente Chávez, como con el proceso de transformación que lidera. ¿Supone ello una sacralización desde dos perspectivas políticas contradictorias? Desde el amor y el odio, desde lo bueno y lo malo.

No olvidemos que el Gobierno es fundamentalmente de carácter terrenal, con algunos ingredientes del reino de lo sagrado propios de este proceso de cambio al cual apostamos.

maryclens@yahoo.com


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Maryclen Stelling


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