No nos pretendíamos superiores ni siquiera al letal enemigo que nos acechaba a cada paso, no lo subestimábamos y aún así nos sorprendió la furia asesina de su odio sicario. A Jorge Rodríguez lo lloramos, hombres y mujeres, con el dolor lacerante que la impotencia encaja, pero no tuvimos tiempo para duelos, Alí nos consoló con su canta gallarda, callamos los redobles y aquí estamos, aquí seguimos, Jorge, echando la palabra sin estridencias, sin discursos gritones, sin insultar, sin proferir ni aceptar epítetos gastados, sin pretendernos la primera y la última Cocacola del postmosocialismo.
Aquí estamos, Jorge, aquí seguimos el sendero de tu noble lucha, no importa si parecemos pendejos renunciando a los privilegios con que nos tientan los recién vestidos de rojo-rojito, estamos con Julián Conrado a riesgo de no bastar nuestros intentos, a riesgo de descubrir que le apostamos a una vulgar falacia, que son vapores de nuestro fantasear político, pero si así fuese, aquí seguimos hasta que el cuerpo aguante y más allá, conquistando el socialismo en la pelea diaria contra la burguesía transnacional y sus lacayos criollos del color que sean.
No nos rendimos Julián, para amanecer nos hace falta tu canto de gallo armado con las manos del pueblo. Canta, canta, compañero.