En la vida y en la naturaleza, todo ser y objeto tiene una función que cumplir. Pero dada la complejidad que la inteligencia impone a las cosas de los seres humanos, esa función es más crítica. Nada absolutamente nada de lo que ocurre relacionado con lo humano es en vano. Así desde el vago, el borrachito, siguiendo con el científico, el medico hasta el político, tienen su importancia y función social que cumplir, bien sea positiva o negativa, pero una función en sí. En lo relativo a quienes escriben, considero que son la columna vertebral de la comunicación. Las divisiones convenientes a las estructuras políticas capitalistas, tan dadas a elitizar todo y, utilizar así las divisiones y competencias sin sentido en instrumento de discordia para mantener la rivalidad con la cual se mantienen en el poder, manipulando, engañando, distorsionando, discriminado, y utilizando el egoísmo y la ambición magnificadas para sus fines. De esa forma el locutor popular de la emisora comunitaria, es tenido como inferior respecto al licenciado de periodismo, así ese locutor, comunicador, tenga mayor compenetración y comprensión del mecanismo de interconexión semántica con su público u objetivo de la comunicación. O el caso del periodista que se identifica con su pueblo, su región, su modismo y su idiosincrasia, que es tenido a menos respecto a aquel otro profesional que habla para un público muy reducido, con una cultura diferente a la popular, que no toca el alma y la razón, si no intereses económicos particulares.
También existe la comunicación complementaria, esa que abre el apetito al lector, al oyente, al observador, para impulsarlo a preocuparse por conocer más del tema. Ese que entonces se obliga a profundiza en lo expresado por el especializado en asuntos específicos. Comparo esa función comunicacional con el apetito o Hambre. El primer alimento para satisfacer la necesidad de alimentarse es la leche materna. Ese primer sorbo que se busca por instinto, dada la premura y la necesidad que se tiene, es la primera comida exquisita que probamos una vez fuera del vientre materno. En la medida que nos desarrollamos, la complejidad de nuestras ideas y gustos propios e impuestos, nos obligan a buscar otros bocados para satisfacer la misma necesidad original, luego vienen las exquisiteces culinarias para las elites y, “los cielitos lindos” para los pobres, que las disfrutamos con tanto deleite como los otros, sus platos exclusivos.
La comunicación original es de suma importancia. Esa comunicación no tiene reglas escritas, ella solo pretende la comprensión y el entendimiento entre los actores. No se puede leer y comprender una obra de Edgar Allan Poe, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Miguel de Cervantes, Romulo Gallegos, sin antes leer un libro basico del abecedario y la respectiva evolucion en la lectura cotidiana del periodico, la novelita,etc..
No es entonces, que el novelista es más importante que el escritor cotidiano. Cada cual cumple su funcion y ambos son igual de importantes. El lenguaje coloquial o del vulgo es tan valioso como el lengauje especializado. Contrariamente, uno es base del otro, uno puede existir sin el otro, pero el otro no existiria sin el uno. Pero en definitiva ambos son necesarios.
El escritor coloquial mantiene una humildad que lo caracteriza con su pueblo y su condicion originaria, no tanto por incapaz, si no por amor a su entorno, a sus raices. Sé de muchos escritores muy preparados y duchos del tema de la literatura y la comunicación exquisita, pero que no renuncian a la humidad del lenguaje popular, en cambio, sé de escritores premiados con el premio Nobel de Literatura, que lo que dan es pena y verguenza ajena de tanta soberbia, arrogancia, prepotencia y desprecio a sus origenes. Es la comparacion del gran Aquiles Nazoa (las cosas más sencillas) y del inmoral Mario Vargas Llosa (que me perdone aquiles por el abuso).
Quiero con estas letras expresar mi amor y admiracion por los comunicadores humildes, a los vehiculos populares por el cual nos expresamos en nuetros pesares, excritos, hablados visuales, alternativos (no entiendo por que se les llama así), ciberneticos, hojitas y la granduiosa radio bemba. Por esos que a veces cambian las eles por erres, pero cuyo mensaje llega a donde debe llegar. No implica esto que no se deba estimular a la superación, pero el termino comunicador no es propiedad de nadie ni de ninguna profesion. Es un derecho humano y hasta diria que es un derecho de la vida de todo ser capaz de expresarse de cualquier forma, hasta nuestros hermanos de la fauna tan matratados y marginados.
Disculpen la lata, pero lo tenia entre pecho y alma y, no lo podia seguir aguantando por más tiempo; al ver y escuchar tanta arrogancia y desprecio por lo común, por nuestras bases y origenes por partede una jauria de soberbios y prepotentes, que pretenden calificar en menosprecio a quienes hablan al corazon del pueblo y de la revolucion.
(*) Uno más del pueblo Abogado Bolivariano
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