Por ejemplo, como
lo estamos sufriendo en sobaco propio, Maracaibo, San Francisco y la
Cañada de Urdaneta, patria chica de Fernández Morán, padece una aguda
crisis a causa de la alarmante escasez de agua. La situación reviste
caracteres verdaderamente angustiosos, por cuanto se trata de la escasez
de un elemento que tiene la “rara” propiedad de ser, junto con el
oxígeno, absolutamente indispensable para la vida, tanto en su dimensión
biológica como en su vertiente económica y social. Por tanto, sin
ese elemento, no es difícil imaginarlo, ninguna actividad, bien sea
de índole orgánica o socioeconómica, sería posible realizarla. Tan
cierto es esto, que tal vez valga la pena decirle a los escépticos,
a los que no creen mucho en eso de que el agua sea tan indispensable
para cualquier tipo de existencia, que por no encontrarse en la luna
ni en ningún otro planeta del sistema solar ni de la Vía Láctea,
es por lo que en esos desolados mundos no existe el menor asomo de vida,
ni siquiera la de los malolientes hidrófobos maracuchos.
Ahora bien, ¿cómo
han reaccionado las autoridades del estado ante la emergencia que nos
mantiene muertos de sed y que amenaza con convertir esta fértil y ubérrima
región en un inhóspito desierto, ante el cual el desierto de Sahara,
que no queda en la península arábiga, como recientemente un periodista
lo aseguró, sería un auténtico Edén? Bueno, alguien con un adarme
de sentido común y que tuviera la obligación de velar por el bienestar
de los ciudadanos, entre los que se encuentran desde luego sus electores,
trataría por todos los medios de buscarle, con la urgencia que el caso
requiere, una solución inmediata al grave problema.
Sin embargo, contra
todo espíritu de servicio no se ha procedido así. Y en lugar de buscar
las tan ansiadas e inaplazables soluciones, se ha preferido, con un
irrespeto inaudito hacia la sedienta población marabina, apelar al
deleznable burladero de la excusa.
Y de este modo se nos dice ahora, con la evidente intención
de eludir responsabilidades, lo mismo que se nos decía ayer, antes
de ayer, y trasanteayer, cuando el servicio comenzó a dar las primeras
demostraciones de agotamiento, esto es, que la escasez de agua no se
debe a la negligencia de las autoridades sino de las tomas ilegales.
Con lo cual, sin saberlo, se están auto-atribuyendo una incapacidad
que los inhabilita completamente para gobernar, pues uno se pregunta
y con razón, si esas autoridades no son capaces de eliminar las fulanas
tomas, ¿entonces para qué sirven y para qué podrían servir? ¿Para
buscar votos con base a falsas promesas?
Pero es que tampoco
esa excusa es cierta. Por el contrario, la misma no es sino una patraña
concebida con la única finalidad de encubrir, de echarle el muerto
a otro, del injustificable abandono en que se ha mantenido un servicio
de la importancia estratégica y vital del acueducto. Y no se necesita
mucha imaginación para probar lo dicho; antes bien, un poco de discernimiento
bastaría para demostrar la incalificable burla.
En efecto, a poco
que uno comienza a echarle cabeza al enojoso asunto es asaltado por
una serie de interrogantes que no encajan, que chocan violentamente
con la lógica y el sentido común más elementales. Eso es así, porque
a menos que se trate de una charada, es muy difícil entender, porque
desafía la razón menos desarrollada, que toda el agua que se produce
para abastecer una ciudad de más de 1 millón y medio de habitantes,
que no es precisamente un raquítico chisguete, se pueda fugar por cincuenta
o cien tuberías cuyos diámetros, en promedio, no pasan de las tres
pulgadas. Tal prodigio de quienes tanto nos irrespetan y nos subestiman,
no tiene por supuesto ningún sentido. Y ese sin sentido se incrementa
y agiganta y adquiere dimensiones de truculencia cuando se dice que
ese escape no es por unas horas, por unos días, ni siquiera por unas
cuantas semanas o meses, sino que es constante y permanente. Si eso
fuera así, como se afirma, entonces el lugar adonde estaría llegando
esa colosal masa de agua se hubiera convertido en un lago, si no mayor,
por lo menos igual al lago de Maracaibo o, en el mejor de los casos,
en un pantano (everglade), con cocodrilos y todo, mucho más grande
que el de la Florida.
De todo lo anterior
se desprende una pregunta obligada: si las tomas ilegales no son culpables
del escaso suministro de agua que padece Maracaibo, ¿a quién o a qué
entonces responsabilizar por tan insoportable situación? Muy sencillo:
a quienes estando en la obligación de hacer algo para prevenir y solucionar
la emergencia que estamos confrontando en estos momentos, sin embargo,
no han movido un solo dedo ni invertido una sola locha, pese a los cuantiosos
presupuestos que han manejado, para evitar el colapso definitivo del
acueducto. Porque es aquí, en la incapacidad de los embalses de Tulé
y Manuelote, que fueron construidos para abastecer de agua a una población
de un poco más de 500.000 mil personas, donde radica la calamidad que
actualmente se abate contra esta ciudad y contra otros sitios de la
región que también se mueren de sed. ¿Hasta cuando abusan de nuestra
paciencia?
Este artículo
fue publicado el 2-4-93, y en vista de que esta crisis del agua
no sólo se mantiene sino que además se ha agravado -una auténtica
hazaña lograda por FrddyRodríguez , sobrino de Rodríguez Araque-,
provoca decir: cualquier parecido con la realidad actual no es pura
y casual coincidencia. Es, por el contrario, el deplorable resultado
de injustificables e incalificables desviaciones; de vicios tales como
el amiguismo y el nepotismo que hoy proliferan como nunca y que llevan
al desempeño de cargos públicos a gente totalmente descalificada,
a gente que utilizan esos cargos, no para servir a la colectividad sino
para beneficio propio y en detrimento deliberado del Proceso, el cual
les importa un comino. El método para la designación de funcionarios
debe ser cambiado radicalmente. De tal manera, que se le reconozca al
Partido una mayor competencia en este sentido.
Aristas de un debate:
Como consecuencia de
mi artículo anterior, en el cual se me escaparon, como casi siempre
ocurre, algunos gazapos, un acucioso lector, personade una cierta edad,
me llamó la atención sobre los mismos, cosa que se le agradece, pues
de no haber sido así no me hubiera enterado, dado mi incapacidad ya
crónica de percatarme, pese a los esfuerzos que hago, de los dislates
involuntarios en los que con frecuencia incurro. Pero, además, este
lector aprovechó la ocasión para hacerme algunas observaciones en
relación con otras cosas escritas por mí en el mencionado artículo,
y con las cuales, por supuesto, no estuve de acuerdo. Esto dio lugar
a un debate del cual el texto que transcribo formó parte.
“Para empezar,
apreciado amigo –decíamos-, la Real Academia no es infalible. Y lo
prueba el hecho de que en su Nueva Gramática establece modificaciones
a la lengua sobre aspectos que antes consideraba como buenas. Y la pregunta
es: ¿cuál es la forma correcta de hablar? ¿Cómo se hablaba antes
o como la Academia quiere que se hable ahora? ¿Cuándo estaba equivocada
la Academia, antes o ahora? La falibilidad de ese cuerpo que regula
el uso del Castellano lo prueba la definición que en su diccionario
le da a la palabra “curul”, en relación con la cual en su primera
acepción dice: “escaño o banco con respaldo en los que pueden sentarse
tres o más personas”. Y en su segunda, como “puesto o asiento de
los parlamentarios de la cámara”.
Ahora bien, tanto
“escaño” como “asiento” son sustantivos masculinos, por lo
cual no incurriría en error quien dijera, basándose en estas definiciones,
“un curul”. ¿Estamos? Sin embargo, si esto es irrefutablemente
así, por qué entonces usted me llamó la atención a propósito de
mi errata –involuntaria, como ya dije- acerca de haber indicado como
equivocada la expresión “una curul”? Si usted estaba de acuerdo
con la Academia, en el sentido de que el significado de “curul”
era escaño, puesto o asiento”, ha debido haber aceptado mi señalamiento
de que “una curul” constituía un error. Pero resulta, que quien
incurre en un tremendo disparate es la propia Academia al definir “curul”
como “escaño” o “puesto”, pues curul es un vocablo latino –la
propia Academia lo reconoce- que significa silla. En latín, “curul”
se refiere a la silla de marfil que, como ya lo dije, ocupaban los magistrados
romanos y que por extensión se le aplica a los puestos que ocupan los
parlamentarios en la cámara. De manera que la forma correcta es “una
curul” y no uncurul. Véase el Pequeño Larousse.
Por otra parte,
la frase que usted pretende cuestionar dice lo siguiente: “Se trata
de unos individuos –mujeres y hombres- tan depravados, que se les
debía amarrar las trompas y los conductos testiculares –me refería
a la vasectomía- según sea el caso, para evitar…”Es decir, que
se debían amarrar ambas cosas, no una sola sino las dos, esto es, tanto
las trompas como los conductos testiculares. Sin embargo, usted dice
que en lugar de la conjugación copulativa y debí haber colocado la
conjunción disyuntiva o, con lo cual la frase hubiera quedado redactada
de la siguiente manera: “…que se les debían amarrar las trompas
o los conductos testiculares”. No, no es eso lo que yo quise decir.
Lo que yo dije fue, repito, que se debían amarrar ambas cosas, no una
o la otra, como lo sugiere la conjugación disyuntiva o. Esta conjugación
disyuntiva plantea dos opciones, en relación con las cuales usted tiene
que decidirse por una. Y eso no es lo que yo proponía. Lo que yo estaba
proponiendo, repito, era que amarraran las dos cosas, no que se amarrara
sólo una y que se excluyera la otra.
Y en cuanto a la frase mujer
y hombre, que también le parece incorrecta, pues según usted en lugar
de la conjugación copulativa y debí haber escrito u, también está
pelado. Eso se debe a que u estaría reemplazando la conjugación disyuntiva
o, con lo cual se estaría tomando en cuenta solo uno de los factores
de la frase, es decir la mujer o el hombre.
Nota:
Lo iba a hacer en mi artículo anterior, pero se me olvidó. Se trata
de sugerirle a la gente del PSUV que elaboren fotos tamaño natural de los indeseables de la oposición
y que las coloquen en algunas calles céntricas de Caracas. De
esta manera la población tendría la oportunidad, aunque fuera de una
manera simbólica, de desahogar, mediante salivazos disparados al rostro
de estos despreciables sujetos, los impulsos de retaliación que por
tanto tiempo han mantenido reprimidos. La catarsis ayuda a aliviar las
tensiones y a conservar la salud.
- Los infames periodistas chilenos –por lo menos así se dicen-, le estuvieron rezando al alma perversa de Pinochet para que facilitara el triunfo de Chile ante el conjunto de Venezuela. Pero como esa bestia no se encuentra en el cielo sino en el infierno y zampado de cabeza en los toneles de mierda, no los pudo escuchar.
De manera, socios,
que a llorar al valle. Y créanme, que perdiendo salieron mucho mejor
de lo que se imaginan. Ya que fueron derrotados por el equipo masculino,
porque de haber perdido ante nuestras muchas, las cuales les habrían
dado una paliza, la humillación hubiera sido mucho peor. ¿No les parece?
Y a tragar Vino Tinto para olvidar las penas. Ahora, el despecho se
pasa mejor si se le ameniza con música de Julio Jaramillo.