Con base en la abundante bibliografía científica sobre la materia, les propuse a los Robertos, los mismos del programita ese titulado “Como ustedes pueden ver”, montar una obra con el nombre que encabeza esta deplorable crónica. Los tipos se asustaron. ¡A quién se le ocurre hacer humor con algo tan serio como el cáncer! Estos amigos, maestros en la materia con varios libros sobre el tema, saben la diferencia entre
humorismo y comicidad, pero no era hora de teorizar. Les pedí que lo pensaran y me respondieron que eso era muy difícil para ellos. Les creo.
Recordé varios pacientes célebres que antes de la aplicación postmoderna y postraumática de la risoterapia, una práctica recomendada por la médica Ana Elisa Osorio, derrotaron la enfermedad que los aquejaba a punta de buen humor. Estaba en cama el brillante periodista Kotepa Delgado, fundador de Ultimas Noticias y La Pava Macha, cuando la amiga que lo visitaba le dijo al observarlo: “Estás mejorando, Kotepa, se te ve mejor semblante”. A lo que el humorista respondió: “Sí, lo que pasa es que yo no estoy enfermo del semblante”.
Un compinche de Kotepa, Francisco Pimentel, conocido en los altos fondos del humor como Job Pim (el Jobo), se vio todo maltrecho en su salud de tantos carcelazos que le metió la dictadura de Gómez. Los médicos de la UCV no le dieron esperanzas y, sin embargo, él empezó a recuperarse. Esto le preocupó pues, si no moría, quedarían muy mal los galenos de una institución que el Jobo quería mucho. El humorista, de ninguna manera, iba a permitir este desprestigio universitario. Entonces escribió su soneto titulado “Desahuciado”, donde dice:
Me han visto nueve médicos. Los nueve, / de nuestra Facultad ornato y gala. / Los nueve encuentran mi salud tan mala,/ que debo morir en plazo breve. /
Congestión en el hígado, y no leve;/ bronquitis, de la tisis antesala;/ un riñón de su puesto se resbala/ y el colon no funciona como debe. /
Yo morir no me siento… Pero ¿cómo/ nueve sabios así de tomo y lomo/ se van a equivocar sobre mi suerte?/
¿Que me debo morir? ¡Venga la muerte!/ ¡Todo antes que dejar en la berlina/ a media Facultad de Medicina!
Otro genio del humor, Aquiles Nazoa, se burla de su flaca figura en su “Retrato 1940”, y de sus futuras enfermedades en “Balada del pesimista”, que finaliza de lo más optimista cuando pide: “Más no lloréis la muerte mía/ porque, ¡quién quita!, a lo mejor/ yo resucito al tercer día/ sin ser ningún Nuestro Señor.
El presidente Chávez ha asumido su muy seria enfermedad con gallardía y entereza. Al “show macabro” de la oposición, ha respondido con humor: “pronto estaré calvo como Yul Brynner; seré Yul Chávez”, bromeó. Cuando los impacientes medios escuálidos empezaron a especular con temas como la transición y los posibles sucesores, el comandante puso a su hermano en el blanco de su chanza:
-Adán, estás afeitadito, ¿te estás preparando para la sucesión?
A la derecha mal humorada y cejijunta le revienta que el Presidente no se eche a morir. Al contrario, frente a la gravedad de la situación, siempre ha tenido un chiste a flor de labio, una canción, un dicho popular. Es el ejemplo que deben seguir los Robertos, pero los tipos están tan asustados que, como ustedes pueden ver, el paciente no logra contagiarles su buen ánimo.
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