En
Simón Bolívar, el factor ético se expresa en la intransigencia
patriótica, la condena al despotismo colonial, el odio a los que oprimen
a la nación, la valentía política y la honradez a toda prueba; lo que
servirá de estímulo para que exista una conciencia nacional sólida entre
quienes harán posible la vida de las nuevas repúblicas americanas. Esta
posición ética se debe asumir en la lucha por la independencia, en
especial, en lo relativo al sacrificio personal, la satisfacción por el
deber cumplido, el anteponer los intereses colectivos por encima de los
propios y trabajar activamente por la independencia y la democracia. “Es
preciso -afirmará en Carta dirigida al Cnel. Antonio Morales el 25 de febrero de 1820- el último rigor con los malvados, sean godos
o sean patriotas, porque la República tanto gana con la destrucción de
un buen realista como de un mal ciudadano. El crimen en todos los
partidos es igualmente odioso y condenable: hagamos triunfar la justicia
y triunfará la libertad”.
Igualmente,
para el Libertador la soberanía no es algo ajeno al pueblo, reservado
para las elites gobernantes. Para Bolívar, ella es la única autoridad
legítima de las naciones, por ello insiste en la necesidad de educar a
los nuevos republicanos, inculcándole valores morales que les permitan
ejercer cargos gubernamentales, elegir y ser electos, dado que conocían
sus deberes y podrían reclamar con propiedad sus derechos. Al respecto, su posición es diáfana: “Al
proponeros la división de los ciudadanos en activos y pasivos, he
pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes
palancas de la industria: el trabajo y el saber. Estimulando estos dos
poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más difícil entre los
hombres: hacerlos honrados y felices. Poniendo restricciones justas y
prudentes en las asambleas primarias y electorales, ponemos el primer
dique a la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y
ciega que en todos tiempos ha imprimido el desacierto en las elecciones y
ha ligado por consiguiente, el desacierto a los Magistrados y a la
marcha del Gobierno; pues este acto primordial es el acto generativo de
la libertad o de la esclavitud de
un pueblo”.
Si
bien es cierto que Bolívar estimulaba el respeto a la soberanía
popular, no menos es cierto que buscaba que la misma descansara sobre
los ciudadanos de un modo consciente, alejada de la demagogia de quienes
sólo lisonjean al pueblo para usufructuar el poder. Esto lo dejará
plasmado admirablemente en su Discurso al Congreso de Angostura, al
proponer un cuarto poder: el moral. Con
él, buscaba estimular y premiar la conducta cívica de los ciudadanos,
con la finalidad de que éstos sirvieran de ejemplo al resto de la
sociedad. Para su mantenimiento, Bolívar consideraba importante la
responsabilidad de los empleados públicos en la organización y
funcionamiento del gobierno, el respeto a la
propiedad por parte del Estado, el respeto de la opinión pública y de
la prensa, ésta última como medio de información y de orientación de la
opinión pública, no como su manipuladora. De ahí que esta ética
republicana tenga una vigencia perdurable en nuestra América, del mismo
modo que su visión integracionista y antiimperialista, siendo referencia
obligada de todas las luchas del presente.-
¡¡¡REBELDE Y REVOLUCIONARIO!!!
¡¡Hasta la Victoria siempre!!
¡¡Luchar hasta vencer!!
(*)Maestro ambulante
mandingacaribe@yahoo.es