La gravedad revestida por esta situación de piratería universalizada se agiganta cuando caemos en la cuenta de que los Colegios de Economistas del mundo tienen inscritos en sus nóminas de afiliados a un buen número de acreditados farsantes o adulterados de esta ciencia. Hablamos de los falsificadores de oficio, por así decirlo, representados por profesionales con formación más contable que de otra cosa, más procapitalistas que Economistas, más parlanchines que pensadores.
Y conste que estos profesionales podrían no ejercer esta piratería de manera deliberada ni mucho menos malintencionada, salvo algunos raros casos de apologistas y renegados de cuyos nombres no debemos ni acordarnos, que nunca fueron y quienes ahora parece que fueran lo que tampoco son.
Este toerismo sólo favorece al capitalismo, habida cuenta de que con ello se impide la correcta interpretación del verdadero significado y trascendencia sociológica, ideológica y económica del saber propio de la Economía Política científica que es otra cosa diferente, radicalmente diferente, a la Economía Vulgar o Econ. propia de mercachifles anteriores a los clásicos de la Economía Política, y de los posteriores a Carlos Marx.
Son esos economistas de bajo perfil y quienes se acostumbraron a citar a Carlos Marx para insultarlo postmórtem, y dan en llamarle, esos mismos piratas: ortodoxo, desfasado, superable, etc., pero resulta que en ninguna zona geosociológica hasta ahora ha sido aplicado Marx con el merecido carácter universal de su oferta científica que él nos hizo hace más de 150 años, y que el pueblo trabajador no ha podido todavía demandársela con la fuerza y el volumen demográfico proletario que se armonizaría con semejante y revolucionario aporte científico, una oferta literaria económica científica que, por ahora, sigue siendo “mucho camisón pa’ Petra”.
Es de inferirse que esta piratería a ultranza nos viene dado porque el comercio y el “bodeguero” son de vieja y larga data, valga la redundancia. Pero ser pulpero ni ser alfabeto nos acredita para ejercer la crítica y praxis de esta interesante ciencia. Conocer determinado bagaje terminológico adquirido en calle y bodegas, en escuelas, academias y universidades, o en textos y revistas no menos piratas al respecto, sólo nos permite la comunicación interdisciplinaria, entre piratas, pero hasta allí.
De lo que no somos profesionales o especialistas, es mejor no pronunciarnos, sin citar fuentes. Recordemos el triste y flamante caso del señor (Barón) Karl-Theodor zu Guttenberg[1]. Es ridículo seguir hablando y opinando sin cualidad específica, cual periodista de tercera, tipo Bocaranda a quien tanto criticamos, o como Fausto Malavé, o como un vulgar político de tercera, cual profesional de tercera, cual bodeguero de primera, de segunda y de tercera.
Todos nos debemos respeto entre sí, pero sobre todo debemos respetar las fronteras del saber. Conocer elementalidades de Medicina, por ejemplo, no nos acredita para refritar consejos colgados en Internet, ni hacer literatura al respecto, verbigracia. Para jactarnos de saber leer, debemos previamente saber que sabemos poco, como lo afirmó, por boca de Platón, el griego Sócrates, según Filosofía Universal de libre acceso en el mercado correspondiente.
[1] “La oposición, sin embargo, exige ahora la dimisión del ministro. "¿Usted cree que una persona puede falsificar 270 de 400 páginas de su tesis sin querer?", preguntó el líder del partido socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, a la jefa del gabinete. Y apuntilló: "Todos sabemos que usted (Merkel) tiene un estafador en sus filas". Cónfer:
http://www.elpais.com/articulo/agenda/Ministro/baron/rico/copion/elpepigen/20110227elpepiage_1/Tes.
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