Es gracias a su supuesto
viaje a las Indias, donde un hombre se atreve a romper el reto de aquel
horizonte lejano y plano que atrapaba a los habitantes de Europa en
un mar inmenso y azul, detrás del cual sólo cabían especulaciones
sobre la comprensión del lugar dónde se encontraba ubicada la raza
humana. Ese viaje de un almirante valiente dispuesto a ver de cerca
de qué se trataba el horizonte, rompió con todas las hipótesis
que construían los demás hombres, atrapados en sus propios miedos
a lo desconocido, desde las arenas de la orilla.
Aquel viaje fue determinante
en la comprensión de la ubicación espacial de nuestra especie: que
la Tierra es redonda, que nos mantenemos suspendidos en el espacio
al igual que todos las estrellas que brillan en el cielo y que somos
una parte más dentro del universo, Sin olvidar que también fue el
primer paso para incorporar a nuestro continente al naciente capitalismo
europeo.
Por tanto, parto de que
la palabra globalizar debe ser entendida y utilizada como un modelo
de ver las cosas en conjunto, integradas a las demás cosas que la acompañan
y no solamente hay que hacer referencia a ella para hablar de
la “globalización neoliberal”. Globalización es un término que
cada día se hace más necesario en el replanteamiento y la revisión
de los problemas del mundo y debemos rescatar esta palabra para utilizarla
genéricamente. Entonces cuando hablemos de globalización, entenderemos
que nos referimos a la visión en contexto de los problemas que planteamos.
. Cuando decimos Hombre
Nuevo, o mejor dicho, cuando el médico argentino Ernesto Guevara habla
por primera vez del “Hombre Nuevo”, está globalizando a un nuevo
ser que debe crearse, como instrumento indispensable para la transformación
de nuestra sociedad.
En el párrafo anterior,
me refiero al Ché, anteponiéndole su profesión o mejor dicho el título
que obtuvo dentro de la formación del sistema y el cual ejerció sólo
en momentos en que en la guerrilla en la que participó le fue necesario,
para ejercer el resto de su vida el título que los hombres sencillos
y llenos de profundos sentimientos de amor pretendemos ostentar: el
de revolucionario.
Puedo decir, sin embargo,
que la obra que queda del Ché, no deja de ser la intervención de un
hombre ejercitando la historia como única medicina posible para sanar
una sociedad a la que le diagnosticó un mal ya casi en estado
terminal: el capitalismo.
Jamás olvidaré
mis lecturas sobre la vida del Ché, él mismo relataba, que en
alguna de las batallas que libró en Cuba, hubo un momento, ante
un fuerte bombardeo de las fuerzas de Batista que a la hora de movilizarse
él se había quedado solo y debía caminar hasta ubicar a sus tropas
y estando herido en una pierna, tuvo que tomar la decisión de optar
por llevar uno solo de los dos morrales que tenia frente a sí: uno
contenía las medicinas y el otro contenía las municiones. El Che se
decidió por el último, tomó su morral lleno de balas y comenzó a
andar…
Entonces claramente este
gran hombre nos hace saber en la historia de su vida, que ese amor
a su especie, que lo había llevado cuando joven a estudiar medicina,
para prepararse y poder combatir el dolor de sus semejantes, ese amor
le fue enseñando cada día más, en sus viajes a través de Latinoamérica,
que el mal era más maligno de lo que estimó y que ni sus estudios
de medicina serían suficientes para mejorar en nada la realidad de
atraso, de miseria y subdesarrollo que encontraba en su camino.
Fue así como en
México contacta con Raúl Castro Ruz, hermano de Fidel, y se incorpora
como voluntario en la expedición del Granma que ellos estaban organizando
para ir a liberar a Cuba de la Dictadura de Fulgencio Batista.
Tal vez entonces el Ché
empezó a entender un nuevo modelo de medicina: la medicina global.
Comenzó a entender que los males que originaban el dolor de los pueblos,
la ignorancia, el hambre, la inasistencia médica inclusive, no se podrían
aliviar recetando aspirinas a través del continente y cuando años
más tarde tiene que elegir entre los dos morrales nos deja una enseñanza
muy clara de la comprensión de su camino.
A mi criterio, el Ché
no abandona la carrera de medicina para hacerse guerrillero, no, el
Ché comienza a ejercer una verdadera medicina cuando monta sobre
sus hombros un fusil y cambia la bata blanca por su hermosa boina negra.
No podía ver los problemas
aislados uno del otro, sin relación, no, había hilvanado todas las
conexiones para entender que lo que pasaba tenía un origen mayor,
que estaba enferma la especie humana entera, en grave peligro y para
la intervención necesaria para curarla un bisturí sería ridículo.
Ernesto Ché Guevara,
entonces, al comprender los riesgos de salud de la humanidad que habita
nuestro planeta, globaliza los síntomas y logra un diagnóstico terrible
que lo hace asumir la lucha armada contra ese mal que tiene ante si
y ve que si no se le derrota, éste va a aniquilar a la raza humana.
Creo que ya en los últimos
años que nos acompañó fue mucho más profundo y certero, al ya tener
territorios liberados, como lo fue Cuba después de la revolución,
empieza a dar tratamiento al mal que había diagnosticado.
El Ché se da cuenta
de lo grave de la situación. La sociedad está enferma, el hombre
que la compone también está enfermo, hay que hacer cambios fundamentales.
Escuchemos un poco
sus palabras:
“La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no sólo en la conciencia individual, en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición, con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y por ende, en la conciencia.”
“En la sociedad capitalista,
el hombre está dirigido por un frío ordenamiento que, habitualmente,
escapa al dominio de su comprensión. El ejemplar humano, enajenado,
tiene un invisible cordón umbilical que le liga a la sociedad en su
conjunto: la ley del valor. Ella actúa en todos los aspectos de su
vida, va modelando su camino y su destino.
Las leyes del capitalismo,
invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan sobre el individuo,
sin que éste se percate. Sólo ve la amplitud de un horizonte que aparece
infinito. Así lo presenta la propaganda capitalista que pretende extraer
del caso Rockefeller –verídico o no-, una lección sobre las posibilidades
de éxito. La miseria que es necesario acumular para que surja un ejemplo
así y la suma de ruindades que conlleva una fortuna de esa magnitud,
no aparecen en el cuadro y no siempre es posible a las fuerzas populares
aclarar estos conceptos.”
¿Es o no esto un verdadero
diagnóstico de medicina global?
Claro que lo es, el Ché
nos enseña la lección, interpreta las relaciones de la sociedad capitalista.
Esta sociedad, nunca ha contado con ideólogos dispuestos a interpretar
la sociedad con el fin de entenderla y mejorarla, el capitalismo
con lo que cuenta siempre es con grandes cerebros que tienen el precio
colgando en una etiqueta, vendidos, pues ese es su síntoma fundamental,
la búsqueda de la riqueza. El día que la ideología y la interpretación
de la sociedad hecha con verdaderas intenciones liberadoras produzcan
dinero y ganancias, entonces el capitalismo tendrá verdaderos ideólogos,
hasta tanto eso pase, su único ideólogo conocido, no es un hombre
capitalista, aunque nace de una familia burguesa: Carlos Marx. Mientras
tanto, cualquier talento que se destaque dentro del sistema capitalista
será absorbido para usar sus facultades a favor de la dominación en
cualquier frente mediático, en vez de encausarse, como lo hizo Carlos
Marx, hacia una interpretación de la sociedad para su liberación.
El Marxismo, ciencia
planteada por Marx, le brinda al Che la comprensión del monstruo que
se está devorando a la humanidad: el capital, el dinero, la búsqueda
de la ganancia.
Marx plantea esto en
uno de sus escritos filosóficos, cuando la sociedad o algunos de sus
hombres crean el concepto de la ganancia, del aprovechamiento del trabajo
de otros para acumular riquezas, entonces comienza su enajenación.
Allí comienza la
enfermedad, allí está el origen, buscar culpas en otra parte
es inútil, cualquier camino de investigación que se realice con honestidad
tendrá que llevarnos a este punto.
Entonces, retomando
al Ché, al evaluar este problema que vive la humanidad, se da
cuenta fundamentalmente de algo sumamente importante: hay que cambiar
al Hombre, hay que cambiar su entorno, sus relaciones económicas, pero
también hay que cambiarlo por dentro, hay que curar su mente que está
afectada.
Sigamos escuchándolo:
“En este período de
construcción del socialismo podemos ver el hombre nuevo que va naciendo.
Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que
el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas.
Descontando aquellos cuya falta de educación los hace tender al camino
solitario, a la autosatisfacción de sus ambiciones, los hay que aun
este nuevo panorama de marcha conjunta, tienen tendencia a caminar aislados
de la masa que acompañan. Lo importante es que los hombres van adquiriendo
cada día más conciencia de la necesidad de su incorporación a la
sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores de la misma.”
Despidamos este texto
con palabras del Ché:
“Así vamos marchando.
A la cabeza de la inmensa columna- no nos avergüenza ni nos intimida
decirlo- va Fidel, después, los mejores cuadros del partido, e inmediatamente,
tan cerca que se siente su enorme fuerza, va el pueblo en su conjunto;
sólida armazón de individualidades que caminan hacia un fin común;
individuos que han alcanzado la conciencia de lo que es necesario hacer;
hombres que luchan por salir del reino de la necesidad y entrar al de
la libertad.
Esa inmensa muchedumbre se ordena; su orden responde a la conciencia de la necesidad del mismo; ya no es fuerza dispersa, divisible en miles de fracciones disparadas al espacio como fragmentos de granada, tratando de alcanzar por cualquier medio, en lucha reñida con sus iguales una posición, algo que permita apoyo frente un futuro incierto.”
brachoraul@gmail.com