La crisis del agua y fotos de cuerpo entero

Causa risa y al mismo tiempo asombro y si se quiere hasta estupor, observar la facilidad con la que aquí se engatusa a la gente. Y no solamente a gente ingenua, a esos creyones de vocación, que aceptan sin beneficio de inventario cualquier extravagancia por absurda e infantiloide que sea. También personas que se suponen inteligentes y despiertas son igualmente víctimas de los profesionales de la demagogia y la mentira, y que usted, amable lector, sabe muy bien quiénes son, dónde están y, sobre  todo, qué hacen. Y lo peor no es que esos candidatos al limbo o lo que haga sus veces crean todo cuanto a un Roñoquero cualquiera se le ocurra decir, incluso que el dólar regresará dentro de muy poco a su antigua cotización de 4,50 y que las tasas activas descenderán hasta el 10 por ciento de interés. Lo peor como ya dije no es esto, sino que con la tenacidad de un cruzado, se pongan a divulgar la especie y a engañar a otros tan crédulo como ellos.  

   Por ejemplo, como lo estamos sufriendo en sobaco propio, Maracaibo, San Francisco y la Cañada de Urdaneta, patria chica de Fernández Morán, padece una aguda crisis a causa de la alarmante escasez de agua. La situación reviste caracteres verdaderamente angustiosos, por cuanto se trata de la escasez de un elemento que tiene la “rara” propiedad de ser, junto con el oxígeno, absolutamente indispensable para la vida, tanto en su dimensión biológica como en su vertiente económica y social. Por tanto, sin ese elemento, no es difícil imaginarlo, ninguna actividad, bien sea de índole orgánica o socioeconómica, sería posible realizarla. Tan cierto es esto, que tal vez valga la pena decirle a los escépticos, a los que no creen mucho en eso de que el agua sea tan indispensable para cualquier tipo de existencia, que por no encontrarse en la luna ni en ningún otro planeta del sistema solar ni de la Vía Láctea, es por lo que en esos desolados mundos no existe el menor asomo de vida, ni siquiera la de los malolientes hidrófobos maracuchos. 

   Ahora bien, ¿cómo han reaccionado las autoridades del estado ante la emergencia que nos mantiene muertos de sed y que amenaza con convertir esta fértil y ubérrima región en un inhóspito desierto, ante el cual el desierto de Sahara, que no queda en la península arábiga, como recientemente un periodista lo aseguró, sería un auténtico Edén? Bueno, alguien con un adarme de sentido común y que tuviera la obligación de velar por el bienestar de los ciudadanos, entre los que se encuentran desde luego sus electores, trataría por todos los medios de buscarle, con la urgencia que el caso requiere, una solución inmediata al grave problema. 

   Sin embargo, contra todo espíritu de servicio no se ha procedido así. Y en lugar de buscar las tan ansiadas e inaplazables soluciones, se ha preferido, con un irrespeto inaudito hacia la sedienta población marabina, apelar al deleznable burladero de la excusa. Y de este modo  se nos dice ahora, con la evidente intención de eludir responsabilidades, lo mismo que se nos decía ayer, antes de ayer, y trasanteayer, cuando el servicio comenzó a dar las primeras demostraciones de agotamiento, esto es, que la escasez de agua no se debe a la negligencia de las autoridades sino de las tomas ilegales. Con lo cual, sin saberlo, se están auto-atribuyendo una incapacidad que los inhabilita completamente para gobernar, pues uno se pregunta y con razón, si esas autoridades no son capaces de eliminar las fulanas tomas, ¿entonces para qué sirven y para qué podrían servir? ¿Para buscar votos  con base a falsas promesas?  

   Pero es que tampoco esa excusa es cierta. Por el contrario, la misma no es sino una patraña concebida con la única finalidad de encubrir, de echarle el muerto a otro, del injustificable abandono en que se ha mantenido un servicio de la importancia estratégica y vital del acueducto. Y no se necesita mucha imaginación para probar lo dicho; antes bien, un poco de discernimiento bastaría para demostrar la incalificable burla.  

   En efecto, a poco que uno comienza a echarle cabeza al enojoso asunto es asaltado por una serie de interrogantes que no encajan, que chocan violentamente con la lógica y el sentido común más elementales. Eso es así, porque a menos que se trate de una charada, es muy difícil entender, porque desafía la razón menos desarrollada, que toda el agua que se produce para abastecer una ciudad de más de 1 millón y medio de habitantes, que no es precisamente un raquítico chisguete, se pueda fugar por cincuenta o cien tuberías cuyos diámetros, en promedio, no pasan de las tres pulgadas. Tal prodigio de quienes tanto nos irrespetan y nos subestiman, no tiene por supuesto ningún sentido. Y ese sin sentido se incrementa y agiganta y adquiere dimensiones de truculencia cuando se dice que ese escape no es por unas horas, por unos días, ni siquiera por unas cuantas semanas o meses, sino que es constante y permanente. Si eso fuera así, como se afirma, entonces el lugar adonde estaría llegando esa colosal masa de agua se hubiera convertido en un lago, si no mayor, por lo menos igual al lago de Maracaibo o, en el mejor de los casos, en un pantano (everglade), con cocodrilos y todo, mucho más grande que el de la Florida.  

   De todo lo anterior se desprende una pregunta obligada: si las tomas ilegales no son culpables del escaso suministro de agua que padece Maracaibo, ¿a quién o a qué entonces responsabilizar por tan insoportable situación? Muy sencillo: a quienes estando en la obligación de hacer algo para prevenir y solucionar la emergencia que estamos confrontando en estos momentos, sin embargo, no han movido un solo dedo ni invertido una sola locha, pese a los cuantiosos presupuestos que han manejado, para evitar el colapso definitivo del acueducto. Porque es aquí, en la incapacidad de los embalses de Tulé y Manuelote, que fueron construidos para abastecer de agua a una población de un poco más de 500.000 mil personas, donde radica la calamidad que actualmente se abate contra esta ciudad y contra otros sitios de la región que también se mueren de sed. ¿Hasta cuando abusan de nuestra paciencia?  

   Este artículo fue publicado el 2-4-93, y en vista de que esta crisis del agua  no sólo se mantiene sino que además se ha agravado -una auténtica hazaña lograda por FrddyRodríguez , sobrino de Rodríguez Araque-, provoca decir: cualquier parecido con la realidad actual no es pura y casual coincidencia. Es, por el contrario, el deplorable resultado de injustificables e incalificables desviaciones; de vicios tales como el amiguismo y el nepotismo que hoy proliferan como nunca y que llevan al desempeño de cargos públicos a gente totalmente descalificada, a gente que utilizan esos cargos, no para servir a la colectividad sino para beneficio propio y en detrimento deliberado del Proceso, el cual les importa un comino. El método para la designación de funcionarios debe ser cambiado radicalmente. De tal manera, que se le reconozca al Partido una mayor competencia en este sentido.  

Aristas de un debate:

  Como consecuencia de mi artículo anterior, en el cual se me escaparon, como casi siempre ocurre, algunos gazapos, un acucioso lector, personade una cierta edad, me llamó la atención sobre los mismos, cosa que se le agradece, pues de no haber sido así no me hubiera enterado, dado mi incapacidad ya crónica de percatarme, pese a los esfuerzos que hago, de los dislates involuntarios en los que con frecuencia incurro. Pero, además, este lector aprovechó la ocasión para hacerme algunas observaciones en relación con otras cosas escritas por mí en el mencionado artículo, y con las cuales, por supuesto, no estuve de acuerdo. Esto dio lugar a un debate del cual el texto que transcribo formó parte. 

   “Para empezar, apreciado amigo –decíamos-, la Real Academia no es infalible. Y lo prueba el hecho de que en su Nueva Gramática establece modificaciones a la lengua sobre aspectos que antes consideraba como buenas. Y la pregunta es: ¿cuál es la forma correcta de hablar? ¿Cómo se hablaba antes o como la Academia quiere que se hable ahora? ¿Cuándo estaba equivocada la Academia, antes o ahora? La falibilidad de ese cuerpo que regula el uso del Castellano lo prueba la definición que en su diccionario le da a la palabra “curul”, en relación con la cual en su primera acepción dice: “escaño o banco con respaldo en los que pueden sentarse tres o más personas”. Y en su segunda, como “puesto o asiento de los parlamentarios de la cámara”.  

   Ahora bien, tanto “escaño” como “asiento” son sustantivos masculinos, por lo cual no incurriría en error quien dijera, basándose en estas definiciones, “un curul”. ¿Estamos? Sin embargo, si esto es irrefutablemente así, por qué entonces usted me llamó la atención a propósito de mi errata –involuntaria, como ya dije- acerca de haber indicado como equivocada la expresión “una curul”? Si usted estaba de acuerdo con la Academia, en el sentido de que el significado de “curul” era escaño, puesto o asiento”, ha debido haber aceptado mi señalamiento de que “una curul” constituía un error. Pero resulta, que quien incurre en un tremendo disparate es la propia Academia al definir “curul” como “escaño” o “puesto”, pues curul es un vocablo latino –la propia Academia lo reconoce- que significa silla. En latín, “curul” se refiere a la silla de marfil que, como ya lo dije, ocupaban los magistrados romanos y que por extensión se le aplica a los puestos que ocupan los parlamentarios en la cámara. De manera que la forma correcta es “una curul” y no uncurul. Véase el Pequeño Larousse. 

   Por otra parte, la frase que usted pretende cuestionar dice lo siguiente: “Se trata de unos individuos –mujeres y hombres- tan depravados, que se les debía amarrar las trompas y los conductos testiculares –me refería a la vasectomía- según sea el caso, para evitar…”Es decir, que se debían amarrar ambas cosas, no una sola sino las dos, esto es, tanto las trompas como los conductos testiculares. Sin embargo, usted dice que en lugar de la conjugación copulativa y debí haber colocado la conjunción disyuntiva o, con lo cual la frase hubiera quedado redactada de la siguiente manera: “…que se les debían amarrar las trompas o los conductos testiculares”. No, no es eso lo que yo quise decir. Lo que yo dije fue, repito, que se debían amarrar ambas cosas, no una o la otra, como lo sugiere la conjugación disyuntiva o. Esta conjugación disyuntiva plantea dos opciones, en relación con las cuales usted tiene que decidirse por una. Y eso no es lo que yo proponía. Lo que yo estaba proponiendo, repito, era que amarraran las dos cosas, no que se amarrara sólo una y que se excluyera la otra. 

Y en cuanto a la frase mujer y hombre, que también le parece incorrecta, pues según usted en lugar de la conjugación copulativa y debí haber escrito u, también está pelado. Eso se debe a que u estaría reemplazando la conjugación disyuntiva o, con lo cual se estaría tomando en cuenta solo uno de los factores de la frase, es decir la mujer o el hombre.  

Nota: Lo iba a hacer en mi artículo anterior, pero se me olvidó. Se trata de sugerirle a la gente del PSUV que elaboren fotos tamaño natural de los indeseables de la oposición  y que las coloquen en algunas calles céntricas de Caracas. De esta manera la población tendría la oportunidad, aunque fuera de una manera simbólica, de desahogar, mediante salivazos disparados al rostro de estos despreciables sujetos, los impulsos de retaliación que por tanto tiempo han mantenido reprimidos. La catarsis ayuda a aliviar las tensiones y a conservar la salud. 

  • Los infames periodistas chilenos –por lo menos así se dicen-, le estuvieron rezando al alma perversa de  Pinochet para que facilitara el triunfo de Chile ante el conjunto de Venezuela. Pero como esa bestia no se encuentra en el cielo sino en el infierno y zampado de cabeza en los toneles de mierda, no los pudo escuchar.
 

   De manera, socios, que a llorar al valle. Y créanme, que perdiendo salieron mucho mejor de lo que se imaginan. Ya que fueron derrotados por el equipo masculino, porque de haber perdido ante nuestras muchas, las cuales les habrían dado una paliza, la humillación hubiera sido mucho peor. ¿No les parece?  Y a tragar Vino Tinto para olvidar las penas. Ahora, el despecho se pasa mejor si se le ameniza con música de Julio Jaramillo. 

alfredoschmilinsky@hotmail.com   


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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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